Procesaron a José Sbatella, un garante de la impunidad

El exfuncionario de la UIF fue acusado por “violación de secretos”, al hacer públicos los allanamientos a tres joyerías sospechadas de lavado de dinero. Su gestión ha sido blanco de múltiples denuncias por encubrimiento a funcionarios y amigos kirchneristas 

De a poco, quienes gozaron (o garantizaron) de impunidad durante el kirchnerismo comienzan a sentir el peso de la ley. Tal es el caso del expresidente de la Unidad de Información Financiera (UIF), José “Pepe” Sbatella, quien fue procesado por el delito de violación de secretos, al revelar la ejecución de allanamientos en las joyerías “Ricciardi”, “Paul Baker” y “El Lingote” en el marco de una investigación por posible lavado de dinero.

Para el titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N° 9, Luis Rodríguez, el exfuncionario reveló, fuera del ámbito del organismo, las actividades que se desarrollaban en el marco de la ley 25.246, “a través de la expedición de comunicados de prensa confeccionados por orden suya y que fueron publicados en el sitio web del organismo o bien que fueron mencionados en artículos periodísticos”.

Según el fallo, la divulgación de esa información implicó “lisa y llanamente la revelación de las tareas que se encontraban realizando el organismo y la Justicia en relación a posibles casos de lavado de activos”.

Como presidente de la UIF, Sbatella estaba obligado a “guardar secreto de las informaciones recibidas en razón de su cargo, al igual que de las tareas de inteligencia desarrolladas en su consecuencia” y la violación de estas normas podría costarle entre seis meses y tres años de prisión.

La inocencia de ser K

No obstante, esta imputación devela apenas un grano en la arena de la corrupción que marcó a ese órgano estatal en tiempos del kirchnerismo. Hasta diciembre pasado, cuando presentó su renuncia, la acción de Sbatella en la UIF fue, paradójicamente, la inacción a favor de funcionarios y amigos del poder K: hizo la vista gorda ante los actos de saqueo del erario público cometidos durante la mal llamada década ganada, logrando que los delincuentes de guante blanco gozaran de libertad. 

Tal como reveló Hoy en ediciones anteriores, este licenciado en Economía con cuatro domicilios en nuestra ciudad fue un alumno ejemplar de la escuela K y, como Ricardo Echegaray en la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), utilizó el organismo encargado de combatir el lavado de activos -que, lugar común mediante, pertenecían a todos los argentinos- para encubrir a funcionarios corruptos, apretar a críticos y perseguir opositores; al tiempo que lo vació y copó de militantes rentados de La Cámpora.

De hecho, al igual que Echegaray, omitió investigar la compra de la exCiccone Calcográfica y no dudó en proteger al entonces vicepresidente, Amado Boudou.

También, la UIF quedó en la mira de la Justicia por la presunta protección al empresario K Lázaro Báez, al retener indebidamente, durante cinco años, Reportes de Operaciones Sospechosas (ROS) relacionadas relacionadas con el supuesto testaferro de los Kirchner.

Las denuncias no se agotan aquí. Sbatella, además, fue acusado de haber cajoneado información relevante que involucraba al parricida Sergio Schoklender y a la titular de la Fundación de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. 

El “encubridor”

Pero en la UIF, Sbatella simplemente desarrolló una cualidad de “encubridor” que  traía de antes. En septiembre pasado, Hoy reveló un hecho ocurrido entre 2002 y 2004, cuando su esposa, Mónica Carné, se desempeñaba como Directora Adjunta de Rentas de la provincia de Buenos Aires: desde ese lugar, se habrían emitido títulos ejecutivos para la cancelación de deuda a grandes deudores, haciéndoles pagar una “módica” suma del total adeudado, representando un desfalco de más $30 millones del erario provincial. La operatoria, según informó nuestro diario, se habría llevado a cabo con la participación de economistas cercanos a “Pepe”, miembros de su Instituto de Estudios Fiscales y Económicos (IEFE) -una entidad que Sbatella fundó para hacer negocios con el Estado- y luego reciclados en la UIF. 

El espacio de esta página es limitado para dar cabal cuenta de la trama corrupta que tejió Sbatella. Pero lo expuesto vale para ilustrar lo que fue una regla en la era K: funcionarios que, desde sus lugares, se aseguraron la impunidad y garantizaron la de sus pares; que se reciclaron en dependencias del Estado; que permitieron las más oscuras maniobras en beneficio de los suyos y en perjuicio de la mayoría. 

Más allá de Sbatella, será tarea de la Justicia avanzar contra ese séquito, sabiendo que los funcionarios son a las instituciones lo que los cimientos a un edificio: si estos no son sólidos todo se viene abajo. Si los corruptos permanecen entre nosotros, la República se cae. 

Un corrupto de la noche

Bajo el título El cafiolo de la corrupción, en octubre del año pasado Hoy destapó un verdadero escándalo: que José Sbatella declaraba como actividad principal ante la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) la de prestar servicios personales (n.c.p), una categoría que, en el nomenclador de la AFIP, incluye la “contratación de acompañantes”.

Es decir, siendo funcionario público, economista y profesor universitario, Sbattella se inscribió en una categoría que para nada expresaba los ingresos que pudiera obtener de su actividad profesional. De hecho, si cualquier contador, economista o abogado se inscribiera en esa categoría -muchas veces pantalla de la prostitución VIP- no tardaría en tener a los inspectores de la AFIP tocando el timbre de su casa. 

No pasó con Sbatella. Porque tanto él como el entonces titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, fueron juez y parte en la impunidad.

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