¿Donde está la Presidenta?
Los reyes magos cierran una época de fiestas que, en nuestro país, no estuvo acompañada más que por conflictos de distinta intensidad. No hay nada en nuestros zapatos este seis de enero, ya ni siquiera creemos en los regalos, sea por nuestros años, o por los duros golpes que la propia realidad nos viene dando.
Terminó el 2013, comenzó el 2014, y una secuencia encadenada de problemas sociales y económicos delataron la raíz política de nuestra crisis. El estallido se produjo, en algunos casos, por la falta de energía, que alteró la vida de miles de argentinos que se quedaron sin luz. En otros, por la inseguridad, por la maldita delincuencia sin fin. En cada grito ciudadano, sin embargo, hubo un eco común como telón de fondo: el silencio de la presidenta de la nación.
Sin palabra, sin opinión, su voz estuvo ausente en episodios demasiado graves. Lo de Ricardo Echegaray, de ojotas y malla en Río de Janeiro, rodeado de un lujo que sólo se paga en dólares, pareciera ser una cuenta más de un rosario de equivocaciones. Un rosario que castiga la fe del ciudadano común en los funcionarios públicos, en su trasparencia, en su idoneidad. Ministros que no fueron elegidos por el voto popular, pero cuya obscena conducta ya no desata ni el asombro. Ese acostumbramiento a la infamia, a la desidia, a la corrupción, es el peor peligro para la vida nacional.
Y Cristina guarda silencio. También en el debate de la situación económica del país, en el delicado desequilibrio de las cuentas fiscales en las provincias, embarcadas en gastos exorbitantes producto de la rebelión policial. Acorralados, los gobernadores prometieron aumentos del 50 o hasta del 100 por ciento en el salario mínimo a los agentes, sin tener los fondos legítimos para solventarlos.
Encima la inflación. Enero, febrero y marzo, meses de paritarias, de negociaciones, de disputa salarial. Nadie quiere bajarse del 30 por ciento, a todos les duele el bolsillo. En las últimas semanas, el efecto de la suba de precios golpeó con especial fuerza. Subieron las naftas, pero también los peajes, el transporte público, los alimentos. Y para colmo, el congelamiento de precios no contiene siquiera a los poco más de cien productos que dice contener. Enero, mes caliente, quedará en la historia como el de mayor aumento de la inflación en dos décadas. Así lo dicen los pronósticos, que vaticinan más calor para la economía familiar.
En este contexto de crisis, la presidenta está ausente, y eso es grave. ¿Dónde está, donde estuvo? Hoy podría volver a hablar, hoy o en los próximos días, según anunciaron fuentes oficiales demasiado timoratas para la urgencia de los problemas que la demandan. Cristina Kirchner tiene la obligación, si está enferma y teme por su salud, de dar un paso al costado. Y si no, mayor aún es su responsabilidad para ponerse al frente del barco antes de que termine por hundirse. Deberá asumir, pues, lo que su gobierno ha hecho en esta larga y mal llamada “década ganada”.
Un largo silencio
El 8 de octubre de 2013, hace ya tres meses, Cristina Kirchner entraba al quirófano para ser operada de un hematoma intracraneal. A partir de allí, estuvo alejada de toda actividad oficial durante 48 días, hasta que finalmente volvió a aparecer en público con un mensaje televisado desde la quinta de Olivos.
Sin embargo, delegó el poder en sus ministros, y se limitó a pequeñas jornadas laborales, respetando a rajatabla la licencia por su operación. En diciembre, en el marco de numerosos conflictos sociales, permaneció alejada de las cámaras y sólo encabezó cinco actos formales: tres de ellos muy breves y protocolares, sin ningún tipo de declaración.
Tras estas apariciones, la presidenta viajó a El Calafate el 21 de diciembre, donde pasó las fiestas en familia. Desde entonces, nada se supo de ella, más que rumores y trascendidos. Su alejamiento de la vida política tuvo incluso repercusiones regionales, pues la cumbre del Mercosur cambió su fecha dos veces por la salud de la mandataria argentina. Iba a realizarse en diciembre, pero Nicolás Maduro anunció que se pasaría, primero, al 17 de enero, y recientemente, comunicó que los presidentes del bloque se reunirán el 31 de enero en Caracas.
Sin embargo, después de tres meses, Cristina podría hacer su reaparición pública hoy mismo, o en el correr de la semana.
La oposición advierte la “debilidad” del gobierno
Ante la prolongada ausencia presidencial, distintas voces salieron a reclamar su participación efectiva al frente del Ejecutivo nacional.
En este sentido, la senadora del Pro, Gabriela Michetti, señaló que Cristina Kirchner “ha definido correrse del ejercicio operativo y ejecutivo del poder”, al tiempo que mostró su preocupación por la “fragilidad y debilidad” en las filas del gobierno.
Sin embargo, Michetti también quiso destacar que, frente al actual escenario de crisis, los dirigentes opositores tienen la conciencia para ofrecer las “seguridades necesarias” para evitar llegar a 2015 con una "situación de crisis, tipo caos", con irregularidades como el adelantamiento de las elecciones.
Además de la senadora del PRO, otra que se había manifestado contra la ausencia de Cristina es Elisa Carrió, quien dijo: “La percepción colectiva es que no hay autoridad. Se puede tener poder y mayorías parlamentarias, pero la autoridad es otra cosa. Hoy hay casi un abandono y el principal abandono es de la Presidenta”. Siempre polémica y verborrágica, Carrió remató con una frase contundente: “Cristina no está más”, dijo.