“Un líder creíble”: el primer año del papado de Francisco

Hoy se cumple un año del día que Jorge Bergoglio se convirtió en Francisco. Su llegada al Vaticano fue imprevista y a la vez histórica: aquel sacerdote que trabajaba silenciosamente en las villas miserias de la Capital Federal se hacía cargo de la jefatura de la Iglesia Católica con el claro objetivo ponerse a disposición de los más necesitados y volver a conquistar a aquellos fieles que se habían alejado. 

Después de Juan Pablo II, la Iglesia había comenzado a perder la confianza de muchos católicos de todo el mundo. El hermetismo, los casos de corrupción y el hecho de que parecía cada vez más lejos de la realidad, hizo que durante algún tiempo el Vaticano dejara de ser visto como un refugio. Sin embargo, desde que asumió Francisco miles de personas volvieron a volcarse a la fe e, incluso, practicantes de otras religiones y líderes políticos de diferentes países lo comenzaron a señalar como un ejemplo a seguir. 

El padre Guillermo Marco es uno de los argentinos que más lo conoció ya que ofició como vocero del entonces Cardenal durante ocho años. En diálogo con Hoy, el sacerdote fue concluyente: “Estamos asistiendo a una página importantísima de la historia del Cristianismo. Francisco presupone la llegada de un estilo pastoral, que si bien siempre había sido cultivado por muchas iglesias diocesanas, nunca había sido visto en Roma”.

El Vaticano con estilo pastoral 

Marcó afirma que la llegada de Francisco aportó una especie de rejuvenecimiento a la Iglesia: “Estábamos siendo testigos de lo que podría llamarse un envejecimiento de la fe en el Viejo Continente. La mayoría de las iglesias pujantes ya no estaban en Europa pero los Papas continuaban siendo europeos. Este desplazamiento del centro a la periferia del mundo -es decir, nosotros- generó lo que estamos viendo, algo totalmente inédito”. 

“Veníamos acostumbrados a formas y protocolos típicos de los jefes de Estado y de gobierno pero Francisco tiene la forma propia de un sacerdote, de un pastor”, continuó el exvocero, quien subrayó que el proyecto de Francisco es muy claro: “inclinar la Iglesia más por lo pastoral que con lo burocrático. Él sigue con el mensaje de Jesús, con la cercanía a la gente y a sus realidades”. 

Mantener la serenidad y la coherencia

La vida de Bergoglio cambió vertiginosamente: de trabajar en las capillas y barrios humildes pasó a convertirse en una especie de celebritie a la que todos quieren escuchar (incluso llegó a ser la tapa de la popular revista Rolling Stone). Sin embargo, jamás perdió la calma. 

Marcó fue uno de los que pudo visitarlo a fines del mes pasado: “Me dijo que estaba muy tranquilo, que jamás había perdido la paz a pesar de tanto trabajo”, afirmó y continuó: “Una cosa que me dijo y es que se sorprende con todo lo que está pasando alrededor de su figura, no le parece normal. Él predica algo a la mañana en Santa Marta o en cualquier lugar, y eso tiene repercusión en todo el mundo. Se sorprende mucho porque siempre hizo y dijo lo mismo pero, de repente, eso se amplifica. Esto tiene que servir para poner la mirada en esos otros “Jorges Bergolglio” que están en todo el mundo pero que no vemos”. 

Esta sorpresa no es compartida con Marcó, quien asegura que una de las razones de esta popularidad se debe a que Francisco “es un líder creíble”. “Muchos han dicho las cosas que el predica pero él tiene una vida entera que lo avala”. 

Habemus Papam

El 13 de marzo del año pasado, 155 cardenales se reunieron en un cónclave con el objetivo de encontrar el nuevo timón de la Iglesia Católica. El mundo miraba al italiano Angelo Scola como el posible sucesor de Benedicto XVI y nadie se esperaba un Papa argentino. 

