Espeluznantes detalles del femicidio en el country de Pilar

La autopsia descartó la hipótesis de un pacto suicida entre el empresario Jorge Neuss y su pareja. Ella tenía heridas defensivas y murió por el impacto de bala en la cabeza.

La operación de autopsia al cuerpo de Silvia Saravia, la mujer de 69 años asesinada por su esposo en el country Martindale de Pilar, determinó que murió de un único tiro en la cabeza y que hubo un forcejeo previo que culminó con heridas defensivas. En consecuencia, quedó descartada la hipótesis del pacto suicida, relataron ayer fuentes policiales.

“La autopsia y lo que se vio en la escena del crimen nos hacen pensar que el hombre la sorprendió cuando ella fue al baño; luchó, la dominó tomándola del cabello, la asesinó y luego se disparó en la cabeza”, confió un vocero.

El proyectil ingresó por la región posterior lateral derecha del cráneo (por detrás y arriba de la oreja), salió por detrás de la oreja izquierda; volvió a entrar al cuerpo por el hombro izquierdo y quedó alojado en el brazo, de donde fue extraído con una gran deformación. Además, se supo que el tiro fue realizado con el revólver calibre .357 Magnum apoyado, y que la víctima tenía la cabeza reclinada sobre su hombro izquierdo cuando lo recibió.

En tanto, los investigadores obtuvieron una serie de indicios que refuerzan la teoría de que la mujer fue sorprendida cuando se encontraba en el baño, a la vez que le detectaron hematomas y signos de defensa en las manos y los antebrazos; y estimaron el deceso entre las 11.30 y las 12 del sábado.

Se mató mirándola

Jorge Neuss (73) pereció a las 14.20 en un centro médico, adonde llegó tras descerrajarse un tiro en el vestidor y antesala del baño en suite, mirando hacia su mujer ya asesinada. En su caso, el disparo ingresó por la sien derecha con trayectoria de derecha a izquierda y con una inclinación de arriba hacia abajo. Salió por el lado opuesto del cráneo y se incrustó en el lateral izquierdo del techo.

También tenía un roce de bala en el pulgar derecho, lo que hace presumir que antes de dispararle a Saravia la tenía tomada del cabello, para después apoyarle el arma y gatillar. El revólver calibre .357 quedó tirado a los pies del hombre, y al ser secuestrado se detectó que, de las seis balas que carga, dos quedaron percutadas en el tambor.