“Después del partido con Gremio me convencí que en el fútbol puede pasar cualquier cosa”

El 8 de julio de 1983 Estudiantes lograba empatarle a Gremio 3 a 3 con siete jugadores en cancha. Sergio Gurrieri recuerda aquella noche mítica

El jueves 8 de julio de 1983 resultó una jornada fría en la ciudad de La Plata. La humedad estaba a flor de piel, en el contexto de un invierno crudo y silencioso.
Las adyacencias del bosque se iluminaron con el estadio encendido de Estudiantes. Otra vez, fiel a su historia, era anfitrión de un partido internacional. Noche de Copa, le dicen.

Por las semifinales de la Libertadores de ese año, el equipo de Manera recibía a Gremio de Porto Alegre, que a la postre se consagraría campeón del mundo. Pero todo salió al revés de lo previsto, hasta que apareció ella: la mística.

Estudiantes perdía 3 a 1 a los 17 minutos del segundo tiempo y a los 25 ya le habían expulsado a Trobbiani, Ponce, Camino y Teves.

“Nunca nos había pasado una cosa así. Tuvimos que pararnos de manera improvisada con Bertero en el arco y tuvo que ir Russo atrás para jugar al lado de Agüero y Gugnali; en el medio nos parábamos Sabella y yo, para dejar más arriba a Trama a ver si podía hacer algo. Pero era imposible. Si Gremio hubiese estado fino en la definición ese partido terminaba cinco a seis a uno”, recuerda Sergio Gurrieri, autor de dos goles en aquella hazaña.

“Gremio tocaba, y trocaba, como todo equipo brasileño. Pero en una de esas se escapa Trama por izquierda y trata de tirar un centro; yo quedo medio trabado con un defensor, pero así y todo pude llegar a definir. Nos pusimos 2-3 y empezamos a creer que se podía”, cuenta el Chango a contrarreloj, como si estuviese jugando el minuto 31 del segundo tiempo. “Después llegó al jugada de Sabella que se fue por la derecha y buscó asistirme. Yo paré la pelota dentro del área y lo único que tenía por hacer esa intentar gambetear para que me hagan penal. Pasé entre dos defensores, pero como el árbitro no cobró nada tuve que puntearla. El  arquero dio rebote y apareció Russo para poner el 3 a 3 en el minuto 44”.

(La comunicación telefónica con Coronel Suárez donde Gurrieri se encuentra trabajando, sufre un impasse para darle lugar a la emoción)

“Cuando terminó la gente se metió a la cancha y nos levantó en andas y dimos una especie de vuelta olímpica. Ahora que soy director técnico y me expulsan un jugador les digo a mis dirigidos que nunca hay que entregarse. Incluso cuando me echan a dos. Después de ese partido con Gremio creo que en el fútbol puede pasar cualquier cosa”.

En relación a la reivindicación del concepto de mística, Gurrieri no dudó en señalar que “cuando Estudiantes salió campeón el mundo en Manchester también se logró sobreponer de situaciones adversas. La mística es eso: el temperamento. El saber que no hay circunstancias que permitan entregarse ante la adversidad. Los hinchas de Estudiantes, aún cuando el equipo está perdiendo, siempre están esperando que pase algo para revertir el resultado. En los últimos años pasó en la Copa Libertadores del 2006 cuando estaba Burruchaga que se le ganó un partido a Sporting Cristal 4 a 3 cuando se estaba perdiendo 2 a 1. O en la Final con Cruzeiro, que se perdía 1 a 0 y se ganó 2 a 1”.

Gurrieri pasa las horas intentando devolver parte de lo que dio el fútbol en Coronel Suárez. Pero esta noche, cuando llegue a su casa, no dejará de mirar al horizonte y recordar el encuentro con la señora mística, que hace tres décadas lo recibió como uno de los tantos protagonistas de la historia del club.

Técnico y coordinador de Centro Blanco y Negro

Sergio Esteban Gurrieri, más conocido como Chango, se encuentra coordinando el fútbol del Centro Blanco y Negro de Coronel Suárez que participa en una liga regional con otros veinte equipo.

A Gurrieri se le presentó esta posibilidad laboral en enero de este año, y desde entonces ha promovido a cinco jugadores de la cuarta y la reserva a la Primera de este club.