En el museo del fútbol de Brasil le reservaron un lugar a Messi

Por Juan Pablo Ferrari
Enviado especial a Brasil 2014

En la antesala a la definición del Mundial, el diario Hoy se metió de lleno en la historia de este deporte recorriendo el museo temático más grande del continente

Caminar por las calles de San Pablo y omitir recorrer las instalaciones del museo del fútbol podría ser considerado un sacrilegio para cualquier periodista deportivo. 

Aquí, en el país del carnaval y la alegría, se i­nauguró en 2008 el museo temático más grande del continente, en donde se busca rendirle homenaje a la historia de la Selección brasileña, pero también a los diferentes mundiales que tuvieron a otros protagonistas como Diego Maradona o Mario Alberto Kempes. 

El edificio, ubicado debajo del estadio municipal Paulo Machado de Carvalho (más conocido como Pacaembú), está abierto a todo el público pagando seis reales, que es el equivalente a unos 30 pesos argentinos. La visita, sin embargo, no arroja desperdicios. 

Cuadros, documentales y tecnología

Prolijamente separado de la cancha, el ingreso al museo propone subir una escalera mecánica que conduce al primer piso del edificio. Allí aparece una imagen enorme de “o Rei” Pelé, dando la bienvenida al lugar en tres idiomas. Los cuadros y recortes periodísticos debidamente enmarcados le aportan una cuota de orden y nostalgia al lugar. 

En una segunda sala, y con menos luces naturales que provienen del exterior, se imponen las películas y documentales alusivos a las diferentes conquistas de Brasil en los mundiales, con los testimonios de los jugadores que integraron los cinco equipos que lograron levantar la Copa a lo largo de la historia. 

Si bien se hace mucho hincapié en los mundiales de 1958, 1962 y 1970, también se les rinde tributo a los jugadores de 1994 y del 2002. 

La tecnología aplicada al recuerdo permite que los visitantes puedan seleccionar en grandes pantallas las entrevistas que se les fueron realizando a los jugadores y que están referidas a las definiciones de los campeonatos mundiales que ganó Brasil. 

En un cuarto intermedio entre la segunda y la tercera sala del museo aparece un resumen original de la definición del Mundial de 1950, en el cual los brasileños se permiten realizar un punto de inflexión para la historia de este deporte, contemplando la conquista de Uruguay en el estadio Maracaná. 

A partir de la tercera y la cuarta sala, nuevamente surgen las pantallas con imágenes de todos los mundiales, debidamente separadas y seleccionadas. Desde el gol de Pelé a los italianos en la final del Mundial de México 1970 hasta la gran definición de Claudio Paul Caniggia en Italia 1990 contra Brasil, todas cobran protagonismo en esta visita única, que demanda no menos de tres horas para que pueda ser apreciada en plenitud. 

Pelotas originales

En una quinta sala, los brasileños confirman los motivos por los cuales son considerados reyes de este deporte en muchas partes del mundo. Como muestra de la devoción por el fútbol, se exponen pelotas originales de 1903, 1914 y 1930, que fueron recicladas y puestas a consideración del público. 

Estos balones son más parecidos a una pera con la que entrenan los boxea­dores que a la auténtica “brazuca” con la que se está jugando el presente Mundial o la tradicional Jalisco que usó Maradona para gambetear a cinco ingleses en los cuartos de final de 1986. 

¿Cómo harían para jugar bien hace un siglo con semejante rejunte de cuero sin forma uniforme?

Al igual que ocurre con los balones, los brasileños también recopilaron botines de fútbol de 1903, 1915 y 1930 y los expusieron en una vitrina para marcar la evolución del calzado deportivo hasta los tiempos que corren. 

En otra tarima más moderna, aparecen las pelotas de fútbol de los mundiales contemporáneos, comenzando por la de México 1970 hasta Sudáfrica 2010. 

Llamativamente, sobresale la ausencia de las réplicas de la Copa del Mundo que ganó la Selección brasileña a lo largo de la historia. Y buscando una respuesta, todos señalaron la anécdota del robo en Río de Janeiro, cuando la muestra original de la Jules Rimet que Brasil ganó en legítimo derecho por obtenerla tres veces en cuatro mundiales (’58, ’62, ’70) desapareció del lugar donde estaba guardada. 

Juegos virtuales

La invitación para participar de juegos virtuales y hacer “jueguitos” con Neymar animan a los visitantes, que también pueden ganarse premios patean­do penales, jugando al “metegol” o simplemente respondiendo preguntas referidas a los Mundiales como ocurrió con el autor de estas líneas, que impuso su conocimiento en la materia ante un fanático brasileño que no supo responder que Walter Zenga mantuvo su arco invicto durante 517 minutos en el Mundial ’90 antes de otra lapidaria incursión del “Cani”.  

Lo cierto es que en la lluviosa tarde de ayer, muchos compatriotas aprovecharon para recorrer las calles de San Pablo y no dejaron escapar la posibilidad de visitar el museo del fútbol, que resume la pasión de Brasil por este deporte en más de 6.000 metros cuadrados de extensión. 

Boca y Estudiantes siguen los pasos

Un proyecto que fue impulsado por Mauricio Macri a finales de los ’90 llevó a que Boca pueda inaugurar su museo histórico en el estadio a finales de la década pasada. 

Allí, al igual que lo hicieron los brasileños con los protagonistas de su Selección, aparecen figuras alusivas a la historia del club como Martín Palermo o Guillermo Barros Schelotto. 

El museo Xeneize forma parte de un paseo comercial en el cual también se incluye el barrio de La Boca, con La Bombonera y el tradicional Caminito. 

Hace poco más de un mes, en tanto, en Estudiantes se inauguró el museo histórico del club en el salón de los espejos en la sede, que buscará recopilar los mejores recuerdos de la historia del club. 

Por el momento, el proyecto que se había iniciado en 2011 puedo concretarse, pero está todavía lejos de tener la dimensión que tiene el museo del fútbol en Brasil.