Israel responde a la ONU con miles de nuevas viviendas ilegales en Palestina

El gobierno de Netanyahu ordenó extender los asentamientos en los territorios ocupados. Es en represalia al reconocimiento del nuevo Estado árabe. Las colonias, el principal obstáculo para la paz.

Mientras las felicitaciones continuaban llegando ayer desde todas partes del mundo y los festejos en Gaza y Cisjordania se prolongaban tras el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro de Naciones Unidas, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, comenzaba a ejecutar sus amenazas y ordenaba la aprobación de tres mil nuevas viviendas ilegales en los territorios ocupados. 

La primera represalia del gobierno de Israel consistió en autorizar la construcción de las casas en colonias de Jerusalén y Cisjordania, en tanto que se decidió acelerar la planificación para el levantamiento de otras mil viviendas en la región ocupada de Palestina y, según Netanyahu, “se enmarca en los intereses estratégicos del país”.  Acelerar la expansión de los asentamientos forma parte de la batería de amenazas que Israel hizo llegar a los palestinos durante los días previos a la votación y con la que pretendía que el presidente Mahmud Abas se echara para atrás y renunciara a llegar hasta la ONU. Recortar las cuotas de agua a las que los palestinos tienen acceso o disminuir el número de permisos de trabajo para las personas árabes que trabajan en Israel son otras de las medidas que los hebreos barajan.

La aplastante votación de 138 países a favor de Palestina contra sólo nueve que apoyaron a Israel en la ONU se entiende justamente, en parte, por la política israelí de expansión de sus asentamientos, donde cerca de medio millón de colonos judíos viven en territorios palestinos ocupados, por la fuerza militar, considerados ilegales por todos los organismos internacionales. 

La colonización no sólo es el principal punto por el cual las negociaciones de paz entre ambos gobiernos están estancadas (Palestina se niega a dialogar mientras su vecino y rival siga construyendo en sus territorios, sin atenerse a ninguna legislación), sino que se constituye en casi una “declaración de guerra” al pueblo palestino: la nueva y voluminosa expansión de colonias toca una fibra extremadamente sensible, que en la jerga diplomática se conoce como E-1. Se trata de una zona cercana a Jerusalén que, de construirse, impediría la continuidad territorial entre el norte y el sur de Cisjordania, haciendo imposible cualquier construcción soberana a futuro. 

La respuesta a la victoria política y diplomática de Palestina es a través de la fuerza, de la prepotencia militar, de la ocupación de territorios y la violación de toda la legislación internacional. Palestina resiste, pero la paz en Medio Oriente está cada vez más lejos.