Homenaje al Dr. Favaloro a través de una travesía Ciclopoética

“Desde Tolosa hasta Jacinto Arauz (La Pampa). 1800 kilómetros en homenaje a René Favaloro”. Así se podría resumir la historia de Juan Pomponio, un ciclista de alma, una vida de amor y riesgo, de reconocimiento y admiración hacia el prójmo.

Juan es escritor, poeta, ciclista e instructor de yoga y acaba de culminar su segundo viaje en bici, hasta llegar a Jacinto Aráuz, en la provincia de La Pampa, donde Favaloro se desempeñó como médico rural. Allí le entregó un homenaje escrito por él a "este gran hombre olvidado por muchos".

Allí arribó el pasado 19 de Febrero, al lugar que tanto amó el neurocirujano.

“Una travesía en bicicleta por los caminos del alma, es un acto de coraje donde uno tiene que poner todo, estar muy atento a nivel físico, mental y espiritual. Se trata de un gran aprendizaje. La ruta y la infinitud se fusionan para darte la sensación de una libertad total, uno siente la plenitud de la vida a medida que transcurre el periplo, surgen los sonidos del campo, el quejido de un molino, los pájaros, las plantaciones de girasol, maíz, todo llena tu corazón de metáforas”, empezó a describir Pomponio en una de las tantas entrevistas que los medios locales le hicieron al llegar a destino.

“Cuando uno se lanza a las rutas argentinas, tiene que estar preparado, es vital NO TENER MIEDO, enfocarse en el primer destino y no pensar en todo lo que falta, pedalear a un ritmo que sea el correcto para cada uno, ir tranquilo, sin pensar en la llegada y olvidarse del tiempo. Es muy importante hidratarse y comer a medida que se pedalea porque uno mismo es su propio combustible y sin energías es imposible avanzar”.

También alzó la queja: “Lamentablemente nuestras rutas no están diseñadas para los ciclistas, casi ninguna de ellas posee banquinas, algo clave para transitar con mayor tranquilidad. Tendrían que pensar en los amantes del pedal ¿Tanto les cuesta poner un metro más de asfalto para cada lado? En líneas generales, al menos en mi caso, siempre fui respetado en las rutas, salvo algunos camioneros que te pasan  cerca para asustarte con algún bocinazo. Es muy especial perderse en la inmensidad del asfalto o los caminos de tierra. Es uno y el todo”.

Veneró a la gente de los pueblos: “tiene otra energía, viven más sosegados y salvo las excepciones, todos los municipios me recibieron con todo el apoyo, incluso he dormido en casas de familia, personas amables que se desviven por atenderte y brindarte lo mejor. Tuve experiencias maravillosas, imposibles de explicarlas.  Andar en bicicleta con un morral cargado de libros y seguir el camino del corazón, es un acto que me entrega fuerzas para seguir creyendo que todo es posible en la vida. La mezcla de la poesía con el pedaleo es una sensación extraña. Me siento un ciclopoeta, entonces voy entregado al tiempo sin tiempo, perdido en la eternidad del ahora. Viajando hacia los caminos que me esperan”.