Uso medicinal y la lucha de los cultivadores contra los “cogolleros”

A poco más de un año de la creación del Registro del Programa de Cannabis para uso medicinal, diario Hoy analiza cuál es la situación actual del mismo, las nuevas medidas y el problema de los cultivadores.

Pasado el primer aniversario de que el Ministerio de Salud nacional crea­ra el programa Reprocann, ya hay en el país cerca de 50.000 usuarios que están habilitados para cultivar, transportar y consumir la planta para uso terapéutico.

Pero, ¿qué es exactamente este programa nacional? Es una base de datos diseñada para poder registrar a aquellas personas que cuenten con las condiciones para acceder a un cultivo controlado de la planta de cannabis, con fines de tratamiento medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor. Con el permiso del Reprocann el usuario puede cultivar hasta nueve (antes eran seis) plantas de cannabis en su propia casa y al aire libre en un espacio que no supere los seis metros cuadrados (antes eran tres), consumir en la vía pública y transportar hasta 40 gramos de flores o hasta seis frascos de aceite.

Realmente esto era algo inimaginable hace un tiempo, pero esta planta para uso medicinal empezó a mostrar signos vitales de legalidad en serio en la Argentina. Las farmacias ya venden entre dos y tres productos con CBD fabricados en laboratorios y, lo que es más paradigmático, ya hay miles de usuarios habilitados por el Estado para consumir, cultivar en sus casas y transportar dentro del país la marihuana con este fin.

En primera persona

Raquel Teresa Montivero es una mujer de 72 años que sufre de varios y dolorosos problemas de salud como artritis, reuma y principios de fibromialgia (está en estudios) y que todos los días paliaba con hasta 17 medicamentos. “Mis hijos muchas veces me hablaron de esto, y aunque tenía que tomar tantas pastillas lo prefería a la marihuana”, expresó Raquel al contar su historia. “Un día vino a la Facultad a dar una charla el doctor Marcelo Morante, yo no sabía quién era pero mi hijo más grande me llevó. Allí el doctor empezó a contar cómo se metió en el mundo del cannabis para ayudar a su hermana, que padece lupus”, añadió y destacó que al término de la charla “me puse a llorar, abracé a mi hijo y le dije que íbamos a hacer todo lo que los tres decidan (por los hijos) porque me quieren ver bien”. A partir de ahí intentaron en vano sacar turno con el especialista, ya que contaba con una agenda cargada. Tras varios intentos consiguieron, de casualidad, turno de atención con Mariela Morante, la hermana.

“Después de tres turnos con Mariela, en el que me iba sacando medicaciones de a poco para probar con otras, me dijo dónde comprar y qué aceite”, expresó contenta Raquel. “No te puedo explicar el cambio que sentí. Puedo hacer cosas, puedo dormir, me cambió el humor, corto el pasto, me sacó el dolor y años de encima” terminó diciendo la señora Montivero, cuya vitalidad cambió a partir del uso controlado del aceite.

Los “cogolleros”, el enemigo

Juan Pablo es un cultivador platense que desde hace varios años realiza esta actividad pero recién ahora lo hace bajo la legalidad gracias al Reprocann. Cultiva para su hijita que padece autismo; y dialogó con diario Hoy para que explique cuál es el problema de los cultivadores, o denominados “cogolleros”: “Los cogolleros son esas ratas que esperan que vos hagas todo el laburo de cultivar la planta y cuando está para cosechar, se meten a tu casa y te roban las ramas. A mí me pasó una vez y tuve que alambrar el fondo, pero es un problema serio porque yo lo hago para mi hija, y si me roban no tengo cómo hacer la medicación”. Juan Pablo, a la vez, recomienda la página https://www.mama­cultivaargentina.org/ para informase bien sobre esta temática, y la del Gobierno https://www.argentina.gob.ar/salud/cannabis-medicinal/reprocann.

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