Barbarie extrema

La Argentina, hace solo algunas décadas, era considerada el país más civilizado del continente. El hecho de contar con una clase media pujante, con pleno empleo (trabajo genuino) e índices de pobreza casi ine­xistentes, generaba condiciones de vida que nos ponían en un pie de igualdad con las naciones más desarrolladas del mundo. Lamentablemente, poco queda de esa nación que llegó a ser bautizada con el slogan “Argentina potencia”.
Estamos viviendo en una sociedad que es capaz de generar delincuentes enfermos capaces de violar y asesinar a una adolescente como Angeles Rawson, de 16 años, para luego arrojar el cadáver a un contenedor de basura. Eso no fue todo: un día antes, un malviviente entró a robar a la casa de una jubilada en La Plata, y terminó abusando de ella.
No es producto de la casualidad. Estamos viviendo la consecuencia del deterioro social que se viene registrando en todos los niveles institucionales del país. Y que tiene al gobierno nacional como el máximo responsable.

Relato artificial
Desde el mismo momento en que Néstor Kirchner puso un pie en la Casa Rosada, el kirchnerismo intentó imponer un relato artificial en el cual la inseguridad pasó a ser  considerada como una “me­ra sensación”. Por eso, esgrimiendo absurdos argumentos ideológicos, la administración K se negó sistemáticamente a poner en marcha el Registro Nacional de Datos Genéticos Vinculados a Delitos contra la Integridad Sexual, que podría constituir una importante herramienta pa­ra combatir este tipo de delincuentes.
El proyecto para crear dicho registro recibió me­dia sanción en el senado en 2011, pero se encuentra cajoneado en la Cámara de Diputados, donde los K tienen amplia mayoría.  Quizás, de haber existido esta herramienta, el o los asesinos que atacaron a Angeles hubiesen estado tras las rejas y la adolescente ahora estaría viva, disfrutando con sus padres el hecho de haber logrado ser el mejor promedio en su colegio. 
Tanto la Presidenta como su marido muerto jamás se conmovieron cuando  la delincuencia se cobraba la vida de ciudadanos inocentes, mientras al mismo tiempo se destruían las fuerzas de seguridad que deberían estar cuidando la vida de los ciudadanos.
Para colmo, desde la Casa Rosada se enarboló un discurso sobre la defensa de los derechos humanos que sólo se circunscribe a algunos hechos ocurridos durante la dictadura militar, mientras en la actualidad el Estado mira para otro lado cuando se violan todos los días los derechos de ni­ños, ancianos y ciudadanos de todas las edades.
¿Si no se pudo salvar a una adolescente de clase media acomodada, en el corazón de la Capital Federal, que posibilidades tienen las niñas de los sectores socialmente más postergados de nuestro país, que viven en condiciones tan miserables como las que se pueden encontrar en África, de no ser víctimas de un delito sexual, de las redes de trata o del narcotráfico?  
Con un país teniendo uno de cada tres compatriotas viviendo en situación de pobreza o indigencia, con un millón de jóvenes que no estudian ni trabajan, teniendo como única forma de subsistir algunas de las dádivas del clientelismo político, lamentablemente seguirán habiendo otras Angeles. 
“Hay una conflictividad social que es generada y hasta incentivada por el propio poder político que agrade a todo aquel que piensa diferente, como acaba de ocurrir con los jueces de la Corte. Hay una crispación muy visible, que se traduce en una situación de anomia generalizada, donde se desdibujan los valores”, le dijo a Hoy el destacado médico psiquiatra y médico legista, Miguel Maldonado.Y agregó: “Si del propio poder se manda un mensaje del todo vale, con presuntos testaferros que amasan millones por los negocios que tiene con el poder y que por ello son protegidos, como es el caso de Lázaro Báez, sin recibir ningún tipo de castigo, las consecuencias pueden ser muy serias”.

Realidad paralela
de CFK
Pareciera que viajar tanto en helicóptero y en avión no le permite ver a la presidenta observar que, en tierra firme, se viene registrando una situación de pre-anarquía realmente muy grave. Un ejemplo del descontrol reinante se pudo ver anoche cuando un puñado de vecinos, para reclamar por un chico supuestamente ahogado en una tosquera, bloqueó la autopista Buenos Aires-La Plata y generó un caos impresionante en el tránsito.  Fue la cabal muestra que amplios sectores de la sociedad descreen de las instituciones, y consideran que solamente protestando y afectando el derecho de terceros, como si estuviésemos regido por la ley de la selva, se obtienen respuestas a los pedidos. Si seguimos por este camino, nos espera un futuro muy negro.
No todo está perdido. La ciudadanía tiene el instrumento más efectivo para cambiar la realidad del país: el voto. De poco sirve quejarse en familia o entre amigos, si ese malestar luego no se hace concreto a la hora de ingresar al cuarto oscuro. 
El soberano puede decirle basta a este nefasto gobierno, votando en contra. No sólo eso, la ciudadanía en general tienen que estar muy atenta –y actuar en consecuencia- para evitar que un gobierno como el kirchnerista, que está enfermo de poder, busque eternizarse mediante distintas formas de fraude.

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