Dilma Rousseff seguirá gobernando Brasil

La presidenta fue reelecta en segunda vuelta, al imponerse al candidato socialdemócrata Aécio Neves por cuatro puntos. Continuidad de un modelo

La presidenta Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores) fue reelecta ayer en las elecciones más reñidas desde el regreso de la democracia en Brasil, con cuatro puntos de diferencia sobre el candidato de la centroderecha, Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña). La mandataria se impuso con el 51,58% frente a Neves que finalizó con el 48,42%. En 2010, Rousseff había logrado el 56% de los sufragios cuando compitió con José Serra. 

Dilma gobernará hasta el 1º de enero de 2019 y su partido completará un período de 16 años en el poder, que comenzó en 2003, cuando asumió su primer mandato el antecesor y padrino político de la mandataria, Lula da Silva. El camino a la reelección no fue tan fácil como su partido hubiera esperado. La mayor amenaza surgió con la muerte, en agosto último, del candidato del Partido Socialista de Brasil, Eduardo Campos, en un accidente aéreo. Marina Silva, la candidata a vice que pasó a encabezar la fórmula de los socialistas, se presentó rápidamente como la favorita de las encuestas y comenzó a seguir de cerca, e incluso superar, a la presidenta. Pero la estrella de la ecologista se apagó mientras se acercaba el 5 de octubre y finalmente la sorpresa fue Aécio Neves, que quedó nueve puntos por debajo de Dilma.

Un complicado camino a la reelección 

Luego del crecimiento de Neves, comenzó de nuevo la danza de números de las encuestas, que pronosticaban un empate técnico entre ambos candidatos al ballottage y hacía temblar al oficialismo. El apoyo de Silva (que quedó tercera en la primera vuelta, con 22% de los votos) al candidato de la centroderecha también fue una mala noticia para Dilma. Sin embargo, en los días previos a esta segunda vuelta, los brasileños se inclinaron por la continuidad del modelo petista y la presidenta se despegó levemente de su rival. 

El modelo de Rousseff acusó a Neves de pretender acabar con los programas sociales para los más pobres, se lo presentó como un "playboy" rico de cuna privilegiada, y hasta se insinuó que era alcohólico, drogadicto y golpeador de mujeres.

En la recta final, la campaña se volvió a embarrar con la portada de la revista conservadora Veja, que aseguraba que tanto Dilma como su antecesor y padrino político, Lula Da Silva, estuvieron siempre al tanto de millonarios desvíos de dinero a la empresa estatal petrolera Petrobras, una trama de corrupción muy presente en la campaña. Estos últimos escándalos, no pudieron evitar el triunfo del PT en las urnas.

EN FOCO

Las notables diferencias con el kirchnerismo

El triunfo de Dilma Rousseff fue el resultado del proceso de transformación que puso en marcha, en el año 2003, Luiz Inacio Lula Da Silva, el padrino político de la mandataria reelecta. 

En Brasil se vivió una auténtica década ganada, que se encuentra en las antípodas de lo que hizo el kirchnerismo en nuestro país.  Ocurre que, a diferencia de lo que ocurrió en Argentina, el cambio en Brasil se dio en base al trabajo y a la producción. Los gobiernos de Lula y Rousseff convirtieron a Brasil en la octava economía del mundo, y ello significó que 35 millones de personas dejaran de ser pobres, pasando a convertirse en integrantes de clase media. A todos ellos se les brindaron posibilidades de poder progresar en la escala social en función de su esfuerzo y sacrificio, no recurriendo a aparatos clientelares financiados por el Estado que sólo llevan a que los pobres sean cada vez más pobres.

A diferencia de lo que ocurre con el kirchnerismo, que atosiga con impuestos a todo aquel que invierte y que genera empleo genuino, el gobierno de Brasil hizo una alianza estratégica con sectores de la burguesía industrial, en pos de llevar adelante un programa de desarrollo.

Obviamente, no todo fue un camino de rosas. Luego de un largo período de crecimiento, en Brasil se viene registrando un estancamiento, con problemas de productividad. Pero lejos de esconder los problemas debajo de la alfombra, como hace permanentemente la presidenta Cristina Fernández que ni siquiera menciona la palabra inflación, en Brasil se plantea abiertamente las dificultades y se buscan soluciones. A partir de esta actitud, es que la mayoría de los brasileños siguen apoyando este proceso político.