Elecciones 2023: el desafío de la transparencia

A seis días de la definición del balotaje, Carolina Tchintian, investigadora principal de Instituciones Políticas de Cippec, dialogó con diario Hoy y explicó por qué es importante evidenciar la claridad en el proceso electoral.

De cara a la última instancia de balotaje en la que se enfrentarán los candidatos de Unión por la Patria (UP), Sergio Massa, y de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, y en el marco de los resultados finales del escrutinio tras las elecciones generales del 22 de octubre, desde diferentes espacios se refirieron a la posibilidad de fraude del sistema electoral argentino.

En este contexto, el candidato libertario asistió a una entrevista televisiva donde abordaron la temática y una de las preguntas hacía referencia al panorama de un posible triunfo de Sergio Massa, momento en el cual el entrevistador le consulta a Javier Milei si, a partir de este supuesto, asumiría que las elecciones fueron limpias.

El libertario respondió que, a su parecer, en los comicios celebrados el 22 del último mes, “hubo irregularidades de semejante tamaño que ponen en duda el resultado” y afirmó: “El poder electoral está muy influenciado con el poder político. La saben bien a esa que quien cuenta los votos es el que gana”.

En referencia a esto y a las repercusiones que tuvo esa conversación, diario Hoy ­mantuvo una entrevista con Carolina Tchintian, investigadora principal de Instituciones Políticas del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec). La entidad nombrada es una organización independiente, apartidaria y sin fines de lucro que produce “conocimiento y ofrece recomendaciones para construir mejores políticas públicas”, asimismo, trabaja “por un Estado democrático, justo y eficiente que mejore la vida de las personas”.

El comienzo del proceso de escrutinio

Desde ese espacio, Tchintian, habló, en primer lugar, sobre cómo se cuentan los votos en la Argentina: “El conteo arranca a las 18 el día de la elección, en cada una de las más de 100.000 mesas de votación; el presidente de mesa cuenta la cantidad de personas que votaron, corrobora si coincide con la cantidad de votos emitidos y las que existen en el padrón. Así es como comienzan a clasificarlos como ­afirmativos blancos, nulos y se cuenta cuántos votos corresponden a cada partido para cada una de las categorías. Todo esto sucede ante la presencia de los fiscales partidarios que pueden hacer observaciones sobre este proceso”.

Este proceso termina con la elaboración de tres documentos: el telegrama, que sirve para el escrutinio provisorio y que, desde 2019, se transmite de manera digital desde cada uno de los centros de votación a las sucursales de digitalización y sirve para conocer el resultado parcial; el acta de escrutinio, que se utiliza para el proceso de conteo definitivo y que, “al final de la votación, se guarda en un sobre de plástico, junto con el padrón y se cierra con un precinto y se abre recién 48 horas después de terminado el proceso electoral”; el último es el certificado de escrutinio, que es una copia del acta en “donde se vuelcan esos resultados y es para cada uno de los fiscales partidarios y sirven para efectuar reclamos durante el escrutinio definitivo”, explicó la profesional.

El recuento provisorio y el escrutinio definitivo

Una vez que termina la metodología anterior, en cada una de las mesas se abren dos procesos: el recuento provisorio y el escrutinio definitivo. Durante el primero “se usan los datos de los telegramas y tiene dos características: no tienen validez legal, sirven a modo informativo para la ciudadanía para conocer las principales tendencias y, en segundo lugar, no cubre la totalidad de los votos porque no cubre la totalidad de las mesas, ya que no todos los telegramas llegan a transmitirse”, afirmó la investigadora.

Según destacó la profesional de Cippec, en este recuento antes mencionado, no están presentes los votos de los residentes en el extranjero, de personas privadas de libertad, del comando electoral, de identidad impugnada, votos que se observaron durante el escrutinio en la mesa, por ejemplo, que sí van a ser parte del escrutinio definitivo.

“Lo que sucede es que, muchas veces, entre el recuento provisorio y el definitivo pueden presentarse unas mínimas diferencias y, lo interesante del caso, es que el recuento provisorio se encuentra a cargo de la Dirección Nacional Electoral (DINE) y, además, participan el Correo Argentino y dos empresas privadas que lo que hicieron fue, a través de una licitación, ser los encargados de cargar, totalizar y difundir los resultados.

Por otra parte, durante el recuento provisorio, “cuando llegan los telegramas al centro de digitalización se reparten de manera aleatoria y llega a dos personas que digitalizan al mismo tiempo y, si coincide el dato, pasa a totalizarse, si no concuerdan las dos cargas, pasa a una mesa de incidencia y un tercero define”, aseveró Tchintian.

En cuanto al segundo escrutinio, se efectúa 48 horas después y es allí donde se usan las actas de escrutinio diferentes a las de los telegramas. Esta es la instancia que tiene “valor legal para definir el reparto de bancas o para delimitar los ganadores de esos comicios”, concretó la entrevistada y, a diferencia del escrutinio provisorio, lo lleva a cabo la Justicia Electoral.

El mismo se realiza de forma descentralizada, ya que está a cargo de las juntas electorales en cada una de las diferentes 24 jurisdicciones, de las 23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires.

Los principales actores durante el escrutinio

“Lo más importante es entender que el proceso de recuento de votos en la Argentina ofrece garantías de control cruzado y de transparencia”, expresó la investigadora de Cippec, y continuó: “El doble escrutinio se realiza sobre dos documentos diferentes y lo realizan dos organismos distintos”.

“Nosotros siempre decimos que las elecciones son operativos masivos de acción colectiva en donde participan también: ­presidentes de mesa que son ciudadanos comunes, delegados judiciales que asisten a las mesas y las fuerzas de seguridad”, expresó Tchintian.

Asimismo, los fiscales de las agrupaciones en competencia participan y supervisan todo el proceso, incluso en el escrutinio provisorio en donde parte del proceso está digitalizado y los partidos políticos pueden designar fiscales informáticos para esa parte del mecanismo.

“La transparencia refiere, a su vez, a la publicación de los datos el mismo día de la elección, cuando termina el escrutinio definitivo y la posibilidad que tiene la ciudadanía de ­comparar uno con otro que son dos procesos que se han hecho por actores diferentes”, agregó la investigadora de Instituciones Políticas de Cippec.

Por último, sobre la confianza en el voto que debieran tener los electores, Tchintian remarcó: “Un indicador que suele asociarse con niveles de confianza o desconfianza es la participación electoral”, y mencionó: “La Argentina desde 1983 ha mantenido niveles altos de intervención, y en la elección general del 22 de octubre de este año fue del 80%, lo cual es altísimo”.

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