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Un estudio descubre el caso de un extraño agujero negro

Un equipo de científicos, a través del observatorio Pan-Starrs, descubrió un agujero de masa intermedia tan voraz que podría ser la semilla de sus “primos” supermasivos.

Un equipo de investigadores del proyecto Young Supernova Experiment (YSE), una colaboración de astrónomos que busca principalmente estrellas explotando al final de sus vidas (supernovas), acaba de agregar una nueva clase de agujero negro a la clasificación astronómica. Se trata de un extraño agujero de masa intermedia de hambre tan voraz que está comiéndose una estrella y arrojando sus “migajas” brillantes tras él. “Tuvimos mucha, mucha suerte”, explicó Charlotte Angus, de la Universidad de Copenhague y primera autora del estudio.

Utilizando el observatorio Pan-Starrs (Panoramic Survey Telescope and Rapid Response System), ubicado en Hawái, el equipo logró captar un objeto que brillaba rápidamente en una galaxia enana a casi 1.000 millones de años luz de distancia. Tras este inusual hallazgo, siguieron observando el objeto denominado AT 2020neh no solo con Pan-Starrs, sino también con otros observatorios terrestres e incluso con el telescopio espacial Hubble. Su curva de luz alcanzó su punto máximo después de poco más de 13 días. Después, comenzó una disminución lenta y prolongada de su luminosidad.

La forma de la curva de luz y las características del espectro de luz no coincidían con las de una supernova. Parecía más un evento de disrrupción de marea: un fenómeno que se produce cuando una estrella se acerca al horizonte de sucesos de un agujero negro y la gravedad del “monstruo” es tan fuerte que parte del material de la estrella es atraído a su centro, provocando la “espaguetización” de la estrella y un arco de luz brillante.

Los astrónomos creen que la mayoría de galaxias de un tamaño normal, como la Vía Láctea, tienen un agujero negro supermasivo en el centro. Pero existen otras más pequeñas, como en la que se encuentra AT 2020neh; aún existe el debate de si en sus centros hay agujeros negros de masa intermedia como el detectado, y esto podría ser la prueba de que, efectivamente, estos objetos de masa intermedia de los que tampoco escapa nada, ni siquiera la luz, serían una suerte de “semillas” de las que crecerían los supermasivos.

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