CRISFA volvió de Chile: la fuerza de la humildad y la alegría en la cancha

Un verano futbolero en Concón, en la V Región de Chile, es apenas el dato al que le siguen un montón de vivencias adolescentes que volvieron en el bolso y en el alma de CRISFA, un club que fue a jugar una semana al vecino país, que será recordada como las vacaciones más lindas para los jugadores y para el técnico, profesor y amigo Alejandro Caballero, que se animó a darle forma a este viaje del que pocos clubes amateurs pueden hablar.

“Estamos felices por elegir un torneo bien organizado, con lindos premios, que se jugó en un predio imponente (de una marca famosa de gaseosa). Además conocimos Viña del Mar y zonas bellísimas, de montaña y playa”, apuntó a nuestro diario el coordinador albiverde.

Al rodar la pelota se vio que el club de la Liga Platense tiene buena técnica individual. La 1999 solo pudo ser vencida en la final, por penales. “Nos echaron a uno en el primer tiempo y tuvimos que remarla. Según nos contó el arquero de ellos, eran una selección de Santiago de Chile. No voy a olvidar más la tanda de penales, con una impresionante cantidad de gente, donde tuvimos el apoyo de los equipos argentinos, de Córdoba y San Juan, hinchando frente a todos los chilenos”, expresó Joaquín Cerutti, de 17 años, capitán desde hace siete en este equipo que en 2017 pasará a ser Cuarta división, que en Chile jugó cinco partidos, ganó cuatro, empató uno, metió veinte goles y recibió tres.

Franco Chirino, lateral izquierdo, le dijo a este medio: “El viaje sirvió para unirnos más. Nos dimos cuenta que fuimos superiores a todos los demás, incluso en la final, donde el arquero rival fue nombrado el mejor por los organizadores. Me sorprendió la bronca con que nos miraban y nos trababan los chilenos en el último partido. Y en ese sentido me quedé con ganas de ganarles, porque jugando con los equipos argentinos no nos pasó lo mismo”.

En tanto, la 2000, también volvió invicta (de los cinco, ganó tres y empató dos, con quince tantos a favor y uno en contra), quedando cuartos en el medallero final de la Concon Cup.

Más allá de la fuerza futbolística que demostraron, resultaron ser un sólido grupo en el que son “todos amigos” y, solo eso, justificó todo esfuerzo familiar realizado para costear el viaje. La delegación volvió con una sensación de tranquilidad, confirmando que están transitando el sendero correcto. No importa dónde jueguen y cómo termine el partido, la raíz del club del barrio Meridiano V está bien fuerte. 

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