Una jauría de perros casi lo mata en un robo y no aprendió: ahora lo molieron a golpes en otro ilícito

Ocurrió en Melchor Romero, donde un joven de 19 años quiso ingresar a la casa de un vecino. Intentó defenderse con un cuchillo y una tijera.

No escarmienta. No aprende de los errores y los repite una y otra y otra vez, sin reparar en los daños que ocasiona ni percatarse, siquiera, de sus propias acciones que tanto lo lastimaron en el pasado. Un delincuente que el año pasado cometió un robo en la vía pública fue descubierto por los vecinos.

Se escondió en una casa de San Carlos para no ser linchado y fue atacado por una jauría de perros hasta el extremo de estar al borde de perder una oreja. Volvió a las andadas y se convirtió nuevamente en noticia.

Ahora, ingresó a una vivienda de Melchor Romero con la clara y única intención del ilícito, pero fue avistado por el dueño y, de nuevo, perseguido por los lugareños. Estos lo sometieron a una golpiza antes de ser esposado y trasladado a la comisaría.

Fuentes policiales indicaron ayer que el suceso se registró durante la tarde del domingo. Se trata de un hecho tan violento y grave como cotidiano en una ciudad castigada por la inseguridad. Un joven de 19 años, armado con un cuchillo y una tijera, incumplió el aislamiento social y obligatorio dictado por el Gobierno para hacer de las suyas.

Caminó por las calles de su propio barrio –reside en 156 entre 529 y 530- hasta divisar una casa que creyó oportuno asaltar, ubicada a pocos metros de la suya: en 528, 155 y 156.

Gritos

El joven saltó un portón tras echar un rápido vistazo, con el fin de asegurarse de que nadie lo estuviera observando y ganó el interior de la propiedad. Fue entonces cuando su dueño, un hombre de 60 años, advirtió la maniobra y comenzó a gritar. Esto ahuyentó al hampón, quien desistió al robo y procuró escapar, sin llegar lejos.

Un grupo de vecinos, alertados por los gritos, salieron a perseguir al caco hasta que lo alcanzaron en 155 entre 527 y 528. Lejos de calmarse, el malviviente los amenazó y los atacó con el cuchillo y la tijera, sin llegar a lastimar a nadie (por fortuna). Por el contrario, los frentistas lo tiraron al piso y lo sometieron a una golpiza, que incluyó trompadas y patadas.

Minutos después, se hicieron presentes los agentes de la comisaría Decimocuarta, comandada por Maximiliano Madueño, y lo trasladaron a la seccional, tras corroborar que las lesiones padecidas no ponían en riesgo su salud. Quedó aprehendido bajo la carátula de tentativa de robo, y se le incautaron las armas blancas que poseía.

El antecedente canino que le arrancó parte de una oreja

El delincuente apresado en Melchor Romero ya contaba con un brutal antecedente delictivo del que salvó su vida de milagro. El 29 de agosto del año pasado se acercó hasta un Volkswagen Gol estacionado en 531 y 154 en horas del mediodía y sustrajo cosas del interior.

Un vecino que lo vio llamó al 911. El malhechor se dio a la fuga a las corridas pero, al ser perseguido por varios vecinos, se metió en una casa, desconociendo por completo que dentro había seis perros. Los animales lo atacaron de inmediato y le provocaron severas heridas en las piernas, el tórax y el rostro, donde una mordida le arrancó parte de la oreja.

“La sacó barata porque los perros dejaron de morderlo. Pudieron haberlo matado”, relató en aquel entonces un jefe de la fuerza.
El maleante fue trasladado en una ambulancia del SAME hasta el hospital Alejandro Korn de Melchor Romero, donde fue asistido y se estableció que su vida no corría peligro. Un vocero médico había dicho que estaba muy asustado, pero bien.

Tras unas horas en observación, recibió el alta y fue derivado a la subcomisaría La Unión por los delitos de tentativa de robo, violación de domicilio y captura, ya que además venía siendo buscado por la Justicia de Azul, que lo acusaba de otro ilícito.
Ahora, nueve meses después, cayó otra vez. Los investigadores analizan si ya venía cometiendo otros hechos similares por la zona.

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