A las 19.06, hora de Roma, el Cardenal francés, Jean Louis- Tauran, anunció quién sería el nuevo Papa: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam” (Les anuncio un gran gozo: ¡Tenemos Papa!), dijo el enviado desde el balcón central de la basílica de San Pedro en el Vaticano, ante una plaza colmada de fieles. “Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum, Dominum Georgium Marium Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Bergoglio” (El eminentísimo y reverendísimo Señor, Don Jorge Mario, cardenal de la Santa Iglesia Romana Bergoglio” había proclamado), anunció en latín, mientras quienes seguíamos la transmisión desde Argentina nos preguntábamos incrédulos si realmente habíamos entendido bien. Los relatores tradujeron asombrados: el elegido venía desde nuestro país y se había impuesto el nombre de Francisco.

“Fratelli e sorelle, buona sera (hermanos y hermanas, buenas noches)", fueron las palabras con las que se presentó. "Ustedes saben que el deber del cónclave era de darle un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales fueron a buscarlo casi al fin del mundo", siguió Bergoglio, con acento argentino, pero en perfecto italiano, haciendo estallar en una ovación a la multitud.

Sacerdote, maestro, jesuita y primer americano

Bergoglio fue ordenado sacerdote en 1969. De 1973 a 1979 se desempeñó como superior provincial de los jesuitas en Argentina. Desde 1980 hasta 1986 fue rector del Colegio Máximo y de la facultad de Filosofía y Teología de San Miguel. Luego de un breve paso por Alemania y por Buenos Aires, se radicó en Córdoba durante seis años.

Su espiritualidad y carácter llamaron la atención del cardenal Antonio Quarracino, y el 20 de mayo de 1992 Juan Pablo II lo designó obispo titular de la Diócesis de Oca y uno de los cuatro obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Luego, el 3 de junio de 1997 fue designado arzobispo coadjutor de Buenos Aires con derecho a sucesión y ocupó el cargo de su mentor en el episcopado tras su muerte, en 1998.

El papa Juan Pablo II ordenó  a Bergoglio cardenal presbítero de San Roberto Belarmino el 21 de febrero de 2001. Tras la muerte de dicho pontífice, el 2 de abril de 2005, fue considerado como uno de los candidatos para ocupar el solio de San Pedro, cargo para el que fue elegido finalmente Joseph Ratzinger, quien adoptó el nombre papal de Benedicto XVI.

Bergoglio fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos períodos consecutivos, desde noviembre de 2005 hasta noviembre de 2011. 

Cuando el año pasado lo designaron como Papa, manifestó su voluntad de ser conocido como 'Francisco', en honor del santo de Asís. Es el primer sucesor de Pedro de formación jesuítica y el primero proveniente del Hemisferio Sur. Es el primer pontífice originario de América, el primero hispanoamericano y el primero no europeo desde el sirio Gregorio III —fallecido en 741—.

Además de su español natal, Francisco habla fluidamente latín, italiano, alemán, francés e inglés. Conocido por su actitud de humildad, su preocupación por los pobres, marginados y sufrientes de distinta extracción, y su compromiso de diálogo con personas de diferentes orígenes y credos, Francisco mostró una variedad de gestos pastorales indicativos de sencillez. 

Apuntes de su juventud

Bergoglio nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936. Sus padres eran italianos. Ellos escaparon de Italia cuando Mussolini tomó el poder. La familia se instaló en Flores. Jorge estudió ingeniería química en un secundario técnico, trabajó brevemente en un laboratorio y hasta hizo changas como portero de una discoteca, todo antes de entrar al seminario como novicio de la Compañía de Jesús. Hincha de San Lorenzo, amante del tango y lector de Borges, quien supo invitarlo a una de sus clases. 

Su madre se disgustó mucho cuando Jorge ingresó al seminario. Fue una elección que sorprendió a toda su familia. Su decisión fue una revelación. A los 17 años, cuando iba a encontrarse con unos amigos, pasó frente a una iglesia y sintió el llamado de Dios. “Fue como si alguien me hubiera agarrado desde adentro y me hubiera llevado a confesar. Cuando entré sentí que tenía que convertirme en cura, no tuve ninguna duda”, contó después.