Dólares no declarados

Blanqueo macrista: más dudas que certezas

Ante la falta de inversiones, el gobierno nacional buscará captar una porción de los más de 360 mil millones de dólares no declarados por argentinos. La iniciativa hacer recordar el fracaso de los CEDIN de la era K.  Las trabas para recuperar la confianza

"Esta película ya la vimos”, se escuchó decir en una importante reunión de empresarios cuando se habló sobre el proyecto de ley, que próximamente enviará el gobierno nacional al congreso, para instrumentar un nuevo programa de blanqueo de capitales.

La iniciativa hace recordar a los polémicos programas instrumentados por el kirchnerismo para captar fondos no declarados. El último de estos planes se instrumentó mediante los denominados CEDIN y el fracaso fue rotundo: se recaudó mucho menos que lo previsto ya que los posibles inversores no confiaron en lo más mínimo en el gobierno K. Asimismo, quienes utilizaron el blanqueo, en su gran mayoría, fueron personajes ligados a la corrupción kirchnerista. Peor aún, hay sospechas de que hasta se podrían haberse visto favorecidos narcotraficantes y hombres del crimen organizado que tuvieron la oportunidad de hacer “legal” sus millones de dólares manchados con sangre. 

Según trascendió en los últimos días, lo que quiere aplicar el gobierno macrista es un paquetazo fiscal que incluya blanqueo, moratoria y modificaciones en el piso del Impuesto Bienes Personales (mal llamado “Impuesto a la Riqueza”) que pasaría ser de un millón de pesos.

Como en cualquier blanqueo, el dato clave es cuánto costará, pues ahí se mide el posible rendimiento de la medida. La información en danza habla de alícuotas que van del 8 al 10% para aquellos que decidan mantener sus fondos en el exterior, y del 4 al 5,5% para quienes los ingresen al país. En caso de mantenerse esas alícuotas, difícilmente se atraigan inversiones importantes dado que están por encima de lo que cobra cualquier financiera en la city porteña.

La intención del macrismo sería recaudar entre 4.000 o 5.000 millones de dólares contantes y sonantes que están fuera del sistema y que podrían cosecharse entre este año y el que viene, el período durante el cual estará abierta la ventanilla de la AFIP. Llegado este punto, vale precisar ciertos datos. Esa podría ser la recaudación directa, lo cual es distinto a la cantidad de plata que según algunas estimaciones sería blanqueada: cerca de US$ 50.000 millones dependiendo del interés de los blanqueadores y muy lejos de los US$ 366.000 millones que, descontados diversos conceptos, sumarían los activos sin declarar.

Ahora bien, teniendo en cuenta que pasaron más de 6 meses desde el cambio de gobierno, ¿cuál es motivo por el cual no se está invirtiendo ni un solo centavo de los más de 366 mil millones de dólares de argentinos que están en declarar? La respuesta habría que encontrarla en que la política económica del gobierno, que ha generado niveles récord de inflación y ha profundizado la recesión económica,  no está generando la más mínima confianza.

Teniendo en cuenta que vivimos en un sistema capitalista, nadie en su sano juicio va a arriesgar su capital o sus ahorros sabiendo, de antemano, que va a perder. En ese contexto, aún está muy presente en el inconsciente colectivo de los argentinos lo que significó la incautación de ahorros con el corralito y el corralón, durante la crisis de 2001 y 2002. ¿Cuáles serán las garantías que se darán a aquellos pequeños y medianos inversores, que decidan invertir y arriesgar su capital, de que no terminarán siendo perseguidos por el propio estado a través de la AFIP? Aún no está claro.

Por mas blanqueo de capitales que se pueda ofrecer, ningún argentino con dos dedos de frente sacará sus dólares de debajo del colchón o de la caja fuerte si la economía y el mercado interno siguen absolutamente deprimidos. ¿Quién estará dispuesto a hacer inversiones inmobiliarias si no hay nadie en condiciones de comprar casas o departamentos?, ¿Quién estará dispuesto a montar una pyme si son cada vez menos los argentinos en condiciones de adquirir bienes y servicios?

Lo que puede ser una buena idea -esto es, ofrecer facilidades impositivas para incentivar las inversiones productivos- puede terminar en el fracaso más absolutos si aquellos responsables de la política económica no apuntan a solucionar las cuestiones de fondo que llevan a que la Argentina esté empantanada en el estancamiento.

“Esta medida en nada beneficia a los argentinos”

Por Claudio Lozano (Economista de la CTA y ex diputado nacional)
Especial para Hoy

Mucho del dinero que se quiere blanquear no sabemos de dónde viene. No se los va investigar y puede ocurrir cualquier cosa, como ya lo vimos en la época kirchnerista, donde se siguió un proceso de blanqueo de capitales que fracasó rotundamente. De no atenderse las necesidades básicas de la gente, este proyecto de blanqueo que proyecta el gobierno se hundirá en el más absoluto fracaso.
Guillermo Moreno intentó en su momento con los CEDIN implementar un proyecto de esta clase y sabemos cómo terminó por no contar con el consenso necesario y con las reglas de juego claras.

Se busca reactivar la economía apelando al dinero de los argentinos que se fugaron en las últimas décadas, pero para ello se apela a armas que no hacen más que contribuir a que se genere una especie de impunidad legal que solo servirá para favorecer a los sectores más concentrados de la economía, o sea,  que está hecha para beneficiar a los mismos de siempre. Al igual que el kirchnerismo, el macrismo dice que con este proyecto de blanqueo piensan que se pueden recuperar para la inversión genuina, unos 50.000 millones de dólares, pero la realidad hace que estos capitales no vienen para la inversión, sino para la especulación, donde el país resultará altamente perjudicado en su economía. Estas medidas, el blanqueo o el paquete fiscal que se planea desde el equipo económico de Alfonso Prat-Gay, en nada beneficia a los argentinos, solo favorece al capital concentrado.

No hay ninguna clase de dudas de que con esta medida se van a ver beneficiados los bancos. La Argentina entró de lleno en una nueva etapa de endeudamiento, como ya lo vivimos en el país con el menemismo en los años ’90, y que tendrá como efecto al corto y mediano plazo una mayor recesión en la economía que llevará a que el 2016 tenga un crecimiento nulo y que el 2017 esté sembrado de incertidumbre.