La Cámpora y un fracaso de alto vuelo

La empresa Arbus, fundada por la agrupación juvenil K dentro de Aerolíneas Argentinas, redujo sus rutas un 75% tras tener un rojo financiero de más de 15 millones de pesos anuales. El cierre de los servicios que unían La Plata con Aeroparque

Una de las características centrales evidenciadas por la juventud kirchnerista a la hora de conducir puestos de importancia durante la gestión de Cristina Kirchner fue su total y absoluta incapacidad para desarrollar áreas claves, que terminaron en estrepitosos fracasos y con pasivos millonarios que pagan todos los argentinos con sus impuestos.

Un caso singular se vivió en Aerolíneas Argentinas (AA), que por más de seis años manejó Mariano Recalde. Allí se llevó adelante una conducción militante, aumentando los cargos rentados para los miembros de La Cámpora y haciendo crecer las deudas de la firma estatal hasta límites indescriptibles.

En las últimas horas, se pudo conocer que la empresa Arbus, creada en 2014 con bombos y platillos por Recalde como una compañía alternativa de la firma Intercargo, que brinda servicios de tierra en aeropuertos, ha decidido reconvertir sus servicios, acabando con el 75% de las rutas en las que operaba, entre ellas las que conectaba la ciudad de La Plata con Aeroparque.

Desde el mismo momento de su puesta en marcha, la empresa fue un desastre comercial, perdiendo más de un millón y medio de pesos mensuales. Esto hizo que la nueva dirección, llevada adelante por Isela Costantini, efectivice una transformación que tiende a frenar su déficit operativo y volverla una empresa rentable.

Proceso de cambios

Recalde dejó Aerolíneas Argentinas con casi 15.000 millones de pesos de déficit, con sobredosis de puestos políticos gerenciales que ganaban más de 50.000 pesos mensuales, y una inoperancia a nivel dirigencial que provocaba el caos al interior de la empresa.

Arbus se inició como un modo de formar una nueva empresa a manos del Estado K, en la cual se pudo observar de qué manera la conducción de la camporista María Cecilia García, una aliada de Recalde, implementó medidas que llevaron al virtual desguace de la firma.

La empresa de micros fue pensada solo para pasajeros de la aerolínea de bandera, no admitiéndose viajeros de otras empresas, cosa que la nueva dirección de AA cambió, abriéndola a todo el mundo, cobrando el pasaje, de acuerdo al lugar donde se tomara el servicio, con un precio que variaba entre los 45 y los 150 pesos.

Los números rojos dejados por La Cámpora en la empresa llevaron a que se tuviera que ajustar su planta de trabajadores. Esta contaba con casi 50 personas, la mayoría de ellos choferes de los micros, y en la actualidad fue reducida a menos de 30, ubicando a los trabajadores en otras dependencias de Aerolíneas Argentinas.

El descalabro de la agrupación juvenil K, que manejó a su antojo la compañía por más de un año y medio, hizo que el servicio prestado entrara en una profunda crisis, funcionando invariablemente como una “manguera pinchada”, que apenas pudo sostenerse con los “parches” enviados por el Estado y que ahora ha entrado en una decadencia sin techo a la vista.

Sin servicio

La compañía fundada por La Cámpora tenía cinco servicios diarios que unían nuestra ciudad con el Aeroparque Jorge Newbery. Salían de Plaza Moreno pero, por el proceso de reconversión, fueron cerrados. Se llamó entonces a una licitación que ganó una empresa de combis. Este proceso fue absorbido, en la mitad de su pasaje, por AA y la otra mitad es pagada por el pasajero.

Según destacan las autoridades de la empresa, el de La Plata era uno de los servicios más deficitarios, ya que solo transportaba alrededor de 500 pasajeros por mes, ocasionándole una pérdida muy grande a la empresa, por lo que se decidió el cierre total del recorrido.

Fiascos sin límites

Mariano Recalde fue la cara visible de un entramado juvenil ligado al kirchnerismo que llegó a posiciones de altos cargos ejecutivos durante los años de Cristina Kirchner, con un triste paso por la función pública.

Cientos de millones de pesos que se perdían mensualmente, vuelos fantasmas, contrataciones a Brasil de aeronaves que nunca despegaron y alquileres millonarios a empresas privadas por naves que pasaron más tiempo en reparación que en el aire fueron algunos de los legados que Recalde dejó en Aerolíneas Argentinas.

A todo esto se sumó el descalabro en las cuentas nacionales que produjo Axel Kicillof en el Ministerio de Economía. Con conflictos locales e internacionales abiertos en todos los frentes, como el de los fondos buitre en Nueva York, resuelto por el Gobierno de Cambiemos a comienzos de año, se evidenció de forma palpable la incapacidad camporista.

Todo ello sirvió solo para generar cuevas de ñoquis por todos los lugares en los que tuvieron peso e injerencia en las decisiones. Eso pudo verse con mayor claridad en la Fábrica Argentina de Aviones Brigadier San Martín (Fadea), que se convirtió en una auténtica empresa fantasma, donde jamás se encaró la construcción de una aeronave. Lo mismo pudo verse en Télam o en el noticiero de la TV Pública, que se llenó de militantes de la agrupación juvenil para hacer una sola voz en los medios, la de los K, sin dar paso a voces opositoras.