En Buenos Aires

Menhires explicarían el paso de vikingos por estas tierras

Al sur de la Provincia, la proliferación de monumentos megalíticos dio lugar a la teoría de la llegada de los famosos guerreros escandinavos. La exploradora Paola García contó a Hoy qué se sabe acerca de los misteriosos menhires.

Paola García vive en Fra Pal, un pequeño lugar del partido de Coronel Pringles al sur de la Provincia. El paraje tiene tan sólo nueve habitantes pero ella no sabe de límites: es exploradora y anfitriona turística con orientación en interpretación ambiental. Varias historias brotan de su garganta pero la que más fascina es la de los vikingos, esos guerreros del norte europeo famosos por ser grandes navegantes y saqueadores. Según una teoría, podrían haber dejado su huella en Buenos Aires.

“Desde hace muchos años camino las sierras; durante mucho tiempo lo hice junto a un grupo de amigos. Así empecé con mis actividades dentro del Sistema de las sierras de Ventania; más precisamente en el cordón Pillahuincó, donde me encontré con los menhires, unas estructuras que no son muy conocidas. Desde entonces empecé a indagar dónde, cómo y por qué están en Buenos Aires”, comenzó contando García.

—¿Qué son los menhires?
—La palabra menhir tiene origen celta y significa “piedra parada”, y es eso: una piedra que se encuentra en el terreno en forma vertical semienterrada. Son monumentos megalíticos. Dentro del Sistema de las sierras de Ventania hay una gran cantidad; están dispuestos en forma circular o en línea, aunque también están en solitario. Muchos investigadores asocian los menhires a la magia y a los astros. El sociólogo y antropólogo argentino Guillermo Alfredo Terrara sostiene que los menhires tenían un poder mágico, que representaban antenas de recepción y trasmisión de las fuerzas, colocados como agujas en la tierra.

—¿Qué se sabe respecto de su origen?
—Hay muchas teorías. Se habla de que en algún momento fueron señalizadores de caminos, indicadores de cementerios o incluso, que marcaban límites territoriales. También se dice que fueron obra de troyanos hacia el año 1000 a.C., que bajaron hasta este territorio desde América del Norte. También hay una teoría que propone a los vikingos como los responsables; que primero llegaron hasta la provincia de Córdoba y luego descendieron hasta el sur de Buenos Aires y que los menhires son producto del bagaje cultural vikingo. No obstante las teorías, en la actualidad no se sabe quiénes los colocaron.

—La teoría de que los vikingos plantaron los menhires es una de las que más llama la atención.
—Es una teoría del antropólogo francés Jacques De Mathieu. Él relata que los vikingos llegaron a América del Sur 500 años antes de la llegada de los españoles, es decir hacia el año 1.000 o 1.100. Los primeros bajaron hasta Córdoba, luego pasarían a ser los que aquí conocemos como comechingones. Reginaldo Tulian, uno de los últimos descendientes de esa tribu, explicaba que la contextura de los comechingones era diferente a los otros pueblos indoamericanos. Eran altos, rubios, barbados y de cutis claro. Esto abona la teoría de que descendían de los vikingos. Por otra parte, en el Cerro Colorado, Córdoba, se encontraron muchas pictografías de hombres que tenían cabezas con cuernos y figuras de barcos, se supone que son pictografías alusivas a la llegada de los vikingos.

—¿Hay una estimación de cuántos puede haber?
—En realidad nunca terminan de hacerse las investigaciones. Solamente en un sitio, detrás de un cerro, hay 112 menhires en fila. Y se estima que en todo el Sistema de sierras de Ventania hay más de 50 lugares donde hay menhires.

—¿Qué se hace frente a un menhir?
—Mucha gente va fundamentalmente para verlos, porque no saben lo que es un menhir. También se acercan a tocarlos para comprobar si sienten algún tipo de vibración. En verdad, todo lo que tiene que ver con nuestro patrimonio arqueológico no debe ser tocado para poder conservarlo. Lo más importante es que realmente no se sabe todavía cómo fueron colocados. Ojalá algún día tengamos la certeza.

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