Merlo: ABSA se “lava las manos” con un taller protegido que lleva 5 meses sin inaugurarse
A cuatro cuadras de las oficinas de ABSA, en la localidad de Merlo, el histórico Taller Protegido “Monseñor Raspanti”, que depende de Cáritas Diocesana Merlo-Moreno y otorga trabajo a personas con discapacidad, lleva 5 meses esperando que desde la empresa le habiliten el agua y el sistema cloacal para poder inaugurar la nueva sede. En esa casona ubicada en una esquina, vivió el primer intendente de los merlenses y está declarado monumento histórico.
En 2013 la nueva estructura terminó, y ya en octubre de 2015 solicitaron la conexión de agua y cloacas a ABSA (Aguas Bonaerenses S.A.), pero nois dijeron que había deudas del gobierno Municipal anterior, y que no pueden hacer nada.
En una esquina, sobre una calle la construccion antigua, y sobre la otra calle está la ampliación, prevista con dársena para que los que vienen con transporte puedan bajar tranquilamente.
“No pedimos ninguna rebaja ni excepción, bajo ningún punto de vista queremos sacar rédito como un espacio de atención solidaria, sino como vecinos de Merlo, pero el personal de atención al públcio de ABSA –nunca un funcionario- nos dice que no pueden hacer nada, y que en todo el partido la demora puede llevar hasta un año”, le contó Norma Lugo (47), directora del taller, ante el llamado de diariohoy.net. “Presionamos de distintas manera, pero sin ningún resultado”, amplió la mujer que es voluntaria, ama las historias de superación, y de lunes a viernes, antes de su trabajo como docente en un secundario, comparte sus mañanas con estas personas en la que confía “por el potencial que tienen para dar”.
En la casona del primer intendente merlense
Este espacio laboral con alta impronta social, donde asisten 55 jovenes-adultos con diferentes patologías -visuales, motrices y mentales- comenzó a funcionar en 1949 en la Casona de los Sullivan, una familia de médicos y con dos integrantes que fueron intendentes de Merlo (el primero, fue Alejandro Sullivan). “Antigüa, hermosa, pero por su construcción en L, de la época colonial, no nos resultaba funcional –explica Lugo-. Y así nos pusimos a soñar con ampliarla”. El proceso del Taller nuevo empezó en 2013 y con las buenas voluntades de las donaciones y manos amigas en la construcción pronto alcanzaron el objetivo. En octubre de 2015 iniciaron la gestión con Aguas Bonaerenses S.A, pero desde aquel tiempo a esta parte, se siguen "lavando las manos".
“Tengo los formularios, todos los pedidos que hicimos en el Municipio, en Defensa del Consumidor, pero la respuesta es insólita: no podemos hacer nada. Pese a que les decimos que asistimos a personas con discapacidad y que estamos sin agua y sin cloacas, nos dicen que están colapsados y que probemos con Defensa del Consumidor”.
El nuevo local es testigo de la desidia que reina en la Provincia, simbolizando un poco los sueños de la gente que nunca puede ser completo. Los 9 metros de frente, con aula-cocina, baños (para damas, caballeros y discapacitados), tienen la inauguración demorada desde hace cinco meses.
Cabe remarcar que en 1989 este taller quedó inscripto como tal en el listado oficial de la Provincia de Buenos Aires, siendo supervisado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia y del Ministerio de Trabajo de la Nación.