La actividad física que rompe con exigencias culturales

Se trata de espacios de entrenamiento que tienen una mirada más integral sobre las personas y que se piensan por fuera de la lógica “pesocentrista”.

La aceptación de la diversidad corporal, cuestionando dietas y entrenamientos pensados únicamente para alcanzar “ideales” relacionados con la delgadez extrema, es la antítesis de lo que se vislumbra en redes sociales, a través de influencers que muestran rutinas de entrenamiento y estándares de belleza que son inalcanzables para la mayoría de las personas.

Los cuestionamientos a esas prácticas y a los cuerpos “ideales”, realizados por mujeres que tienen visibilidad pública (esta semana pudo apreciarse con las fotos de Wanda Nara, donde reivindicaba la belleza de su cuerpo real), provocan cierto impacto y llegan como parte de los cambios en lo social impulsados desde los movimientos de mujeres.

Para dialogar sobre la educación física, Diario Hoy se contactó con el profesor Carlos Núñez, coordinador de un reconocido gimnasio ubicado en Villa Castells: “La actividad física es un área de conocimiento enfocada en el desarrollo no solo de todo lo que tiene que ver con el cuerpo, sino a nivel integral, orientado en el bienestar del ser humano”. Asimismo, dijo que el objetivo principal de una persona a la hora de realizar actividad es “tener una vida más saludable con su entorno social”.

El entrenador comentó que, en relación a la planificación del entrenamiento en su espacio, tienen en consideración lo que quiere cada persona que se acerca, pero que se encuentran tres sustentos que le dan soporte al proceso que decide realizar con sus alumnos: ver en qué condiciones de salud o aptitud está (vinculado a patologías), lo afectivo emocional (el grupo primario de relaciones y de contención) y el sustento pedagógico (“Eso somos nosotros, el entrenador, el preparador físico, capacitado y fundamentado para conducir ese proceso”, detalló).

Respecto a la cantidad de influencers o personajes públicos que se popularizaron principalmente a través de redes sociales en épocas del aislamiento por la pandemia del Covid-19, vinculados al área del entrenamiento, expresó que no está de acuerdo con ellos para nada, y que brindan un mensaje peligroso: “Nuestra profesión no tiene colegio profesional, no hay control ni posibilidad de acción legal. Nosotros estudiamos 5 o 6 años en la universidad, nos capacitamos permanentemente, pero en relación al marketing estamos en desventaja”.

También manifestó que la mayoría de los que bombardean en redes con planificaciones que no tienen fundamento teórico más que el simple fin de bajar de peso “no tienen capacitaciones ni seguridad en hacer lo que hacen”, y eso es delicado.

Hay estereotipos y mandatos históricos dentro del entrenamiento vinculados a que las mujeres no trabajan la fuerza en los gimnasios para no quedar marcadas y parecer “machonas”. Estos sentidos van moldeando y estableciendo en lo sociocultural qué es atractivo y qué no. En el gimnasio de Núñez entienden que debería desmitificarse esto, ya que “la vida cotidiana implica un cierto nivel de tensión muscular, desde subir una escalera, pasear mascotas, hasta correr el bondi, son todas manifestaciones de la fuerza”.

En este sentido agregó: “Mantener un óptimo nivel de fuerza muscular hace que todas nuestras actividades de la vida se desarrollen con mucha más fluidez y con mucha más economía de esfuerzo”.

También expresó que el trabajo de la fuerza tiene innumerables beneficios sobre la calidad de nuestra masa ósea, que es la que mantiene la solidez de nuestro esqueleto. Y finalizó manifestando lo importante de trabajar esta dimensión dejando de lado los mandatos culturales, ya que “si tenemos fuerza, tenemos controlados la diabetes, el colesterol, los triglicéridos o hipertensión arterial, todas variables que tienen que ver con nuestra salud”.

Núñez propuso no pensar el movimiento como un privilegio que nos transforma estéticamente, sino como una necesidad de autoconocimiento y soberanía sobre el propio cuerpo.

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