Boca empató con Tigre, perdió el primer puesto y sigue girando en la calesita del caos

El Xeneize igualó 1-1 en Victoria, cerró la fase de grupos sin respuestas futbolísticas y dejó escapar el liderazgo. Herrón no encontró el rumbo y ahora deberá medirse ante Lanús en octavos. Otra vez sopa.

En Boca el cambio nunca llega. O llega tarde. O ni llega. Lo cierto es que el empate 1-1 ante Tigre dejó mucho más que un punto en Victoria: dejó la sensación de que nada cambia aunque todo se mueva. Ni el esquema nuevo, ni los nombres nuevos, ni el DT interino. Boca está atrapado en su propio laberinto.

Mariano Herrón, una vez más el bombero de emergencia, armó un equipo con el gusto del presidente Riquelme: Zenón, Palacios, Velasco, Merentiel. Más fútbol, más posesión, más “linda la idea”. Y en parte funcionó: el gol fue una joyita. Pase de Velasco, corrida de Merentiel y definición quirúrgica de Zenón. Pero claro, Boca dura un ratito. Después se apaga.

Tigre no perdonó. Empató de cabeza tras un córner y ahí se acabó la ilusión. Boca se desinfló, perdió intensidad y ya ni con la pelota dominó el juego. Y lo que vino fue aún peor: un golazo anulado a Belmonte por una mano involuntaria que nadie vio. Luego, otro gol anulado por offside de Rojo. Todo mal. Todo Boca.

El 1-1 no sólo fue un golpe anímico: fue un golpazo estratégico. El Xeneize, que había liderado el grupo buena parte del torneo, se quedó sin el primer puesto y ahora tendrá que enfrentar a Lanús en los playoffs. Y lo más grave: perdió la localía para hipotéticas semifinales. Si llega, deberá ir al Gigante de Arroyito contra Rosario Central. Sí, otra vez cuesta arriba.

Mientras tanto, el club sigue sin técnico. Herrón sigue de parche. El plantel sigue sin alma. Y Riquelme sigue sin anunciar a nadie. El ciclo sin fin. La novela eterna. Boca gira y gira... y no llega a ningún lado.

¿Hasta cuándo este loop de decisiones tibias y cambios a medias? Nadie lo sabe. Pero el reloj corre. Y los hinchas, otra vez, se vuelven a casa con las manos vacías. ¿Alguien va a hacerse cargo?

Por momentos, pareciera que ni siquiera perder importa. Que la camiseta se pone sola y alcanza. Pero no alcanza. No con esta apatía, no con este desgobierno táctico. Boca necesita mucho más que buenas intenciones: necesita respuestas urgentes.

Y lo más alarmante: tampoco hay señales de rebeldía desde adentro. Los referentes lucen apagados, los pibes no contagian, y el hincha, cada vez más frustrado, mira a un equipo que no responde. ¿Hasta cuándo se puede vivir del pasado?

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