Ocho de cada diez argentinos empeoraron su estado de ánimo por la cuarentena

El informe “Familia, Pareja y Crianza” fue elaborado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada.

Tres meses después del inicio del aislamiento social preventivo y obligatorio, ocho de cada diez argentinos empeoraron su estado de ánimo y su ansiedad en relación al décimo día de cuarentena. Así lo determinó un estudio de la Facultad de Psicología de la UBA, que además indicó que las posibilidades de experimentar estos sentimientos aumentaron en las mujeres.

El informe “Familia, Pareja y Crianza” elaborado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada, también reveló que el hecho de convivir con hijos no empeoró mucho más las ya pesadas situaciones de estados de ánimo y ansiedad previas, pero sí incidió positivamente en los sentimientos de soledad.
En tanto, para las parejas que no conviven empeoraron en mayor medida la sensación de intimidad, las discusiones y las demostraciones de afecto. Estos factores, aunque en menor medida, también se vieron afectados en las parejas que tienen hijos y, por último, en las que no tienen hijos.

El informe de la Facultad de Psicología demostró que casi todos los indicadores negativos aumentaron más para las parejas y familias que viven en departamentos y menos para los que viven en casas.

El 80,3% de los encuestados aseguró que la pandemia “empeoró un poco o mucho” su estado de ánimo. En marzo, este indicador estaba en el 72,5%. Este efecto, según se constató, se dio más frecuentemente en las mujeres (83,6%) que en los hombres (74,6%), y más en las personas con hijos (80.9%) que en quienes no los tienen (77,4%).

Por otro lado, las personas para las que la cuarentena representa un empeoramiento de su sensación de soledad trepó del 37,5 al 46,7%. Y esto incidió más sobre las personas sin hijos (52,9%) que en las que los tienen (45,5%).

El impacto del aislamiento en las parejas

El estudio de la Universidad de Buenos Aires revela que “durante la cuarentena aumentaron todos los indicadores negativos de comunicación familiar”, tales como la honestidad, tolerancia al desacuerdo o la intromisión en la vida del otro, y “disminuyeron todos los de cohesión en la familia”, como los sentimientos de ser escuchados en familia, la confianza o la capacidad del grupo para recuperarse de los problemas.

Los datos recogidos señalan, por último, una mayor frecuencia de discusiones y peleas, una disminución de las demostraciones de afecto y de los intercambios de “intimidad” o sexo.

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