cultura
Entrevista a Martín Caparrós
El escritor argentino radicado en España acaba de publicar una novela que tiene como protagonista a la ciudad de Buenos Aires.
Sigue siendo uno de los autores argentinos más prolíficos. En el 2025, además de publicar una biografía de José Hernández escrita en verso en la que el narrador es el propio Martin Fierro, dio a conocer una novela cuyo título es, al mismo tiempo, la abreviatura de Buenos Aires en los aeropuertos y una expresión de fastidio: BUE. Polémico, lúcido, creativo, Martín Caparrós es autor de más de 40 libros que le valieron algunos de los premios literarios más importantes de nuestra lengua y doctorados honoris causa de la Universidad de Buenos Aires y Guadalajara.
—Este año viajaste a Buenos Aires por dos reconocimientos muy importantes que te hicieron, ¿qué imágenes te quedaron?
—Las imágenes de los amigos que vi, mucho más que cualquier otra cosa. Yo caminaba como un perro por Buenos Aires y ahora no lo puedo hacer. Esa una ciudad bastante hostil para la silla de ruedas. Di vueltas, por supuesto, por los lugares que tenía ganas de mirar e incluso por lugares que no conocía todavía en Buenos Aires; barrios que nunca frecuenté. Pero mucho más que todo eso, en ese viaje y en general en mi memoria, Buenos Aires son los amigos, la gente que quiero.
—BUE es un libro con muchas voces, personajes variopintos, casi en tono futbolero te pregunto, ¿cómo armaste ese equipo de personajes?
—Fueron apareciendo de a poco. No es que primero armé el equipo y después los saqué a la cancha, sino que este es un libro que - a diferencia de la mayoría de los que escribo- lo fui escribiendo como por capas. Lo empecé a hace años, lo dejé porque no sabía cómo seguir, lo retomé, lo volví a dejar como 4 o 5 veces. Y cada una de esas veces aparecía algún personaje nuevo, alguna historia distinta, alguna forma de contar que no había pensado antes. Entonces se fue armando así, capa tras capa.
—Hablamos de todo ese entramado de lugares que es Buenos Aires, ¿hay alguno que te resulte más entrañable?
—Es que hay tantos que me resulta difícil elegir alguno. El que más recientemente recordé es la esquina que entonces se llamaba Malabia y Santa Fe, ahora se llama República Árabe Siria y Santa Fe. Es una esquina del Botánico, de la plaza del Botánico, de su parte abierta. Lo recuerdo porque pasaba mucho con mi mejor amigo cuando era chico. Teníamos entre 8 y 9 años. Y me contó un chiste que no entendí. Para entender el chiste tenías que saber que el miembro masculino se extiende en ciertas circunstancias. Yo no sabía y no lo entendí, me quedé mirándolo. Y él me dijo: "Pero qué pasa, ¿vos no estás avivado?". Tampoco sabía que es estar avivado. "Avivado, boludo, saber cómo se coge, todas esas cosas". Yo no tenía idea. Entonces, mi amigo, Dani me avivó, me contó cómo eran las cosas de este mundo.
—¿Y en Madrid?
—En Madrid es más fácil: el lugar donde viví entre el 80 y 83. Fue un lugar importante porque fue donde terminé mi primera novela, cuando tenía 24 años. Una callecita en un barrio que entonces se estaba poniendo muy movido y que se llamaba Malasaña.
—Hay un bar en la novela - "El tambo"-. Imagina que fueras un parroquiano de ese bar, se acerca el mozo y pregunta ¿cuál es la bebida preferida de Martín Caparrós?
—Se me ocurren tres en distintos momentos. Durante mucho tiempo tomé ginebra con hielo. Después, durante bastante vino blanco. Ahora, como estoy un poco vegetariano, le habría pedido una cosa que es difícil de pedir en Buenos Aires - que acá en Madrid es muy común-: café solo con hielo.
—¿Te gusta escribir acompañado por alguna bebida?
—Por las mañanas sigo tomando mate. Todas las tardes fumo mi pipa de agua, que es un humo aromático, rico, que me envuelve un poco. La cuestión es seguir chupando: a la mañana chupar bombilla, a la tarde la boquilla de la shisha. Puedo pasarme el día chupando, lo cual es muy reconfortante.
—Vos has conocido algún que otro exceso, ¿cuánto hay de mito en que ciertos excesos propician la creación artística?
—A mí nunca me funcionó eso. Hubo una época en que tomaba regularmente un poco de cocaína y algún porro de vez en cuando. Y nunca me sirvió nada de eso para trabajar.
