cultura

La fiesta religiosa que dio origen al pochoclo

Muchas festividades anglosajonas han sido importadas a la Argentina, pero no el Día de Acción de Gracias, fecha que dio origen a uno de los insumos principales de los cines.

El Día de Acción de Gracias o Thanksgiving es la principal celebración familiar de Estados Unidos. Es el momento en que los habitantes de aquel país, en un curioso ritual, agradecen por la libertad, los alimentos y el hogar, entre otras cosas. También es un momento de reencuentros familiares: hijos tomando aviones y todo tipo de transportes para reunirse con sus padres y hermanos. En 1827, la escritora Sarah Josepha Hale formuló la propuesta de que este día fuera consagrado como feriado nacional. A diferencia de la Navidad, este día tiene un carácter transversal a todas las religiones practicadas en el país. Aunque no se haya replicado en el resto del mundo, este festejo ha traspasado sus fronteras.

Su tradición se remonta al viaje que emprendieron los peregrinos en el velero Mayflower. Sin prever que llegarían a fundamentar la existencia de los próximos Estados Unidos de América, atravesaron el océa­no Atlántico en el siglo XVII, como migrantes absolutos hacia lo que se conocía como “Nuevo Mundo”. Se trataba de un centenar de puritanos empeñados en una religión de acento personal y en consecuencia se consideraban separatistas (de la Iglesia británica), ansiosos de obtener una libertad religiosa. Tras una frustrada experiencia en Holanda, decidieron acogerse a la oportunidad de colonizar nuevos territorios que se les ofrecían en Virginia.

Sin embargo, luego de 66 días de viaje, el Mayflower llegó más al norte, más precisamente a Plymouth, en la costa de Massachusetts. Desde ese desembarco, durante el más crudo invierno en 1621, y a lo largo de un año, los colonos tuvieron que luchar con la naturaleza, los indios, las enfermedades y enfrentar la muerte de muchos de sus camaradas. Los sobrevivientes ofrecieron una fiesta de “acción de gracias”. Se celebró en el pueblo inglés de Plymouth, que hasta poco antes se había llamado Patuxet y era una aldea indígena devastada por la viruela traída por los conquistadores. Un año después, milagrosamente, las cosechas empezaron a ser fructíferas y los peregrinos llegaron a un trato cordial con los indios locales.

En noviembre de ese mismo año, los peregrinos invitaron a cenar al jefe Massasoit y a otros 91 indios de la tribu wampanoag, en un acto dedicado a agradecer a Dios las bondades recibidas (especialmente la cosecha), a pesar de las dificultades atravesadas. Esa cena fue tan abundante que incluyó en su menú venado a las brasas, pavos rellenos con pan de maíz, ostras cocidas en sus conchas, maíz dulce en mazorcas y calabaza regada con jarabe de maple. Cuando finalizó la cena, el jefe indio Quedequina (hermano de Massasoit) se alejó hacia los bosques y regresó ante sus anfitriones con un nuevo manjar. Les trajo, entre otras cosas, maíz salteado al fuego, que después circularía por el mundo entero bajo el nombre de popcorn o pochoclo. Incluso, este alimento alcanzó tres siglos ­después su fama propia en todas las salas cinematográficas, siendo el principal responsable de ruidos molestos para el resto de los espectadores que se predisponen a disfrutar una película.

Desde entonces, es obligatorio que cada familia cene un pavo asado, acompañado de puré de patata y salsa de arándanos. Todos los supermercados del país comienzan a ofertar pavos para la ocasión y la última cifra registrada calcula que se vendieron 60 millones de animales para los más recientes festejos. Por otro lado, el contenido espiritual de esta tradición se debe en gran medida a William Bradford, quien fue uno de los líderes de los peregrinos y sería gobernador de la colonia durante tres décadas. Bradford exhortó a una reunión anual de agradecimientos. En uno de sus discursos más recordados, manifestó: “Como quiera que el Gran Padre nos ha dado este año una abundante cosecha y ha llenado nuestros bosques de caza y nuestros mares de peces y almejas, y como quiera que nos ha protegido de los ataques de los salvajes, eximido de las enfermedades, nos ha concedido la libertad de rezar a Dios según los dictados de nuestra conciencia”.

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