Le echan nafta al fuego de la inflación

El estancamiento y la recesión económica crean una aparente estabilidad que ya comienza a verse alterada con los incrementos de bienes y servicios básicos. La falta de un plan antiinflacionario pone en jaque a la clase media y a los sectores populares

El relato: Cristina en su país de las maravillas. La realidad: una economía en recesión, caída de reservas monetarias sostenidas con emisión descontrolada o a través del swap chino (que tampoco puede hacer magia), déficit fiscal, cepo cambiario, y una inflación ficticiamente controlada, no a través de un plan estratégico efectuado por el Ejecutivo, sino producto del propio estancamiento, de la pérdida del poder adquisitivo y de un sector industrial en decadencia que importa mucho y exporta poco.

Lejos de cualquier éxito, esta aparente estabilidad se enmarca dentro de un círculo vicioso que, como siempre, en el corto plazo afectará a la clase media y destrozará aún más a los pobres, quienes en sus bolsillos ya comienzan a sentir el recrudecimiento de la crisis, a través del incremento de precios en rubros tan disímiles como el programa  Precios Cuidados (la iniciativa utilizada por el gobierno para “contener” la inflación que durante una más de una década desconoció), el gas, la nafta, expensas, alquileres, etc.

“Si bien la inflación tuvo una merma en comparación con el año pasado, todo es producto de la recesión; si la inflación baja es porque la gente no tiene plata en el bolsillo y porque la actividad económica está deprimida, no es consecuencia de un plan antiinflacionario que nos vuelva a mantener con competitividad internacional que haga que el consumo fluya y las divisas entren. Nada de eso, porque el gobierno nunca cambió el rumbo y menos lo va a hacer a cinco meses de abandonar el poder”, aseguró a Hoy el presidente de la Unión de Consumidores de Argentina (UCA), Fernando Blanco Muiño.

Problema que no se reconoce, que no se nombra, no existe piensan la presidenta y sus acólitos. El resultado es un golpe al bienestar de los argentinos, sobre todo de los más  rezagados, que, olvidados por el kirchnerismo, advierten la crisis pero no tienen armas para enfrentarla.

 “Lamentablemente, hasta que el gobierno no asuma la inflación real como tema prioritario, mientras el ministro de Economía [Axel Kicillof] diga que esto no es preocupante, vamos a seguir así. Lo grave es que la inflación es un impuesto que pagan, sobre todo, los sectores más vulnerables y los jubilados y pensionados que tienen una jubilación miserable, cuyos ingresos pierden el poder adquisitivo con estos fuertísimos niveles inflacionarios”, detalló el titular de la UCA.

Porque es claro que entre la realidad argentina, del ciudadano de a pie, y la realidad K, hay una grieta abismal; porque la presidenta no reconoce otra inflación que la medida por el cuestionado Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) (Ver recuadro), que pretende una economía congelada y con precios en baja, siendo que, en el escenario actual, eso sólo puede ser consecuencia de la caída de salarios, el estancamiento y la pérdida del poder de compra: sin consumo no hay inflación, pero tampoco empleo. Este es el resultado de la falta de perspectiva y proyección kirchnerista.

Esta es, como opinó Blanco Muiño, “la consecuencia de una mala política económica y desconocer la inflación, como tantos otros problemas, es no darle lugar a quienes criticamos el modelo. Evidentemente de lo que se trata es de negar la existencia de la inflación, condicionar todas las variables de la economía, pero lejos de cumplir con este condicionamiento, lo que hacen es manejarse en un mercado real donde los precios se disparan tal como sucede desde hace tiempo”.

La inflación alta -pese a su merma-, la negación y, producto de ella, el avance de los salarios por debajo del incremento de precios, debilitando cada vez más el poder adquisitivo, es otra de las batallas perdidas del kirchnerismo, incapaz de crear un plan antiinflacionario que amortigüe la situación de los que menos tienen, en la década en la que los únicos ganadores fueron los de siempre: los poderosos amigos del poder.

INDEC: relato vs. realidad

Desde que el INDEC fue intervenido por el gobierno, cada vez que se habla de precios e inflación hay que diferenciar entre el relato y la realidad. Porque, en verdad, la presidenta Cristina Kirchner vive en una realidad paralela, la que construye, la que repite y la que sólo ella se puede creer.

Sólo así se entiende que el último registro del organismo público haya dado cuenta de una inflación mensual de apenas el 1% y del 15,3% anual, con la olvidable ratificación de la Jefa de Estado y su jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, para quienes en Argentina “hay menos pobres que en Alemania”.

Más allá de ese limbo, para las consultoras privadas representadas por diputados de la oposición, los precios en el último mes subieron un 2,02 por ciento, y en un año tuvieron un alza del 28,76%.

“Un impuesto al pobre”

“Solemos decir que la inflación es el impuesto al pobre, porque el rico tiene más o menos formas de defenderse ante el proceso inflacionario, pero los sectores de ingresos bajos -la mayoría de ellos con empleo en negro- son los que están más vulnerables al avance de los precios”, recordó a Hoy el Profesor titular de Economía Política I en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) y director ejecutivo de la Fundación Atlas, Martín Simonetta.

“La inflación -aseguró Simonetta- está matando a la competitividad en los sectores exportadores, porque los exportadores venden al dólar oficial, pero sin embargo sus costos están traducidos en pesos, por lo cual esto genera una tenaza que aprisiona y quita la rentabilidad de los negocios, y eso lo podemos verificar en los decaídos niveles de empleo y rentabilidad. Ante esto, el gobierno prefiere un poco de inflación y recesión, en lugar de hacer un sinceramiento con respecto al tipo de cambio”.

Como decía Juan Domingo Perón, cuya figura ha sido bastardeada con ahínco por la presidenta, la inflación hace que los precios suban por ascensor, mientras los salarios lo hacen por escaleras. “Hoy, la mayoría de los argentinos no llevamos un salario al ritmo de la inflación; el plan económico del gobierno nos ha dejado muy mal parados”, concluyó el economista.