Cristina y su manía de mentir

EN FOCO

Ayer, nuevamente, la presidenta Cristina Kirchner hizo una puesta en escena para intentar demostrar que aún conserva el poder suficiente para ordenar el escenario político de acuerdo a sus intereses. Ahora bien, todo aquel gobernante que se ve en la necesidad de salir abiertamente a exteriorizar su mando, en realidad, no hace más que poner abiertamente de manifiesto una debilidad intrínseca que, en este caso, está dada por el final de ciclo que se avecina.

Ayer, la primera mandataria salió a decir, en un contexto de fuerte recesión y con una inflación que no da tregua: “la economía la sigo manejando yo”. Y luego le tiró flores a su imberbe ministro, Axel Kiciloff, q quien definió como “mi mano derecha, mi mejor asesor y mejor asistente, pero las decisiones son siempre políticas en economía y las tiene que tomar el presidente. Haciéndose cargo de los errores y los aciertos".

Las declaraciones de la primera mandataria se dan en un contexto donde el núcleo más duro del kirchnerismo pretenden que Kicilof sea el candidato a vicepresidente del oficialismo, situación que no agrada para nada a los caciques del Partido Justicialista que, fiel al pragmatismo que los caracteriza, han decidido encolumnarse detrás de la figura de Daniel Scioli quien es el único que les puede garantizar la continuidad de sus gestiones. Especialmente en los municipios del Conurbano bonaerense donde se encuentra el caudal de votos que suele ser decisivos en las contiendas presidenciales.

En el PJ, a medida que se acercan las elecciones, comenzaron a sentir un fuerte olor a cala que proviene de la Casa Rosada. Pragmáticos al extremo, vienen demostrando que sólo acompañarán al kirchnerismo hasta la puerta del cementerio y el bastón de mando, que durante años tuvieron Néstor y Cristina Kirchner, se lo pasará automáticamente al que tenga más votos.

Sabiendo que sus días en el poder están contado, CFK ayer intentó mandarle un mensaje a la oposición y al propio Scioli: "Quiero escuchar a los hombres y mujeres de mi espacio político y del resto de los espacios políticos hablar de estas cosas (en referencia a políticas públicas económicas), no de pavadas ni haciendo pantomimas, los necesito largando ideas a todos", clamó.

En ese contexto la presidenta ayer volvió a mostrarse con Florencio Randazzo, el hombre de la eterna sonrisa que competirá frente a Scioli en las PASO, y que viene muy atrás en las encuestas. La intención de CFK pasó por intentar levantar al ministro de Transporte y evitar que Scioli obtenga en las Primarias una cantidad de votos que lo posicione como amplio favorito para sucederla en el sillón de Rivadavia, sin tener que ir al balotaje. Ni una sola mención hizo la presidenta de la poco feliz frase que la semana pasada utilizó el ministro del Interior para burlarse del problema que sufrió el gobernador en uno de sus brazos. Por el contrario, afirmó: "Todos los argentinos vamos a defender estos logros. Como militante político me comprometo a defender la recuperación de los trenes, los Derechos Humanos, el Fútbol para Todos, y la aplicación definitiva de la ley de Medios".

La realidad, como siempre corre por otro carril. Los trenes que se dicen estar recuperando con la estatización de las líneas ferroviarias, es un gran bluf. No solo porque los infames negociados k llevaron a que 52 personas murieran en el choque de estación Once y porque que la propia ley de estatización abre la puerta para que vuelvan a ingresar al negocio empresarios amigos del poder (ver página 4), sino también porque “la revolución” que prometió Randazzo sólo consistió en la compra de formaciones chinas, de dudosa calidad. Y para colmo fueron puestas a andar en vías que, en muchos casos, tienen más de cien años. Consecuencia de ello, para llegar Córdoba, actualmente el tren demora el doble de tiempo que en el año 1938. A ello se le suman las sucesivas promesas de electrificar el ferrocarril Roca, que viene realizando el kirchnerismo de forma permanentemente y sistemática desde el año 2004, y que, dado el tiempo de gestión que le queda, no podrá cumplir. Lo mismo ocurre con la reactivación de los talleres ferroviarios: como las formaciones son compradas en el exterior, los talleres se encuentran abandonados (ver Los trenes y nueva falacia K).

La famosa política de derechos humanos también es una gran cortina de humo, que sólo sirve para esconder infames negociados como los que involucra a Hebe Bonafini y a su ex hijo putativo, el parricida Sergio Schoklender. Mientras tanto, César Milani, el jefe del Ejército puesto a dedo por Cristina Kirchner en un premio por servicios prestados en lo que se refiere al espionaje interno de críticos y opositores, aparece cada vez más involucrado en delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura (ver página 6).  Una situación similar se registra con el periodista y operador político K, Horacio Verbitsky, que el pasado martes estuvo junto con Bonafini en primera fila, en un acto que encabezó Cristina, pocas horas después de confirmarse de que habría trabajado codo a codo con un jerarca de la Fuerza Aérea durante la dictadura militar. Por mucho menos que las pruebas que existen contra Milani y Verbitsky, Cristina y sus acólitos seguidores realizaron una caza de brujas contra distintos políticos a los que se los acusó, muchas veces sin fundamentos, de ser cómplices del gobierno de facto. Doble moral al extremo.

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