Tiffany & Co: la joyería de los sueños

Retratada por Truman Capote y eternizada por Audrey Hepburn, la tienda fundada en 1837 es un ícono del lujo y la elegancia.

De repente, uno tiene miedo y no sabe por qué”, dice Audrey Hepburn, en una escena inolvidable, y sigue: “Cuando me siento así, lo único que me ayuda es subir a un taxi e ir a Tiffany’s. Me calma los nervios enseguida. Es tan silencioso y soberbio. Allí no puede ocurrir nada malo”. Adaptada de la célebre novela de Truman Capote, la película Desayuno en Tiffany no solo convirtió en ícono global a Hepburn. A su exquisita manera, puso a la legendaria joyería neoyorquina en los ojos de todo el planeta.

En el lejano 1837, Charles Lewis Tiffany reunió coraje, algunos dólares y se trasladó desde el pequeño pueblo de Killingly a New York: la gran manzana donde los sueños se hacían realidad. Después de recorrer las calles y hacerse una idea acabada del negocio, se asoció con su amigo John B. Young y le pidió prestados mil dólares a su propio padre. Allí, en un lugar clave del bajo Broadway, abrió una tienda dedicada la papelería y los artículos de lujo. Su obsesión por las piedras preciosas más espectaculares, le valió un apodo de la prensa neoyorquina: el “Rey de los Diamantes”.

Tiffany, por lo demás, tenía dos reglas que lo distinguían de sus competidores: pago exclusivamente en efectivo y precios fijos, y un lema infalible: “Un diseño hermoso contribuye a tener una vida hermosa”.

A comienzos del Siglo XX, su hijo Louis Comfort Tiffany heredó el negocio y comenzó a trabajar en el diseño de la marca. Como buen amante del Art Nouveau, llevó a la joyería hacia un estatus artístico trabajando con piezas basadas en la naturaleza y las formas orgánicas. Así, Tiffany se puso en contacto con diseñadores y artistas de todo el mundo como Jean Schlumberger, Elsa Peretti, Paloma Picasso o Frank Gehry.

Basada en el color del petirrojo americano, su mítica caja azul se convirtió en una suerte de símbolo. Lo mismo sucedió con la tienda que abrieron en 1940, ubicada entre la Quinta Avenida y la calle 57 de Manhattan. Aquella vidriera y el exterior de granito pulido fueron, precisamente, eternizados en el cine por Hepburn y su café al paso.

En los carteles promocionales de aquella película, podía verse a Hepburn luciendo un collar coronado por el Tiffany Diamond: uno de los diamantes amarillos más grandes del mundo. Una joya de valor incalculable, con 141 años de antigüedad y 128,54 quilates de peso. Casi sesenta años más tarde, en febrero de 2019, Lady Gaga llevó nuevamente la joya de Tiffany al corazón de Hollywood cuando subió a recoger su Oscar a la Mejor Canción Original por Shallow, la pieza central de la película A star is born.

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