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La Plata y su Avenida de los Palacios

El trazado de nuestra ciudad sigue siendo motivo de asombro para los urbanistas del mundo entero. Hay muchos aspectos que continúan siendo desconocidos.

Según sus fundadores, el urbanismo de La Plata debía ascender al tono positivo y suntuario que le cuadraba como capital del primer Estado argentino y a su propia calidad de ser una de las ciudades más bellas del mundo. En ese sentido, La Plata atesora el secreto insospechado de una gran avenida; la que hubiera sido la más amplia y que podía ofrecer una urbe de su jerarquía.

Desde sus inicios, un grupo de técnicos agrimensores e ingenieros del Departamento de Ingenieros, encabezado por Pedro S. Benoit, concibió la raíz urbanística del trazado de La Plata como una ciudad modelo. Una nueva concepción con base en la evolución del urbanismo y los pensamientos más avanzados de la época donde convergían tanto la simetría, la cuadrícula y las diagonales del repertorio formal clásico y barroco como las ideas del siglo XIX sobre la ciudad progresista en su variante higienista.

Pedro Benoit era amigo de Dardo Rocha. Su madre era argentina, su padre, un arquitecto francés que por razones políticas tuvo que emigrar al Río de La Plata en 1818. Pedro Simón del Corazón de Jesús Benoit nació cuando las Provincias Unidas del Río de La Plata recién habían cumplido veinte años y de muy joven entró en la sección de Geodesia del Departamento de Ingenieros. Allí comenzó a familiarizarse en la construcción de puentes, obras militares y trabajos de agrimensura.

La Plata nació como una ciudad de avanzada y es una de las primeras ciudades del mundo que se concibe acorde a las nuevas reglas de la higiene urbana y la edilicia racional, generadas por los avances científicos que trajo el siglo XIX. En un camino contra las leyes naturales, La Plata conservó el elemento más tradicional del urbanismo latinoamericano, que es la cuadrícula.

Fue diseñada como una obra concluida y perfecta, el Departamento de Ingenieros incorporaba la experiencia colonial regida por las leyes de Indias, ya que Dardo Rocha pretendía convertir la ciudad en un símbolo de unidad nacional, pero, a su vez, recuperar la jerarquía de ciudad capital.

Pedro Benoit y sus ingenieros tomaron las ideas de las ciudades ideales de carácter afianzado, en particular del Renacimiento. Es sabido que la masonería hizo suyo el número áureo que en la Antigua Grecia se utilizaba para establecer las proporciones de los templos. La escuadra y el compás —dos símbolos muy caros a la heráldica masónica— fueron las herramientas de las que se valió Benoit en su búsqueda de la “dorada proporción” del dibujo de nuestra ciudad.

Lo cierto es que la Avenida de los Palacios se pensó como el espectáculo urbano de las calles 51 y 53, ya barridas las cuatro manzanas de edificación que obstruían la soberbia realidad concebida por el admirable temperamento que se llamó José María Rey. Nuestra ciudad fue motivo de los principales estudios de Rey, que dieron origen a numerosos artículos, monografías, conferencias y libros.

Especialista en urbanismo, profesión que desarrolló en la Dirección de Geodesia del Ministerio de Obras Públicas, este curioso personaje platense ejerció la docencia durante más de treinta años en la Escuela Industrial Albert Thomas como profesor de Proyectos de Edificios y en la Facultad de Bellas Artes, en las cátedras de Caligrafía y Matemáticas. En 1958, la Municipalidad de La Plata impuso el nombre de José María Rey a la calle 30 de nuestra ciudad.

La Plata ofrecería a la administración pública una arteria de 120 metros de ancho. Arteria que partiendo del centro fundamental, importaría dotar al cuerpo urbano de una vía automáticamente magnífica por los patriarcales e insignes macizos arquitectónicos de la Catedral, la Municipalidad, el Teatro Argentino, la Legislatura y el Departamento de Policía.

Sobre el espacio que resultara entre la Legislatura y el Coliseo podría erguirse el Palacio de las Bellas Artes como expresión simbólica del avance evolutivo de la provincia de Buenos Aires. El Museo Provincial de Bellas Artes tuvo su primera sede en avenida 51 N° 777 y fue fundado en 1922.

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