ENTREVISTA EXCLUSIVA
Restringir el “chupete electrónico”
Los especialistas recomiendan baja o nula exposición de los bebés a las pantallas de tablets y celulares. Diario Hoy entrevistó al pediatra Federico Díaz para conocer cuáles son las consecuencias de la sobreexposición.
Aunque ya no llama la atención ver a bebés observando una tablet o un celular, la exposición a pantallas en niños menores de 2 años puede ser perjudicial para el desarrollo infantil si no hay un control adecuado.
Diario Hoy entrevistó al médico pediatra, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), Federico Díaz, para conocer cuáles son las consecuencias del “chupete electrónico” y saber cómo deben actuar los adultos responsables.
—¿A partir de qué edad es aceptable exponer a los niños a pantallas, como tablets o celulares?
—Hoy, la Sociedad Argentina de Pediatría sugiere comenzar con la exposición a pantallas a partir de los dos años, mientas que algunas sociedades pediátricas internacionales hablan de 18 meses.
Claramente, esto suele ir en contra de lo que ocurre en las casas habitualmente, ya que comienzan a utilizarlas a edades más tempranas. Particularmente, creo que ver una pantalla por unos minutos breves es aceptable, siempre y cuando esto no apareje una mayor dependencia y tiempo de interacción entre el bebé y la pantalla.
—¿Cómo afecta la exposición y sobreexposición a las pantallas a los bebés menores de 2 años?
—Afecta desde varios puntos. En términos madurativos, es fundamental que un bebé aprenda primero a manipular objetos, a sentir texturas, olores, colores, consistencias, y a manejarse en espacios tridimensionales. Esto, claramente, no se aprende deslizando el dedo en una tablet o un celular, alcanzando, arrojando o trasladando objetos.
Desde un aspecto social, el uso de pantallas implica un momento de aislamiento entre la persona, ya sea bebé o no, y el elemento. Es decir, si se utilizan por largas horas, no favorecen las relaciones interpersonales. Además, se genera dependencia y, por ejemplo, el bebé en llanto solo se tranquiliza por medio de estos objetos.
Por último, el uso prolongado de pantallas afecta lo visual propiciando trastornos de la visión más tempranos. También, el exceso de luz impide el reconocimiento y la diferenciación del día y la noche, cuestión muy importante en el desarrollo del sueño.
—¿Qué razona un bebé o qué puede llegar a comprender de los estímulos que recibe por medio de una pantalla?
—Los estímulos que provienen de una pantalla son muy poco interactivos. Si bien se despliegan áreas cerebrales, no se activan las mismas que durante el juego tridimensional que estimula el desarrollo neuronal y la maduración de diferentes aspectos motrices y sensitivos.
—¿Puede haber consecuencias a futuro, producto de la exposición temprana a las pantallas?
—Todo lo que sucede en los primeros años de vida, fundamentalmente, en el primer año, influye en el futuro. Creo, sin embargo, que no hay que ser fundamentalista, sino más bien realista. Con esto quiero decir, que un bebé menor de 18 meses que en forma esporádica ve una pantalla para hablar con un familiar lejano, o se siente atraído por la música y colores de un video, no va a tener un trastorno irrecuperable en su vida adulta. Sí se puede afirmar que es mejor que un bebé tenga una mayor interacción con el mundo tridimensional, que con una pantalla.
—¿Qué actividades recomendarías a las familias que tienen bebés, a fin de suplantar el uso de las pantallas?
—A medida que los niños y niñas crecen, van desarrollando más movimientos y tiene más opciones de actividades. Creo que hay que apoyar y estimular, ya que un bebé que está siempre en un cochecito no tendrá la habilidad de agarrar objetos, de pasarlos de mano en mano, y tampoco podrá desplazarse para conseguir algo. Hay que darles el espacio, apoyando el movimiento libre y acompañando lo que el desarrollo les permita hacer.