Bielorrusia, el país donde nada pasa
Los dirigentes bielorrusos parecen no tomar nota de la pandemia mundial: su rutina no ha cambiado tras la llegada del coronavirus
Mientras Sudamérica se queja de la relajada actitud del presidente de Brasil respecto al coronavirus, en Europa todavía hay un país que parece no enterarse de la grave crisis a nivel mundial que ha causado el Covid-19.
Mientras Rusia y Ucrania han extremado sus precauciones y cerrado sus fronteras, Bielorrusia no ha disminuido el ritmo de su vida diaria a pesar de la pandemia.
Además, las cifras dadas a conocer por el gobierno han sido puestas en duda, no solo por los partidos políticos opositores al presidente Aleksandr Lukashenko, sino también por organismos internacionales que ven con extrema preocupación su inacción ante este problema que aqueja al mundo entero.
Tan escasa es la inquietud de los dirigentes políticos que detentan el poder en este país de Europa Oriental que ayer el equipo de fútbol que representa a su capital, FC Minsk, cayó a manos de Torpedo Zhodino como local por 5-2.
Esto muestra la posición tanto del gobierno como de la federación de fútbol en relación con la pandemia, ya que 22 jugadores, 4 integrantes de la terna arbitral y una veintena de integrantes de los cuerpos técnicos y los bancos de suplentes estuvieron en el campo de juego sin respetar ninguna de las recomendaciones de la OMS y mucho menos, claro está, la distancia social. Solo uno de los alcanzapelotas se mostró con un barbijo; el resto parecía no haberse enterado de lo que sucede en el planeta.
Las tribunas del estadio de FC Mink, en tanto, lucieron llenas, pero de aire. Si alguien se tomara el trabajo de contar los asistentes al partido, indicaría que había más personas dentro del rectángulo de juego que fuera de él. Esto demuestra que, si bien la actitud del gobierno bielorruso es la de fingir que nada pasa, la de sus habitantes es coherente con la realidad.
De poco sirven las palabras de su líder político alentando a la población con arengas de vestuario. El pueblo teme lo que pueda suceder y actúa en consecuencia; en el caso del fútbol, sin concurrir a los estadios, a pesar de que sus equipos aún jueguen.
Los dirigentes de los clubes sí tomaron nota del vacío en las tribunas y buscaron reemplazar a los hinchas con maniquíes, vendiendo entradas virtuales a quienes quisieran “estar en la cancha”. De esta manera, las figuras lucían en su cabeza la cara de un simpatizante pegada en una impresión de papel. La paparruchada propuesta por algunos clubes fue un fracaso rotundo.
En Bielorrusia todo sigue como siempre: las fronteras están abiertas, la gente sigue yendo a trabajar y el presidente dice que su país no necesita tomar ninguna medida de precaución para contener la propagación del coronavirus.
“El fútbol, el vodka y los deportes de invierno sirven para derrotar al coronavirus. Es mejor morir de pie que vivir de rodillas. No hay virus en el hielo, esto es un refrigerador. Vivo la misma vida que he vivido y ayer tuve una sesión de entrenamiento. Nos reunimos, nos damos la mano, nos abrazamos, nos golpeamos”, dijo el mandatario en un discurso dialécticamente reconfortante, pero que tendrá que ser contrastado con las cifras, una vez que la humanidad haya pasado por esta pandemia.