Cristina Kirchner se pone al frente del armado peronista
Cristina Fernández de Kirchner recuperó el liderazgo en el armado opositor mientras Axel Kicillof consolida su espacio propio y Sergio Massa marca condiciones para seguir dentro del juego. La interna peronista se recalienta con miras al cierre de alianzas y al intento de frenar el avance libertario.
A medida que se acerca el cierre de alianzas en la provincia de Buenos Aires, el peronismo transita un laberinto interno con final incierto. Cristina Fernández de Kirchner se mueve con decisión para reorganizar el tablero político, concentrando conversaciones, encuestas y reuniones en su despacho del Instituto Patria. Sin embargo, el terreno que pisa está sembrado de obstáculos: un gobernador que busca su autonomía, un exministro de Economía que avisa que puede jugar solo y una dirigencia fragmentada que aún no encuentra una hoja de ruta común.
Lejos de un simple operativo clamor, el protagonismo de la expresidenta no parece orientado hoy hacia una candidatura personal, sino a una operación más compleja: evitar la implosión del peronismo, contener a sus distintos sectores y preparar una oferta electoral competitiva frente al avance libertario. Las señales son múltiples. Esta semana encabezó una reunión en la sede nacional del PJ, prepara una visita a Corrientes para respaldar a un candidato local y prevé una entrevista televisiva con alto contenido político.
Cristina intenta marcar el ritmo, pero no impone sin resistencias. Axel Kicillof, con el lanzamiento formal de su espacio “Movimiento Derecho al Futuro”, mostró fuerza propia ante una multitud bonaerense, desplegó su músculo territorial e instaló una narrativa de ampliación que excede al kirchnerismo tradicional. Su propuesta, sin embargo, no incluye por ahora una confrontación abierta con su mentora política. Todo lo contrario: en su discurso evitó mencionar a Cristina y prefirió polarizar directamente con Javier Milei, cuidando no dinamitar los puentes que aún lo conectan con el núcleo duro del peronismo.
Pero el vínculo está tensionado. Desde el entorno de la expresidenta transmiten incomodidad con el desdoblamiento electoral bonaerense, decisión que —según algunos armadores nacionales— fue tomada sin consulta y con cálculo propio. Tampoco cayó bien la serie de condiciones que el axelismo busca imponer en la mesa de negociaciones: más lugares en las listas, respaldo explícito a su gestión y disciplina legislativa sin fisuras. “No se puede hablar de unidad exigiendo obediencia ciega”, repiten cerca de Cristina.
En paralelo, Sergio Massa mantiene un perfil bajo pero activo. No define aún su futuro electoral, aunque su entorno afirma que evalúa regresar al Congreso si hay una propuesta política que lo justifique. En privado, advierte que la unidad es indispensable, pero no inevitable. “Si no hay síntesis, nosotros vamos a preservar nuestro espacio”, aseguran desde el Frente Renovador, que ya proyecta un plan alternativo en caso de fractura. Las conversaciones con Cristina y Kicillof siguen abiertas, pero Massa también explora alianzas propias y monitorea la escena con atención quirúrgica.
El cronograma avanza: el 9 de julio se formalizan los frentes, y el 7 de septiembre será la prueba de fuego en las urnas bonaerenses. En ese contexto, la estrategia de Cristina apunta a reinstalar al PJ como núcleo de un frente opositor más amplio, que pueda incluir desde intendentes críticos hasta expresiones del progresismo no alineado.