El paraíso de la evasión

Topadoras del municipio de Lomas de Zamora destruyeron 7000 puestos de una feria ilegal y dejaron a La Salada sin competencia. Un comercio informal y millonario que creció a partir de la protección otorgada por la conducción de la AFIP

En momentos en que cualquier pequeño o mediano comerciante que comete un error con una boleta o se atrasa en el pago de algún impuesto, puede ser víctima de la extorsión y de los aprietes de la AFIP, a 80 kilómetros de La Plata, en el partido de Lomas de Zamora, se levanta el paraíso de la evasión: la feria mundialmente conocida como “La Salada”.

Se trata de un negocio ilegal que tiene sucursales en el interior del país y se sospecha que mueve alrededor de 220 millones de pesos por día, en una suerte de mercado negro donde prácticamente no se paga ninguna clase de impuestos y que estaría relacionado con distintas mafias que regentean el narcotráfico, la trata de blancas y el contrabando (ver página 4). Una clara muestra de ello ocurrió ayer cuando topadoras del municipio arrasaron con unos 7000 puestos de una feria informal lindante conocida como La Ribera, que estaba regenteada por barrabravas de distintos clubes. De esta manera, La Salada  se quedó sin competencia.

La Salada es un predio conformado por tres ferias – Urkupiña S.A, cooperativa Ocean y Punta Mogotes SCA- que comenzó a funcionar en 1991, en terrenos que estaban abandonados en la localidad de Ingeniero Budge y fueron ocupados por un puñado de ciudadanos de nacionalidad boliviana que se instalaron para vender ropas importadas y comida, en la más absoluta informalidad. Pero su mayor desarrollo se produjo durante la era K, cuando con el apoyo de sectores políticos La Salada se convirtió en la feria ilegal más grande del continente.

En ese contexto, distintas fuentes consultadas por Hoy atribuyen el crecimiento exponencial de la feria en los últimos años al manto de protección que le otorga la AFIP, que es conducida desde más de un lustro por Ricardo Echegaray. Es tal la impunidad reinante, que hasta se arman tours de compras que vienen desde países limítrofes para comprar en Ingeniero Bugde, llevándose enormes cantidades de mercadería. En ese sentido, no solamente la AFIP hace la vista gorda, sino que evidentemente existe la decisión de que la Aduana –que forma parte del organismo recaudador- no ejerza ningún tipo de control en las fronteras, cuando es el ente gubernamental que debería encargarse de combatir el contrabando.

Al frente de la Aduana, actualmente, se encuentra el contador Guillermo Michel, la mano de derecha de Echegaray, que forma parte de la denuncia que fue presentada la semana pasada por la directora del diario Hoy por sus conexiones con una red de empresas que habría sido utilizada para lavar dinero proveniente del narcotráfico. 

Contactos políticos

Uno de los principales responsables de La Salada es Enrique “Quique” Antequera, quien actualmente es candidato a intendente de Lomas de Zamora y forma parte del espacio que lidera el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, el kirchnerista Julián Domínguez, actual candidato a gobernador.

Antequera actualmente preside Urkupiña S.A, la empresa que dio origen al negocio millonario y controla una parte importante del predio. La Salada también está conformada por Punta Mogotes SCA, una firma que actualmente tiene tres juicios iniciados por ARBA por impuestos impagos y es presidida por Jorge Omar Castillo, que se reivindica como un militante del radicalismo. Asimismo, se encuentra la cooperativa Ocean, que en el año 2012 fue intervenida por la Justicia debido a que dos personas distintas (Marcos Jesún Aguilar Lima y Carlos Adolfo Ibañez Torres) se arrogaban simultáneamente la calidad de Presidente del Consejo de Administración de la mencionada Cooperativa.

Asimismo, las fuentes consultadas por Hoy, también afirman que La Salada tiene la protección del municipio de Lomas de Zamora, que comanda Martín Insaurralde, esposo de la voluptuosa vedette Jésica Cirio. Razones no faltan para alimentar esta sospecha: las topadoras que ayer destruyeron los puestos de La Ribera, no avanzaron sobre los puestos de Punta Mogotes, Urkupiña y Ocean, que serían igualmente ilegales. De hecho, las cámaras de TV mostraban ayer como los feriantes desalojados se estaban rearmando para reubicarse La Salada, donde deberán pagar tarifas más elevadas.

En definitiva, La Salada es una metáfora de la mal llamada década ganada, donde lo trucho, lo ilegal y lo informal florece de forma alarmante, mientras que los ciudadanos honestos –comerciantes, empresarios y trabajadores- que pagan sus impuestos son permanentemente atosigados por un gobierno que de forma voraz busca recaudar para seguir manteniendo la inmensa estructura clientelar  que armó para obtener el voto fácil y condenar a los pobres a ser cada vez más pobres.

Advertencia de EE.UU

Hace apenas un par de semanas, un informe del Departamento de Comercio de los Estados Unidos volvió a alertar al gobierno argentino sobre el crecimiento exponencial de La Salada, negocio que definió como "el mercado negro más grande de Latinoamérica".

"La Salada sigue operando como el mercado negro más grande de América latina", dice ese informe, y subraya la falta de control por parte del gobierno nacional. "Allí se comercia abiertamente con productos pirateados o de contrabando, porque el control legal ha sido escaso e intermitente, y eso en el mejor de los casos", sostiene.

La autoridad de comercio norteamericana volvió a incluir en marzo a La Salada en su listado de centros de piratería y contrabando comercial. Pero la novedad de este año fue que, junto con la "tolerancia" que advierte en las "autoridades" hacia esa práctica, por primera vez apuntó a la presidenta Cristina Kirchner al mencionar que los directivos del mercado "la acompañan en viajes comerciales al exterior del país".

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