El escándalo opacó el festejo Pincha

La historia reciente de los clásicos de la ciudad de La Plata ha marcado una diferencia importante a favor de Estudiantes. En este caso, la postal de cierre en Mar del Plata era roja y blanca, pero se tiñó de negra luego de los lamentables incidentes del final. 

El verano del 2016 tuvo un dulce sabor para el conjunto dirigido por Nelson Vivas que, luego de los importantes triunfos ante dos grandes como Racing y Boca, coronó la pretemporada con una nueva victoria clásica, que lo deja de cara al arranque del campeonato con la confianza bien alta, pero mal desde lo disciplinario.

La tranquilidad con la que los futbolistas de Estudiantes vivieron la previa de un nuevo “derby” en la Costa Atlántica se vio reflejada dentro del campo de juego hasta los minutos finales, cuando se generó un descontrol total tras la entrada desleal de Ascacibar que generó una hecatombe como pocas veces vista, aunque los últimos cruces platenses han tenido finales calientes como anoche.

La historia de Desábato, Andújar y la “Gata” Fernández (los que más ganaron ante Gimnasia) pesó y acompañó a un grupo que se está armando para afrontar un semestre corto y exigente, pero que se regaló una alegría importante a orillas del mar, opacado por los golpes en un momento de tensión que no permitió los tradicionales festejos.

Más allá de los puñetazos, patadas y empujones, además de la suspensión del encuentro y la intervención de la seguridad, los jugadores del Pincha se fueron hacia la tribuna Norte del José María Minella para celebrar el triunfo. 

Puños en alto, ronda en la mitad de la cancha y abrazo grupal terminaron siendo algunas acciones de celebración que se pudieron observar por los futbolistas Pincharratas. Esa montaña humana y delirio generalizado terminó con la entrega de la Copa Ciudad de La Plata al capitán Leandro Desábato.

Noticias Relacionadas