Análisis del sociólogo Salvador Cardús y Ros
“La sociedad catalana está movilizada y dispuesta a defender sus derechos”
Así lo afirmó ante este medio el sociólogo y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, Salvador Cardús y Ros. Además, señaló que el gobierno español intentó ocultar la represión del pasado domingo, y que la concepción de “nación” de Madrid es “homogeneizadora” y “no soporta la diversidad”
El referéndum realizado el domingo pasado en Cataluña, que motivó una fuerte represión por parte de la Guardia Civil Española, puso en el centro de la discusión mundial el proceso de independencia abierto en suelo catalán. Ocupada por España desde 1714 tras el fin de la Guerra de la Sucesión, la región ha estado siempre sumergida en un sinfín de conflictos políticos, que tienen como corolario el crecimiento de un sentimiento nacionalista que busca la emancipación del territorio ibérico.
En diálogo con diario Hoy, el sociólogo, escritor, doctor en Ciencias Económicas y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, Salvador Cardús y Ros, defendió el curso independentista iniciado en Cataluña, a la vez que criticó con dureza la actitud asumida por el gobierno de Mariano Rajoy y el rey Felipe VI. Además, aseguró que la situación actual se da por años de “represión lingüística, humillación política, abuso fiscal y acoso político” del Estado español sobre tierra catalana.
—¿Cómo observa el proceso de independencia abierto en Cataluña?
—Se trata de un largo camino iniciado en 2006, cuando el intento de proteger el autogobierno de Cataluña por las vías legales fracasó estrepitosamente. A partir de allí, el independentismo no dejó de crecer, como muestran todos los estudios de opinión pública. Los intentos de diálogo para buscar soluciones con los gobiernos españoles nunca han sido atendidos, y así se ha avanzado hasta este punto.
—¿Cuál es su postura sobre la violenta represión desatada por parte de la Guardia Civil el domingo pasado, mientras se llevaba adelante el referéndum?
—Estoy indignado con la salvaje represión del domingo. Si la Justicia ya había decidido que el referéndum no tenía ningún valor, ¿por qué reprimir lo que no pasaba a ser un mero ejercicio de libertad de expresión? ¿Es que puede ser delito la simple reunión de ciudadanos para llevar a cabo lo que el Estado consideraba un acto sin ningún valor político? Por otra parte, resulta más grave aún la negación y ocultación de tal represión por parte del gobierno y de los medios de comunicación españoles, intentando negar la evidencia. Afortunadamente, la prensa extranjera ha hecho bien su trabajo.
—¿Cómo se explica en pocas palabras por qué el pueblo catalán quiere independizarse de España?
—La historia es muy antigua. Años de represión lingüística, humillación política, abuso fiscal y acoso político en los diez últimos años, desde que se intentó cambiar el Estatuto de Cataluña por los cauces legales. La concepción de nación española es homogeneizadora, no soporta la diversidad. Que Cataluña se independice es visto como una humillación insoportable.
—De acuerdo a trascendidos, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, declararía la independencia de Cataluña mañana. ¿Cómo se preparan para ese momento?
—Los catalanes somos demócratas y aceptamos lo que deciden las mayorías políticas. Las urnas muestran las diferencias propias de toda sociedad plural y diversa. La mayoría política del gobierno y el Parlamento catalán tenían la obligación de celebrar un referéndum, porque era su compromiso electoral. El Estado español ha puesto todo tipo de obstáculos para que no se celebrara. La situación es de espera tensa, dispuestos a nuevas movilizaciones según los ataques que puedan recibirse.
—¿Qué le parecieron los discursos que mantuvieron Felipe VI y el presidente Mariano Rajoy?
—Los discursos del rey, de Rajoy y de sus ministros se limitan a la amenaza de “males mayores”. No se ve ningún margen para el diálogo, quizás hasta que se los pueda forzar desde el exterior, justo en el momento en que el conflicto tenga repercusiones económicas globales.
—¿Qué cree que llevó al rey a hacer una prédica con esas características?
—El rey se limitó a hacer el mismo discurso que el gobierno, y lo más probable es que fuera un discurso preparado por ellos. Perdió la oportunidad de actuar como árbitro y optó por sumarse a una de las partes. Incluso sin hacer ninguna mención a los excesos de la represión y a los 800 heridos. Ya no es el rey de la mayoría de los catalanes.
—¿Cómo viven estas jornadas cargadas de emotividad y de manifestaciones populares en las calles?
—Para mí fue una sorpresa. En mi ciudad, Tarrasa, nunca se había visto una concentración tan enorme en ninguna otra circunstancia. La sociedad catalana está movilizada y dispuesta a defender sus derechos.
—¿Cuál cree que sería el futuro que le espera a Cataluña si el objetivo de la independencia se consigue en los próximos meses?
—Como es habitual en los países recién independizados en un entorno avanzado, los primeros años son de un gran despegue social y económico. La población está politizada y participa activamente y el empuje económico es extraordinario. La ambición de los catalanes es ser la Dinamarca del sur de Europa en los próximos años.
Crecimiento de los movimientos emancipatorios
En otro de los tramos de su charla con nuestro medio, Salvador Cardús y Ros se refirió a la posibilidad de crecimiento que pueden llegar a tener los movimientos independentistas en Europa y el mundo, en caso de que Cataluña se emancipe de España. Para el exdecano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, “el temor no está justificado. En Escocia y Quebec, también en Irlanda, tienen su propio recorrido político y no necesitan, ni les conviene, seguir a Cataluña. Además, en cada caso, las razones históricas, sociales y el marco político son muy distintos”.
Además, según el autor de 14 libros y colaborador en otras tantas obras colectivas, no se puede comparar lo que sucede en suelo catalán con lo que pasa en el País Vasco, al norte de España, ya que allí, según expresó, “existe un problema previo por resolver, de reconciliación interna, sin la cual no se puede seguir adelante con ningún proyecto de futuro. Además, con su situación económica, no les urge buscar cambios inmediatos. Creo que se trata de un análisis de carácter conservador, para poner obstáculos”.
