La estrecha sociedad entre Massa y los banqueros

Hay un viejo refrán que reza: “dime con quién andas, y te diré quién eres”.  En ese sentido, Sergio Massa suele caminar de la mano con el Jorge Brito, presidente de la Asociación de Bancos de la Argentina (ADEBA), representante del sector que más ha ganado en los últimos diez años, gracias a un modelo económico impulsado por los Kirchner que incentivó la usura y la especulación.

De hecho, en momentos en que la poca industria que se mantiene en pie está con la soga al cuello, al igual que las pymes y los pequeños y medianos productores agropecuarios, los bancos se la siguen llevando en pala. Algunos números hablan por sí solos: en 2007, cuando asumió Cristina Fernández, la renta para el sector financiero fue de $ 3.905 millones. El año pasado se llevaron $29.143 millones, siete veces más.

Cuando Massa presidía la Anses, Brito –a través del Banco Macro- se convirtió en el principal beneficiario de los depósitos a plazo fijo del organismo previsional. ¿Cómo se concretó el negocio? Las entidades congregadas en ADEBA consiguieron que los jubilados empezaran a cobrar por las ventanillas de los bancos privados, un privilegio que mantienen en la actualidad. Antes, el monopolio lo tenían los bancos públicos. A eso se le sumaron más ventajas. La Anses de Massa comenzó a depositar otros fondos del sistema de reparto estatal en diferentes bancos privados. Para las entidades financieras era dinero barato con el que podían invertir en la Bolsa. Fue un negocio que movió miles de millones de pesos. Y también muchas sospechas.

En la actualidad, Massa es un habitué en los asados que organiza Brito en su imponente casa de San Isidro. No es para menos: se sospecha que una parte importante del financiamiento de la campaña política del massismo fue financiada por Banco Macro. En la relación entre Massa y Brito también participaba el ahora vicepresidente Amado Boudou, a quien el ahora diputado nacional dejó a cargo del organismo previsional cuando fue electo como intendente de Tigre por primera vez. Tan fuerte era este triángulo amoroso político, que Boudou se convirtió en el tesorero del Club Tigre, que aún sigue comandando Sergio Massa, mientras que el Banco Macro comenzó a auspiciar la camiseta de la institución de Victoria, que durante “la década ganada” pasó de ser un modesto club que participaba en la B Metropolitana (la tercera división) a estar en la máxima categoría del fútbol argentino.

Brito también habría participado en el escándalo de la exCiccone, que tiene al vicepresidente Boudou como procesado.  Concretamente, existirían pruebas concretas que demostrarían que su entidad aportó fondos, créditos y personal para que la imprenta saliera de la quiebra y comenzara a negociar nuevos contratos con el Gobierno, a través de operadores de Boudou.

El vínculo más notable de Brito con la operación fue el desembarco del hasta entonces gerente administrativo de Banco Macro, Máximo Lanusse, como el vicepresidente del directorio de la ex Ciccone, que luego fue reconvertida en la Compañía de Valores Sudamericana SA, justo por debajo del abogado monotributista Alejandro Vandenbroele, el supuesto testaferro de Boudou.

En el plano financiero, el Macro también habría aportado el financiamiento para que la imprenta refaccionara su maquinaria. Así logró poner a punto las máquinas Super Orloff y Super Simultan para imprimir billetes como subcontratista de la Casa de Moneda, que sigue presidiendo Katya Soledad Daura, una funcionaria cercana a Boudou desde su pasado común en la Anses.

Bloques de arrepentidos y conversos en la legislatura

El massismo en la Legislatura bonaerense hizo su aparición en medio de la campaña para las elecciones legislativas del año pasado, pero logró convertirse en la segunda minoría en ambas cámaras gracias a los pases de peronistas disidentes, kirchneristas, radicales y macristas conversos. Sin embargo, esa heterogeneidad en la conformación de las bancadas de diputados y senadores le está pasando factura.

En Diputados, el Frente Renovador debutó con un bloque de 20 legisladores, presidido por Rubén Eslaiman, que responde a la diputada nacional Graciela Camaño. Tras las elecciones del año pasado la bancada llegó a 23 diputados, pero rápidamente comenzó a perder bancas y profundizar sus divisiones. Primero había sido la macrista Nancy Monzón, antes de terminar su mandato. Le siguió el también macrista Orlando Yans, que formó un bloque propio.

Al  ingresar los nuevos diputados en diciembre, comenzó la disputa por la conducción de la bancada entre Eslaiman y Juan José Amondarain. Las diferencias se hicieron más explicitas cuando Eslaiman y Amondarain casi se agarran a trompadas en una reunión de bloque.  

En el Senado, el massismo logró recolectar más desertores del bloque del Frente para la Victoria (conducido por la ultra K Cristina Fioramonti, esposa del diputado nacional Carlos Kunkel) y lo puso en jaque superándolo por una banca, por lo que el oficialismo depende de sus aliados. Pero esa paridad de fuerzas sólo logró paralizar al Senado por la disputa improductiva entre las dos bancadas, como se vio en el fallido debate por la policía local.  El bloque de senadores del Frente Renovador quedó en manos del ex kirchnerista, Jorge D`Onofrio. Sin embargo, el mayor peso dentro del massismo lo tiene Sebastián Galmarini, el cuñado del diputado nacional y ex intendente de Tigre, Sergio Massa.

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