Coronel Suárez: una escuela rural en serio peligro de contaminación por agrotóxicos
En la Provincia existe un total de 3.244 escuelas rurales, una de las cuales está en el partido de Coronel Suárez.
En una noticia que difundió como primicia el periódico local “Nuevo Día Digital”, se detectó pesticida en el aire y en el agua, según se desprende de un informe de 100 páginas brindado por el Centro de Estudios Legales del Medio Ambiente, que declaró que dichas escuelas están sin protección frente a los agrotóxicos de las fumigadoras que realizan la tarea en campos suarences.
Se reclama control sanitario, protección, seguridad y prevención en los terrenos vecinos a la Escuela, tanto por la proximidad de los alumnos y docentes.
El CELMA, organización que preside Andrés Carrera, investigador de la UBA que reveló efectos nocivos del glifosato, y presentó documentos de relevamiento a la Provincia para modificar el régimen jurídico sobre los agrotóxicos, que no establece protección sobre escuelas rurales. La única restricción que aplica es una zona de resguardo de 2 kilómetros de los centros poblados para las aplicaciones aéreas del veneno.
Se pidió la creación de cortinas forestales inteligentes en los perímetros de todos los establecimientos educativos rurales para mitigar y neutralizar toda posible derivación de agrotóxicos, un relevamiento sanitario de todos los establecimientos educativos rurales, un relevamiento ambiental y un análisis sobre el agua utilizada para el consumo.
En uno de los relevamientos, el Coordinador Temático de Medio ambiente del Municipio de Coronel Suarez, Emanuel Garrido, se puede comprobar la presencia de glifosato en atmósfera, como así también en aguas de lluvia que luego van a las napas para ser consumidas en los establecimientos.
“Se aplican plaguicidas semiperimetralmente en 23 escuelas rurales con casi cero metros de baffer”, afirma el informe con material fotográfico. La contundente imagen donde se aplica pesticida en horario de recreo a metros de los chicos.
Los agroquímicos utilizados en el control de plagas y los fertilizantes y aditivos destinados a maximizar los rendimientos de cosecha y mejorar la calidad edafológica poseen una marcada incidencia ambiental. Son capaces de producir contaminación en suelos y aguas tanto superficiales como subterráneas, generando riesgo de intoxicación de seres vivos, de lo cual no se encuentra excluido el hombre.
El problema empezó a crecer a partir de 1996, con la transformación de la agricultura tradicional hacia la agro industrial, con cambios fuertes dentro de la Argentina, con el ingreso de los OGM (organismos genéticamente modificados).