De Romero al cielo, se fue el canchero más querido de la historia de Estudiantes

Pedro “Ruso” Ferrín trabajó durante 47 años en Estudiantes. Le dedicó toda una vida al club y falleció este sábado a los 78 años. Unos días antes había pintado toda su casa y no paraba de cortarle el pasto a sus vecinos por amor al trabajo y don de gente.

Tachero, canchero y un poco gruñón: así se puede recordar al Ruso Pedro Ferrín, un queridísimo vecino de Romero que dedicó toda una vida a Estudiantes de La Plata.

El Ruso se descompensó en la madrugada del sábado cuando descansaba con su pareja en su casa de la calle 521 de Romero, la cual había pintado de rojo y blanco hace apenas dos semanas. Nació 1947 y a los 16 años comenzó a trabajar en el club.

De gesto adusto, firme y con pocas pulgas, nunca le dijo que no a lo que se le pedían, a excepción de un día cuando Bilardo cayó por sorpresa con todo el equipo para entrenar en la cancha del estadio de 1 y 57 cuando la estaban preparando para un partido oficial.

“Ese día no lo dejé entrar a Bilardo con el equipo porque me iban a romper toda la cancha para el día del partido”, contó hace poco, a modo de anécdota con el diario Hoy. Aquella reacción le valió una semana de sanción trabajando en la vieja cancha auxiliar de 1 que ya no existe más.

Duro como pocos, de carácter rústico y mirada penetrante, Ferrín se ganó el cariño de todos los hinchas cuando le clavó una pala frente al banco de suplentes de los jugadores de Gimnasia a Carlos Ramaccioti, luego de un triunfo del Pincha en un clásico.

Mantuvo duros cruces con los Mellizos Barros Schelotto en los ’90 y un día lo echaron por pegarle una patada a Gustavo en el medio del partido.

También se enfrentó a Gastón Sessa en otro clásico de La Plata y lejos de achicarse lo invitó a pelar.

Por momentos no le importaba nada cuando tenía que defender los colores del Pincha, pero tenía un corazón grande que lo llevó a querer más a Alejandro Sabella que “a mi propio padre”, como le contó al diario Hoy hace algunos años.

Ferrín estuvo a cargo del campo de juego de Estudiantes hasta el año 2005, cuando al Pincha le clausuraron la cancha. El no se fue. Se quedó en el predio y hacía mantenimiento.

Lo empujaron a jubilarse en 2019, aunque se dio el gusto de sembrar la mejor semilla antes de desvincularse como empleado del club: pudo lograr que su hijo de 30 años comience a trabajar como él lo había hecho hace más de cincuenta años y hoy las canchas del Country se mantienen con la mano de otro Ferrín.

Llegó a ser casi amigo del Profe Córdoba, de Russo y de Sabella. Todos lo querían y pedían por él.

“No le negaba nada a nadie. Tenía un corazón gigante”, recordaron anoche en la colorida casa de la calle 521 a metros de 168 en Romero.

Sus restos serán velados en la casa de sepelios de 520 y 143 y el club Estudiantes decidió afrontar los gastos de la ceremonia.

Allá arriba, con el amigo Sabella y el Ruso Prátola, habrá encuentro de mística roja y blanca en el final de un mes mayo marcado por la gloria de Estudiantes.

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