Invasión de vendedores ambulantes africanos en las playas de La Feliz

Preocupación por la masiva presencia en todas las playas de “La Feliz” de cientos de vendedores ambulantes de otras nacionalidades, sin habilitación. Los locales irán a la justicia

Son de Senegal, de Nigeria y de Ghana. Y se vinieron a la Argentina con la necesidad de juntar billetes para mandarlos a la familia que quedó en el Africa. No hablan castellano, apenas entienden las palabras básicas. Alquilan departamentos entre cinco o seis. Musulmanes en su mayoría. Caminan lentamente y al ofertar sus productos no vociferan, solamente se arriman al turista sigilosamente con sus bolsos y maderas donde llevan relojes, aros, anillos, anteojos, y varias joyas de fantasía. Sus valijas se pueden transformar en mesa. Pero… ¿quién los habilitó? ¿por qué son tantos? Las respuestas las buscó Hoy en las playas marplatenses donde esta temporada pasa muy poco en materia turística. “Una temporada muy mala”, coinciden los tradicionales vendedores ambulantes, quienes respetan los lugares que les asignó la Municipalidad de General Pueyrredón para trabajar con el rubro que más deja: artículos de playa, ojotas, remeras, mallas, gorros, pelotas, paletas y sombrillas. En diálogo con nuestro diario, directivos del Sindicato de Vendedores Ambulantes de la República Argentina (SIVARA MDP) denunciará ante la justicia la invasión de “200 senegaleses con documentación apócrifa que ponen en riesgo el trabajo de la gente de la ciudad y que últimamente venden cada vez más productos y maltratan no sólo a los funcionarios, sino a los turistas”. Tienen pruebas que acreditarían contratos de trabajo ilegales que reciben estos extranjeros para acceder al DNI y estar radicados en el país.

César Lencina, del área organización del gremio, precisó que “debería intervenir Migraciones, porque en Inspección General de la municipalidad, siendo nueve personas nomás, no pueden hacer mucho. Antes venían poquitos, pero ahora debe haber 20 por playa, no matan a nadie, tratan de sobrevivir, pero no saben lo que son las ordenanzas y se meten por todos lados. Cuando ves tantos de ellos, y encima no hay tanta gente, hay colegas que les da ganas de llorar, como un vendedor de churros que en Punta Mogotes me decía que no vendía mas de 5 docenas por día”. Y remató que “los afiliados al sindicato están en su lugar de trabajo, donde corresponde, los que están afuera son justamente toda esta gente que viene de afuera, y nosotros no podemos hacer de policía para sacarlos”.

“No esperábamos que fueran tantos”

Desde la oficina municipal de inspecciones afirmaron que “cuando asumimos no imaginábamos que los vendedores fueran tantos” y que van a trabajar para reducirlos. Una propuesta que escuchó este medio viene del lado “local” y advierte sobre la chance de que sean repartidos a lo largo de toda la Costa Atlántica.

Los morochos africanos, no venden alimentos,  surgen apenas uno levanta la vista hacia ese océano Atlántico que también baña las costas del “continente negro”. Pero hacer respetar las reglas será un tema difícil, cuando además –según contó Lencina- “esos nueve empleados municipales también deben controlar los boliches, las fiestas electrónicas en la zona sur y estas cosas”.

“Tenemos cerca de 500 trabajadores con pecheras y carnet en la vía pública. Están en lugares permitidos como en la esquina de Luro y la costa”.

Finalmente, Ariel Greco, otro vendedor de varios años, remarcó el hecho de que todos los trabajadores están con su respectiva pechera, y “esto no es discriminar al extranjero porque hay acá hay adheridos peruanos y bolivianos, estamos cuidando la fuente laboral del marplatense”.

Hace una década atrás, una ordenanza cambió la escenografía y “levantó”•a todos aquellos que vendían en la calle Luro, otorgándoseles dos ferias, en La Rambla del Casino y en La Varese. 

Es la voz de quienes tienen la concesión y nunca dejan de mirar esa “sombra” de los inviernos donde la vida se torna cuesta arriba.