“Es imperdonable que el gobierno niegue la inflación y la inseguridad”

Esta noche, el artista se presenta en la ciudad con Pinti recargado, donde expone su visión crítica del país y el mundo actual. En este extenso diálogo con Hoy hace un diagnóstico similar y explica por qué cree que la Argentina “no tiene arreglo”

Desde que era chiquito soy así, histriónico, verborrágico. Yo nunca quise ser monologuista, ni cronista político, eso fue algo natural; yo quería actuar. Por suerte, he gozado muchísimo con la ficción junto a grandes actores, aunque el cariño, el respeto y la credibilidad de la gente me los gané con el monólogo”, asegura Enrique Pinti soltando una palabra tras otra; escupiéndolas cuando se indigne y deba ponerse vehemente. A esta altura, no sorprende. Desde su primer unipersonal (Historias recogidas, 1973) hasta el actual Pinti recargado -que presentará esta noche, desde las 21.30, en el teatro Coliseo Podestá (10, entre 46 y 47)-, sus espectadores asisten a una suerte de terapia colectiva sobre los males del país y el mundo. En esta entrevista exclusiva con Hoy, el actor conjuga el análisis con el humor para disparar, entre otras cosas, que la Argentina “no tiene arreglo” y que le da “bronca” que el gobierno niegue problemas como la inseguridad y la inflación.

Para hacer catarsis, algunos se psicoanalizan; otros prefieren escucharlo a usted. ¿Cuál es la clave de su éxito?

Creo que la gente no se aburre conmigo, sino que se divierten, se sientan y piensan; pueden  estar de acuerdo o no, lo que seguramente ocurre es que nadie queda indiferente.

¿Por qué Pinti recargado?

Porque uno se recarga cuando trata de entender todo el quilombo en el que vive y ver hasta qué punto fallamos cuando votamos. Los temas  de este espectáculo son difusos y variados, aunque tiene una columna vertebral que es cómo yo veo la situación actual, más allá del gobierno de turno. Porque cuando empecé a especializarme en el análisis crítico y paródico de la realidad, lo primero que me pasaba era decir que la culpa la tenía el gobierno de turno. Yo pertenezco a una generación cuya primera mitad se de-

sarrolló en dictaduras; un gobierno constitucional duraba, como mucho, 5 o 6 años. Pero la continuidad democrática  me ayudó a advertir que las responsabilidades son compartidas: todo lo elegimos  por mayoría -engañados o confundidos por la clase política-, pero libremente. Uno tiene derecho a mandarlos a la mierda, pero estos políticos son nuestros corruptos, los problemas derivan de fallas de la gente que elige a determinada dirigencia y de que la dirigencia mete la pata por sus propios defectos, que también representan los nuestros.

En estos años de democracia, ¿la indignación ha sido la misma o ha cambiado en algo?

Sigo indignado, pero también por no-sotros, por hacer estas elecciones tan desacertadas: por una parte, ellos conducen mal, por otra, nosotros tratamos de salir por otro lado y siempre terminamos igual. Por ejemplo, yo no entiendo nada de la parte financiera, pero tanto con dirigentes burgueses, de derecha, de izquierda, alcahuetes, bolivarianos (agarrámela con la mano), torturadores o misioneros de la paz, siempre llegamos al mismo punto: el dólar, los fondos buitres, la corrida bancaria, el quilombo, la plata no vale y la inflación. Cavallo ahora da clases y dice que no tiene nada que ver; mañana van a dar clases la Kirchner y Boudou, como sigue dando clases Menem desde su sarcófago. En mis 75 años, he visto que cada una década pasamos por la misma situación: el que te cagó en el 2001 da clases en el 2014, y el que te caga en el 2014 dará clases en el 2024. Debe haber algo en nuestro ADN que produce esto; no sé por qué, sino ya propondría una plataforma.

Y en la era kirchnerista, ¿en qué nivel se ubica esa indignación?

Es más o menos parecida en cuanto al resultado final. Hoy me da bronca la negación sistemática de problemas por parte del kirchnerismo. Por ejemplo, la inflación era algo que se veía venir y nos seguían diciendo que era de 0,3 puntos como si fuéramos niños pelotudos; la inseguridad también era evidente, tendría que haber sido atacada desde el principio, antes de ser negada y decir ‘son fabulaciones, los medios exageran’. A todos los gobiernos les critiqué lo mismo: no previenen, sino que niegan hasta que no pueden más y explota todo. El primer paso para solucionar un problema es enfrentarlo; pero decir que tenemos el índice más bajo de inseguridad de América Latina, o no reconocer la inflación me parece una estupidez imperdonable.

¿Llegará el día en que las cosas se acomoden y el país ya no necesite de sus monólogos?

No lo creo, porque mirando cómo está el mapa mundial no se arregla nada en ninguna parte. Todos tienen unos quilombos de la puta madre y yo lo vengo diciendo desde el año ’77, cuando empecé a viajar. Alemania tiene unos problemas enormes; Estados Unidos tiene 40 millones de pobres; en Grecia, donde estuve hace poco, hay un recrudecimiento del nazismo infernal; en Italia y España están cada vez peor. Sin embargo, hay algo que este gobierno ha hecho muy mal: por decirnos que no vivimos en el infierno, quisieron hacernos creer que estábamos en el paraíso, y eso no es cierto. Falta sensatez, cordura y equilibrio.

El actor

Convocado para trabajar en las adaptaciones de obras teatrales extranjeras como Chicago, Filomena Marturano, Yo quiero a mi mujer, Los Locos Adams, El joven Frankenstein, Hairspray, Los productores (junto a Guillermo Francella) y Vale Todo (junto a Florencia Peña), entre tantas otras propuestas, Enrique Pinti dice que en la televisión y el cine son reticentes con él: “No me quieren mucho a mí para las ficciones en TV o cine. No me convocan para nada, y cuando me convocan es para hacer de mí mismo; eso no me interesa, porque siento que no confían en mi capacidad para crear personajes. Hice algo en Mujeres asesinas (2008), en Tiempo final (2000) y tuvieron buen rating, no es que soy un veneno de rating. Pero ya me harté, no espero más oportunidades, porque la semana que viene cumplo 75 años y los papeles se achican. Van a llamarme cuando yo esté por cumplir 80, para darme el rol de un viejito con alzheimer. ¡Que se vayan a la c… de su madre!”.

En su salsa

Cuando esta noche Enrique Pinti aparezca sobre el escenario del Coliseo Podestá, será su primera aparición en público tras un itinerario europeo de un mes. Por estas vacaciones se ausentó del jurado de Tu cara me suena (Telefe), programa (“muy placentero, muy feliz”) al que regresará hasta fin de año.

Ya el 8 de enero del año próximo, estrenará en el porteño teatro Ópera Buenos Aires con estrellas, un music hall junto a Carlos Casella, Alejandra Radano, Sandra Guida, Alejandra Flechner y con dirección de Alfredo Arias. La puesta, que se postergó por motivos de producción, estará en escena sólo hasta mediados de marzo. A partir de entonces, Pinti comenzará con los ensayos de Salsa criolla, el suceso teatral de los ’80 con el que recorrió la historia argentina desde el descubrimiento de América hasta nuestros días y que, a fines de abril, repondrá en el teatro Liceo, donde se estrenó hace 30 años.

“Me emperré con esta fecha porque me parecía tiempo suficiente para retomarla desde otra perspectiva. Aunque van a estar los mismos sketches y las mismas canciones, sólo voy a actualizar el monólogo de entrada y el final”, explica el actor, y aventura que “va a ser un año de mucho trabajo, ojalá pueda resistir”.