Cultura

La historia de una de las canciones más emblemáticas de Soda Stereo

En el primer disco de la banda figura Trátame suavemente, considerada una de las mejores baladas que dio el rock en nuestro idioma

"Vos no te das cuenta de la importancia que va a tener esto”, le dijo Gustavo Cerati, en un crescendo jovial, a su amigo. Aquellas palabras estaban dotadas de una certeza que parecía irreversible, en lo que Daniel Melero definió como una epifanía. Ambos se vieron invadidos por una alegría infantil que se volvió presagio de una de las explosiones de rock en castellano más poderosas de las que se tenga registro.

Gustavo sabía que no eran tiempos para salir indemnes de episodios confusos. Estaba empezando el influjo new wave. Aún estudiaba con Zeta cuando conocieron a Charly Alberti y empezaron a ensayar en su casa. Al poco tiempo se sumó, en carácter de productor artístico, Daniel Melero. En aquellos años recorrieron el espinoso laberinto underground de ­Buenos Aires hasta llegar a Marabú, un boliche en la esquina de la calle Maipú que tenía un escenario chiquito. La voz se corrió rápidamente y el boliche se empezó a llenar cuando tocaban ellos. Se hicieron llamar Soda Stereo.

La banda era psicodelia y ruptura, renovación y estilo. El capitán artístico del barco era Federico Moura, quien, aún sumergido en su ataque de ansiedad y hechizado por la novedad, llamó por teléfono a Gustavo: “Hay un tema que le tenés que pedir a Daniel”. Ese tema era Trátame suavemente, la piedra angular de un edificio que, tras un par de meses de creación frenética y con 11 canciones, terminaría de construir, y que a más de 40 años es una construcción que el tiempo no logró erosionar y en cuyo interior resuenan ecos de nostalgia, amor y desolación. Sería intrépido afirmar que su primer disco fue el mejor; sí, el más trascendente.

No obstante, aquellos primeros tiempos estuvieron signados de incertidumbre. “Creía­mos en lo nuevo, que ya había bandas que lo estaban haciendo, Virus, Los Twist. Íbamos tocando y empezaban a aparecer los primeros fans. Esa carrera aglutinaba a gente que no sabía qué carajo hacer con su vida, como noso­tros. Uno sentía que estaba en una cofradía de gente sin rumbo: nos la pasábamos escuchando música, poníamos pegamento para alfombras en el piso y prácticamente nos drogábamos y no hacíamos un carajo”, afirmó Gustavo Cerati al referirse al trabajo artístico de una banda que solo buscaba tener un sonido tan propio como el de cualquiera de los grandes consagrados.

Eran los años 80 en una Argentina marcada por la proximidad del retorno de la ­democracia y la amenaza latente de sectores que aún golpeaban la puerta de los cuarteles. Daniel Melero tenía 27 años cuando escribió sobre un papel de diario Trátame suavemente. Su novia se iba y él veía al exdictador ­Leopoldo Galtieri pronunciar una arenga decadente en la televisión. Era una canción de amor en tiempos turbulentos. Como si antes de escribirla hubiera pensado: “¿De qué sirve componer sino para volar lejos de un presente desangrado?”.

Trátame suavemente, el tema emblema de su disco debut Soda Stereo (1984), se erigió como una canción de amor que, en su espesura, trasluce las pasiones juveniles y el deseo de libertad de la época. No hubo adolescente de los 80 que no quedara embelesado en ese ritmo sensual y absorbente de la melodía cantando: “Alguien me ha dicho que la soledad se esconde tras tus ojos”.

El protagonista de la canción se hartó de soñar mil veces las mismas cosas. Ese desagradable sentimiento que es el desamor, no obstante, se convierte en obsesión y esconde su forma verdadera en los ojos de su enamorada. Pero todo esto sigue siendo terreno especulativo. Aunque la letra ofrezca tramas, escenas, metáforas que remitan a una relación amorosa difícil e intensa, su verdadero significado, tal como ocurre con las grandes canciones populares, conserva su semilla de misterio.

Lo cierto es que este himno del rock ­nacional fue el puerto de partida de Soda Stereo. El 1° de octubre de 1984, en el subsuelo de un Pumper Nic, la banda presentó el disco; un año después, ya conquistaba el teatro Astros. Para finales de la década, eran la banda de rock más popular de América Latina. Semejante huella no la borrará el tiempo, ni la ausencia.

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