Un país que se está convirtiendo en tierra de nadie

Anoche, todos los medios del país se paralizaron al enterarse que el jefe del móvil del canal Todo Noticias, que estaba trasmitiendo en vivo el caso de Araceli -la joven asesinada presuntamente por el exprefecto Walter Vinader- había sido baleado en un intento de asalto que se concretó en el propio móvil, delante de numerosos vecinos y colegas periodistas. Unos días antes, una movilera del mismo canal de noticias había sido amenazada con una tijera por parte de un grupo de militantes K, que hacían vigilia frente a la sede de la Fundación Favaloro, donde está alojada la presidenta.

Un hecho como el de anoche, que podría haber provocado una conmoción a nivel mundial en caso de que el jefe del móvil perdiera la vida (salvo su vida por unos pocos centímetros), solamente puede ser causado por menores o adultos que están bajo los efectos de algún tipo de droga muy fuerte (el paco, como se sabe, está generando estragos), que no les permite darse cuenta de la gravedad de sus actos, o por personas contratadas para generar un cimbronazo político.

¿A qué nivel de degradación social llegamos como para que haya gente que, en su accionar delictivo, no tiene pruritos de meterse en un móvil periodístico, en el lugar que es el centro de atención del país, y disparar a sangre fría por una billetera?  

En definitiva, lo que estamos viviendo es consecuencia del deterioro social que, desde hace tiempo se esta viviendo en la Argentina. La falta de tolerancia, la violencia extrema y la ola de inseguridad que no tiene precedentes en la historia de la Argentina, es el resultado de un país que tiene un gobierno que durante años consideró a la inseguridad como una sensación, que considera a todo aquel que piensa distinto como a un enemigo (al punto que el vicepresidente ayer comparó las tapas de los diarios con golpes militares) y de una Justicia que, en gran parte, está cooptada por el poder político. Por eso, un asesino, como todo indica que es el exprefecto, puede estar libre, cuando tenía antecedentes delictivos como para estar tras las rejas.

Asimismo, están proliferando menores, como los que ayer habrían asaltado el móvil, que recurren masivamente al delito al no tener la más mínima posibilidad de insertarse en el sistema educativo. Se trata de chicos que no tienen otra alternativa que matar o morir, resultado de un modelo económico y social que los excluye. 

Es indispensable que en el Congreso, en la Legislatura y en los tribunales se ponga los pantalones largos para generar las condiciones para que aquellos que tienen la enorme responsabilidad de administrar Justicia sean los más capaces, lo más formados, sin poder ser influenciables por el poder político. Así evitaremos que peligrosos delincuentes, ya sean adultos o menores, sigan entrando por una puerta y saliendo por otra a las pocas horas. 

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