Tras perder el sillón, a la casa natal de CFK le llega la demolición
Hace unos 60 años Cristina Fernández era una niña que vivía en una precaria vivienda de 4 y 32. Allí aprendió a caminar y a ir a la escuela. La casa se mantuvo en una caja de cristal durante la era K y hasta se quiso declarar patrimonio histórico. En los últimos días, apareció cercada con chapas y maderas
"Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio” canturrea Joan Manuel Serrat, en una melodía nostálgica que bien podría ser la cortina musical de esta noticia. Sucede que una casa antigua de la ciudad, situada justo en la esquina de 4 y 32, será demolida en cuestión de horas. Sí, el mismo domicilio que los que se aferraban al poder hasta ayer nomás, quisieron declarar como lugar histórico. Pero el kirchnerismo se vino abajo, lo mismo que sucederá con esas paredes que a partir del 19 de febrero de 1953 (cuando nació) y hasta los 5 años de edad, cobijó a una nena llamada Cristina Fernández.
Una casa modesta, pero amplia. Una casa cuyas llaves fueron pasando de inquilino en inquilino (incluso Ofelia Wilhelm, su mamá, y Eduardo Fernández, el fallecido padre de la ex presidente, tenían que pagar religiosamente el arrendo todos los meses en la década del ’50 y parte del ‘60). Una casa en la que vivió también el abuelo Carlos Wilhelm y la tía Noemí, y donde quedaron los misterios de la relación amorosa de sus progenitores. Un dato llamativo es que el casamiento entre Ofelia y Eduardo recién fue unos días antes de que diera a luz la segunda hija, Gisele (nació el 1/1/1959). Para avivar más sospechas, cuando el papá muere, en 1982, CFK cerró contactos con la familia paterna.
En el interior de la vivienda, según pudo constatar diario Hoy (cuya redacción está a escasos treinta metros), se conserva el mismo diseño, la misma cantidad de ambientes, y hasta los mismos azulejos y el placard de madera -de pared a pared- del dormitorio principal. Imágenes borrosas que Cristina intentó “atrapar” una tarde en la que, al regresar de un acto en el Estadio Ciudad de La Plata, pidió al chofer personal detener la marcha para contemplar desde adentro del automóvil la fachada donde ahora se lee: “Obra: a demoler y construir. Destino: vivienda multifamiliar”.
¿Qué dicen en el barrio?
Este enero, con el tránsito de la avenida 32 menos cargado, varios vecinos se sorprendieron por la nueva obra, cuya dirección técnica tendrá al arquitecto Matías Pecci. Siendo que no es un lote tan extenso, levantarán algunos pisos, en tiempos donde la ciudad hace rato se saturó de edificios. Pero no deja de ser curioso que esto suceda justo después de la caída más dura que vivió el partido político que fundó Néstor Kirchner.
Una de las presidentes democráticas de la historia de nuestro país, no nació en hospital sino en la casa de una partera, también entre barrio Norte y Tolosa. La familia de Ofelia del PJ y tripera. La de Eduardo era radical y pincharrata, con una posición mucho más holgada sin llegar a ser de las acomodadas. Pero el barrio en general se llama a silencio. No la tiene como una historia de las felices.
Delia, ya a los 80, recordó que “la mamá de Cristina alquilaba, eran necesitados como nosotros” y ya no quiso omitir más juicios. La actualidad es bien diferente: Cristina es millonaria y, pese a que declara haber sido “una abogada exitosa”, la realidad es que su patrimonio no cierra por ningún lado.
La vida le pasó rápido a Cristina en estos pagos. No más de cinco años, con los primeros estudios en la primaria de 7 y 32. Pero no alcanzó a tirarse en los carritos con rulemanes en La Bajadita de 1 y 33, ni mirar a los varones en un bravo picado en 2 entre 33 y 34 donde estaba la cancha La Ratonera. Su competencia estaba marcada por otras cosas… mucho menos inocente.
El recuerdo de los vecinos
Silvia Gabai afirma ser de la misma clase ‘52 que Cristina pero se enteró no hace mucho que “era del barrio, porque me lo contó otra vecina muy amiga, Marta Vega. Sí tiene bien guardado en su memoria Silvia los tiempos bellos con “la avenida 32 de una sola mano, con el paso de camiones hacia Ensenada y Buenos Aires, mientras jugábamos hasta tarde. Lo que ahora se conoce como La Rambla, en ese tiempo todos le decíamos el Parque”.
Como dijimos, quien conocía bien a Ofelia y Cristina era Vega, fallecida hace un par de años -hoy tendría 70-. Ella fue la que refrescaba la memoria de “una mujer que salía caminar con una morochita tomada de la mano, esa morochita era Cristina”. También se lo contó a Olga Calderini, “Pocha”, que toma la noticia como algo más.
“La que después vivió ahí fue Mercedes, una señora muy pituca, ya fallecida”, agregó Pablo Rondina, un profesional de 4 entre 32 y 33. Y detrás de Mercedes alquiló del 2000 a 2013 Nancy Maldonado, quien encabeza una ONG que ayuda a gente de la calle, y reconoce que “el interior estaba intacto, sanitarios, placard de madera, pisos pinotea, pero restaurado”.
Mabel Ramos evocó a “los dos hermanos varones de Ofelia, Julio y Juan que eran del barrio, Julio era sodero”.