La detención de Ibar Pérez Corradi
Escandalosos vínculos con el universo K
La trama que rodea al Triple Crimen de Quilmes y General Rodríguez ocurrido en el año 2008, que terminó con las vidas de Leopoldo Bina, Damián Ferrón y Sebastián Forza, pone al descubierto una serie de oscuras conexiones políticas que no solamente llegan hasta el exjefe de Gabinete, Aníbal “La Morsa” Fernández. También salpica a varios de los que integraron el gabinete del exgobernador Daniel Scioli.
Pérez Corradi, quien también era buscado por un caso de narcotráfico en el estado de Maine en EE. UU, cosechó una estrecha relación con el famoso exprófugo del Penal de máxima seguridad de General Alvear, Martín Lanatta, un puntero político de Quilmes de la línea de Aníbal Fernández, que tenía una estrecha relación con Andrés Meiszner, exdirector del Renar, la agencia que controla la portación de armas en nuestro país, y con quien era su secretario, Alejandro Giancristóforo. El padre de Meisner, José Luis, es uno de los involucrados en el
Fifagate y se encuentra procesado, con prisión domiciliaria. Todos ellos son hombres de confianza de La Morsa, quien sigue ostentando el cargo de presidente en el club cervecero.
Las relaciones se extienden con el vínculo tejido por el exjefe de Gabinete K con su asesor legal Gustavo Frasquet, un polémico abogado quilmeño defensor de narcotraficantes, quien habría trabajado para su jefe en forma mancomunada con el exjefe policial involucrado en el atentado a la AMIA, Juan José Ribelli, quien actualmente es otro abogado que se caracteriza por defender a mercaderes de la muerte. Su socio en el estudio jurídico, Carlos Broitman, es uno de los abogados de Pérez Corradi en la Argentina.
Fue justamente Ribelli quien quedó en evidencia el año pasado cuando desde el diario Hoy, en exclusiva, descubrimos el apoyo económico que otorgó a la campaña presidencial de Daniel Scioli para las PASO. Eso no fue todo: también participó en una cena realizada en Costa Salguero en la que se recaudaba fondos para la campaña del FPV, donde se sentó muy cerca de la mesa que entonces compartían Scioli y La Morsa.
La relación de Pérez Corradi con Daniel Scioli no se queda solo en el nexo monetario para las PASO, sino que muchos dirigentes que reportaban directamente al exmotonauta elaboraron una estratégica alianza con el involucrado en el Triple Crimen. Uno de ellos es el exviceministro de Salud de la Provincia, Alberto Costa, quien debió renunciar a su cargo tras conocerse su participación en la denominada Mafia de los Medicamentos que terminó con la detención del dirigente sindical Juan José Zanola.
El lazo de Pérez Corradi con Costa era el empresario de droguerías Néstor Lorenzo, quien a través de la firma Elaboradora de Productos Biológicos SA, participó en la supuesta adulteración de medicamentos para pacientes con tratamientos oncológicos. Los vínculos entre Lorenzo y Costa quedaron acreditados a través de una serie de escuchas telefónicas.
Poco tiempo después de la renuncia de Costa, y salpicado por el escándalo, tuvo que dimitir el entonces ministro de Salud, el mediático médico Claudio Zin, quien luego fue electo como legislador italiano. Zin buscó reciclarse en el macrismo, donde lo recibieron con los brazos abiertos. A punto tal que lo propusieron para ser embajador argentino en Suiza. El plácet (pedido de asentimiento de un gobierno al nombramiento de un agente diplomático extranjero) ni siquiera fue considerado por el gobierno helvético, en clara señal del rechazo.
Además, la legisladora porteña por Confianza Pública, Graciela Ocaña, denunció ante la Justicia al exsecretario de Seguridad K, Sergio Berni, por ocultar información sobre el paradero de Pérez Corradi en el exterior. Más allá de que Berni niega esta situación, su figura quedó muy comprometida porque es impensable que se haya podido profugar de la manera que lo hizo sin contar con apoyo político del entonces gobierno K.
EN FOCO
Mentiras que asoman
Merece destacarse y celebrarse que un capo narco y un político corrupto, como Ibar Pérez Corradi y José López, estén tras las rejas. Significa un avance luego de 12 años de gobierno kirchnerista, una etapa que estuvo marcada por la impunidad, la falta de controles y la connivencia con el crimen organizado que les permitió a los mercaderes de la muerte instalarse en nuestro territorio y crecer como nunca antes en la historia.
Ahora bien, el árbol no puede ni debe tapar el bosque. La puesta en escena, realizada por los gobiernos nacional y provincial ante estos hechos, no cierra por ningún lado. Por ejemplo, realmente cuesta entender las explicaciones dadas por el ministro de Seguridad, Christian Ritondo y el jefe de Policía, Pablo Bressi, respecto a que “por casualidad” tres altos mandos policiales estaban patrullando a horas de la madrugada la zona de General Rodríguez y se hicieron presentes en el Monasterio tres minutos más tarde de que un vecino llamó al 911. Según la versión oficial, de esa forma, gracias a un “golpe de suerte”, supuestamente encontraron in fraganti a López con los bolsos que tenían casi 9 millones de dólares, relojes de lujo y un arma de guerra. La frutilla del postre del relato fue la afirmación, realizada desde el Ministerio de Seguridad, de que los efectivos rechazaron una coima millonaria ofrecida por López.
Cuesta entender los motivos por los cuales Ritondo evitó blanquear que López estaba siendo seguido de cerca por las fuerzas de seguridad y que el exfuncionario K salió despavorido, con los bolsos de dinero, al enterarse de que estaba cercado. ¿Lo habrá llamado De Vido para advertirle?, ¿la estrategia de Ritondo/Bressi habrá sido para reposicionar a la vapuleada cúpula de la Bonaerense, y marcarle la cancha a la Justicia Federal, donde se investiga a López y a todos los exfuncionarios K acusados de corrupción? No parece ser una casualidad que el hallazgo del fusil semiautomático sea lo que ahora permite que la Justicia provincial instruya una causa contra López por tenencia ilegal de armas.
Varios interrogantes genera también la forma en que cayó Pérez Corradi. El Gobierno nacional buscó ayer sacar provecho de la captura del “cerebro” del Triple Crimen, cuando todo indicaría que el hecho no sería más que el resultado de una guerra narco protagonizada por cárteles brasileños y paraguayos. Cabe destacar que el último jueves, en la zona de Pedro Juan Caballero (otro punto fronterizo con Brasil), fue acribillado –en una cinematográfica emboscada, de la que habrían participado más de 50 sicarios- Jorge Raffat Toumani, quien era investigado en el vecino país como uno de los principales líderes narco. Las armas utilizadas en el enfrentamiento fueron tan potentes que incluso perforaron la camioneta blindada en la que se movilizaba Raffat Toumani. En ese marco se inscribe el accionar de Pérez Corradi, que habría prestado servicios para uno de los bandos en disputa. Concretamente, hay sospechas de que el prófugo del triple asesinato de la efedrina se habría dedicado a producir drogas sintéticas a gran escala, teniendo como uno de sus principales “clientes” a la peligrosa organización delictiva brasileña conocida como Primer Comando de la Capital (PCC).
A esta altura, la captura de Pérez Corradi habría tenido más que ver con una vendetta de intereses narco y no tanto con el accionar de las fuerzas de seguridad que, en realidad, siempre estuvieron al tanto de cómo se movía este personaje siniestro en la zona de la Triple Frontera y -durante cuatro años- nunca se esforzaron demasiado por capturarlo.