Ciencia

Usan ketamina para tratar la depresión y la ansiedad

Se trata de una droga sintética que se utiliza en medicina y en veterinaria por sus propiedades sedantes, analgésicas y anestésicas. Preocupa, sin embargo, el riesgo de abuso.

La ketamina, un anestésico que se hizo popular por primera vez en el movimiento contracultural hippie de los años 70 y luego como droga de discoteca conocida como “Special K”, ha surgido recientemente como un prometedor tratamiento de salud mental.

A diferencia de los antidepresivos convencionales, que actúan aumentando los niveles de serotonina, la ketamina parece incidir en un neurotransmisor llamado glutamato, que se cree que interviene en la regulación del estado de ánimo. En los primeros ensayos, los pacientes que padecen una amplia gama de trastornos del estado de ánimo resistentes a los fármacos, como el trastorno depresivo mayor, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo compulsivo y el trastorno de ansiedad social, han visto mejorar sus síntomas, a menudo de forma inmediata.

Por lo general, los pacientes toman ketamina por vía intravenosa, en aerosol nasal o en pastillas una o dos veces por semana durante seis u ocho semanas (aunque puede ser más tiempo). Las sesiones duran de una a dos horas y pueden provocar sensaciones de disociación o de desconexión de la realidad, y de euforia.

El auge de la ketamina ha ampliado el acceso a miles de personas que podrían beneficiarse de ella, pero algunos científicos y médicos se preocupan de que el fármaco no esté aún listo para su uso generalizado. “Entiendo la prisa por la ketamina, tanto en las clínicas privadas como en las públicas”, afirma la Dra. Carolyn Rodríguez, directora del Laboratorio de Terapéutica Traslacional de la Universidad de Stanford, que realizó un pequeño ensayo inicial con ketamina para tratar el trastorno obsesivo compulsivo, y observó una impresionante e inmediata disminución de los síntomas. Pero, dada la falta de datos a largo plazo, el potencial de efectos secundarios preocupantes y la posibilidad de abuso, “creo que la ketamina aún no está preparada para un uso general seguro”, dijo.

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