Entrevista con el músico cubano

Ibrahim Ferrer Jr: el heredero del son

Entrevista exclusiva para diariohoy.net con el músico cubano que lleva 17 años viviendo en Argentina y 4 discos editados. Se presenta mañana a las 21 en Bebop Club de San Telmo para cerrar un ciclo de jueves de enero en el que estuvo presentado “The Cuban Latin Club”. 

Por Matías Kraber

Quién diría que un negro de Santiago de Cuba estaría casi cuarenta años más tarde convertido en un paisano de Hurlinghan en la zona oeste, epicentro roquero de Buenos Aires. “Yo camino por estas calles que también me parece una escala tan humana como la de mis barrios de La Habana o de Santiago”, dice este hombre que habla azucarado por el teléfono y tiene un nombre apellido icónico de la música latinoamericana por ser el único hijo varón. Sí, el menor de los críos de Ibrahím Ferrer: cofundador junto a Compay Segundo del inolvidable Buena Vista Social Club de Cuba. 


-¿Cuándo fue la primera vez que hiciste música? 

-Fue en el vientre de mi madre. Te diría que desde niño en mi casa se respiraba la música, se ensayaba en mi casa, se organizaban descargas en los cumpleaños en donde cantaban y tocaban todos. Nací en un barrio bullanguero de Santiago de Cuba, Calle Bartolomé, y más tarde mi padre por trabajo nos llevó a La Habana en donde estuvimos por varios barrios de la capital. 

-¿Cuál fue tu primer contacto con Argentina?


- Mi primer contacto con este país fue la música de Estela Raval y los Cinco Latinos, recuerdo escuchar su música cuando era pequeño, así como a Carlos Gardel, Hugo del Carril y Libertad Lamarque.  Recuerdo de ir al cine a ver las películas de Gardel, que tenía más o menos la edad de mi padre, y tiempo después mi padre comenzó a salir a la calle como un tanguero: vestido de negro, con sombrero y bufanda.



- ¿Crees que el tango y el bolero son hermanos? 

- Yo creo que el tango y el bolero se hermanan porque nacen casi de un mismo ritmo que es la habanera: una música  con esencia sentimental.  El tango nace casi que de la habanera y el bolero nace también del mismo lugar. Tienen los mismos compases de tiempo, demuestran la sensibilidad del ser humano que lleva el pueblo en la sangre. 

De Marinero a cantor 

Ibrahim tenía 17 años cuando quiso ser piloto de avión y un accidente en una pierna no se lo permitió. Así fue como definió ser ingeniero naval y tras unos años de estudio comenzó a viajar por el mundo en barcos mercantiles que anduvieron de Rusia a Comodoro Rivadavia llevando cargamentos de soja por ejemplo. Fueron 29 años mar adentro, con algunos intervalos que aprovechaba para volver a casa de sus padres en La Habana. 
Sin embargo el 17 de diciembre de 1999, tras dejar atrás el puerto de Rosario, tomó un micro a Buenos Aires y en una noche de verano que tocaba Celia Cruz conoció a su actual esposa y manager -Alejandra Oviedo- con quien tuvo una hija -llamada Liz- y conviven desde entonces. 

-¿Cuándo empezaste a vivir de la música?

- Fue acá en Argentina en el año 2000. La misma persona que me presentó a mí esposa, él es bailarín y también amante de la música.  Comenzó a convencerme que debía hacer música aquí, que era un lugar indicado.  Después tuve restaurantes, armé grupos y participaba en diferentes conjuntos, hasta que ya empecé a hacerlo seriamente: puedo decir que llevo 17 años como músico profesional.   

-¿Cómo ha sido tu experiencia de grabación?

- He grabado cuatro en total. El primer disco –Son para ti, 2006-  tiene antiguas trovas, sones tradicionales de la parte del oriente, algunos boleros y canciones de la nueva trova. El segundo – Al son de un homenaje, 2008; galardonado como mejor  álbum tropical/cuarteto- tiene sones, guarachas y algunos boleros.
 El tercero – Mío muy mío, 2014- es el homenaje que le hice yo a Buenos Aires por haberme permitido tanto. Yo digo que es el puente de La Habana a Buenos Aires. Quise cantarle canciones a este lugar, donde pude echar raíces.

Por último grabé el año pasado un homenaje a mi papá: Ibrahim canta Ferrer. 

-¿Tuviste que luchar con eso de ser "el hijo de"?



- Todos los días lucho con eso. Me enorgullece también porque soy el hijo de él, tengo el mismo nombre, no es que sea un nombre artístico ni nada. Es el nombre que él me puso, por ser el único hombre de sus cinco hijos.  Me siento orgulloso porque soy el hijo de una persona que fue admirada y querida. Una persona que sin tanto, llegó a ser querido por su humildad. El lado malo es que te encasillan, pero  también es hasta que descubren tu esencia. Ahí se empieza a abrir otra historia.  

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