Entrevista exclusiva

“Días que pasan son días que se sigue derramando sangre”

Diario Hoy dialogó con Christian Lamesa, analista internacional y escritor argentino que en este momento está en Rusia. Relató cómo se vive desde allí el conflicto bélico que tiene en vilo al mundo.

En medio del conflicto bélico, este multimedio dialogó con el analista internacional y autor de La paternidad del mal, Christian Lamesa, sobre cómo se vive desde Rusia la escalada de tensión con Ucrania.

—Ya comenzaron las negociaciones, ¿cómo analiza la situación hoy?

—Después de muchas idas y vueltas del presidente de Ucrania, estuvieron toda la jornada los representantes de las delegaciones. El día anterior tendrían que haberse iniciado las negociaciones, pero la parte ucraniana no se presentó. Días que pasan son días que se sigue derramando sangre. Ahora quedó la promesa de seguir negociando, no habría un alto al fuego, pero baja la intensidad de las acciones militares. Desgraciadamente, esto no corre para los terroristas nacionalistas ucranianos que hicieron una matanza sobre un grupo de civiles que pusieron bandera blanca, pero igual fueron masacrados por las milicias ucranianas.

—¿Cómo convive la población ucraniana con estos extremistas?

—Son grupos con sobredimensionada participación política en los gabinetes, pero el partido de ultraderecha no tiene representantes en la Cámara de Diputados porque la gente no los vota, pero sí están sobredimensionados en el ámbito político. Dentro de Ucrania mantienen una extrema violencia, si van por la calle y escuchan a alguien hablar ruso, le dan palizas.

—¿Es posible pensar en que se va a detener el fuego o vamos a ver esto mucho más?

—Es difícil pensar en ello porque, por un lado, está el presidente Putin, un estadista y con un gabinete con capacidad muy grande; del otro lado tenemos una persona sin ninguna ­experiencia política, manejado por estos grupos de ultraderecha, el Departamento de Estado (de EE. UU.) y la Unión Europea, al punto tal que lo envalentonaron y llevaron a esta encrucijada, le soltaron la mano y terminamos con esta situación terrible. Ante este desbalance de capacidades políticas, es difícil hacer un pronóstico.

Espero que haya factores internos que hagan entrar a Zelenski en razones y esto derive en un entendimiento respecto de las peticiones de seguridad de Rusia. Si no, esto sigue y se incrementa la escalada fogoneada por la Unión Europea y Estados Unidos. La parte rusa ordenó a quienes tengan el control de armas nucleares y no nuclea­res que estén en alerta, no significa que vayan a disparar, sino que estén en alerta.

Hace pocos días la OTAN llamó a una reunión de emergencia e invitó a Suecia y Finlandia, este un país de frontera con Rusia y que desde 1948 tiene posición de neutralidad. Esto hace escalar la violencia. Si continúa el panorama, se me hace bastante oscuro.

—Cómo toma esto la población rusa?

—La población rusa lo toma de múltiples maneras. Por un lado, con una gran congoja porque son pueblos hermanos. La familia con la que convivo tiene familia en Kiev, con la que se comunican todos los días, son personas que no pueden hablar su lengua materna en las calles. Es una situación de dolor, congoja y tristeza. También es algo que venían pidiendo hace ocho años a Putin, que no se permitieran los abusos en el Donbás, que se protegiera a la población. Es una situación no deseada, pero saben bien que no le dejaron otra alternativa más que la intervención para liberar a Ucrania de estas bandas neonazis.

Hay un detalle, y es que hablamos de un pueblo y un líder como Putin que pertenecen a un país que enfrentó la invasión nazi en el territorio. No hay nadie que no tenga un familiar directo que no lo haya vivido, fue algo doloroso y por eso se conmemora el Día de la Victoria en mayo de cada año. No quieren guerras, pero tampoco que los vuelvan a masacrar.

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