“Estudiantes es un sentimiento que llevo en el corazón”

A dos años de la obtención del último título oficial de Estudiantes, el entrenador de la Selección argentina, Alejandro Sabella, reafirmó su sentimiento hacia la institución que le permitió sumar los pergaminos necesarios para ocupar el lugar que hoy tiene dentro del fútbol nacional. “No me arrepiento de haber renunciado en su momento, pero hay que mirar hacia adelante”, enfatizó Pachorra.

El 12 de diciembre de 2010, resultó una jornada calurosa como la que hoy se anuncia. Estudiantes llegaba al estadio Centenario de Quilmes con la mochila de haber perdido el torneo Apertura del mismo año en las últimas dos fechas. Enfrente estaba Arsenal y al acecho en la tabla Vélez. 

Esa tarde, sin embargo, el destino estaba escrito a favor de un hombre que se constituyó como el principal responsable de la campaña, por saber cómo acomodar las piezas de manera tal que el equipo no sienta la ausencia de un centrodelantero permanente durante los 19 partidos del campeonato. 

Alejandro Sabella, hoy constituido como el responsable de sacar adelante los sueños de millones de hinchas argentinos, repasó junto a El Clásico cómo se inició su relación con el Pincha y qué balance hace a la distancia de sus últimos pasos por el club, el cual hoy tiene motivos de sobre para recordar el último campeonato que contó con toda su impronta. 

-¿Cómo nació la relación entre usted y Estudiantes?

-Cuando estaba en las inferiores de River miraba al equipo de Zubeldía que era toda una novedad en los años ‘60 y ‘70. Muchas veces se dice que el público imparcial empieza a hinchar por el equipo que se presume más débil en la previa a los grandes partidos. Y de ahí que nace el cariño que yo empiezo a tener por Estudiantes desde hace mucho tiempo. 

En el año ‘82 Carlos (por Bilardo) me fue a buscar a Europa y entonces pude conocer este club, ganar dos campeonatos seguidos. Salir campeón con Estudiantes es especial porque es más espaciado y no se da siempre. Y cuando yo estaba en River era suplente y en Estudiantes no. Fueron vivencias muy fuertes que me marcaron a fuego para toda la vida.

-Y esas vivencias se repitieron después como entrenador…

-Después de 40 años haber logrado el campeonato de América y otro campeonato a nivel local fue la frutilla del postre. Lamentablemente no pudimos lograr el premio mayor, estuviemos a dos minutos, pero creo que hay segundos que dejan grandes recuerdos y venden muy cara una derrota. No quedan como los ganadores en la historia, pero sí como muy dignos segundos. 

-A dos años de la última gran alegría con el club, ¿no le genera un poco de nostalgia Estudiantes?

-Tengo un gran agradecimiento hacia toda la gente de Estudiantes. Hacia los hinchas, los jugadores y los dirigentes. A todos. Uno tiene que ser agradecido por sobre todas las cosas. Con relación a la nostalgia, siempre está en el lugar que uno quiere tanto. Es una cuestión normal del ser humano. A Estudiantes lo llevo en el corazón y siempre me produce nostalgia. 

-¿Se arrepintió de haber renunciado en su momento?

-En realidad no quiero decir nada. Simplemente quiero ser agradecido con toda la gente de Estudiantes. Hay que mirar para el futuro y juntarnos todos en la medida de nuestras posibilidades. 

-Si como un profesor de la facultad tuviese que evaluar el momento de la Selección argentina, de 1 a 10, ¿qué puntaje le pondría?

-Siempre hay cosas por mejorar. Estamos bien. Tuvimos un año muy bueno en líneas generales, pero hay cosas que mejorar. No nos podemos quedar con los resultados que obtuvimos. Tenemos que pensar siempre en más. 

-Messi acaba de batir el último récord que le quedaba, ¿es exagerado decir que es el mejor jugador de la historia?

-Es el mejor del mundo, no hay dudas. Pensar en si es el mejor de la historia es muy difícil porque antes se jugaba de otra manera. No había tantas cosas en juego. Era distinto. El está pasando por un gran momento y esperemos que siga con este nivel porque lo necesitamos todos.

Cuando el Rorro les tapó la boca a todos

La tarde se presentaba espesa. El acecho de Vélez, con Santiago Silva en su mejor momento, amenazaba con forzar a un partido desempate, al cual el Pincha iba a llegar en desventaja. La presión del estadio de Quilmes resultada indisimulable, hasta que el hombre de la fórmula mágica tomó su última gran decisión como entrenador de Estudiantes: en lugar de apostar a Matías Sánchez para reemplazar a un maltrecho Verón, se inclinó por la el ingreso de Hernán Rodrigo López, evadiendo los errores cometidos en la definición del torneo Apertura del mismo año cuando un empate ante Rosario Central en la misma cancha de Quilmes le había costado el título. 

El delantero uruguayo, denostado por injustas críticas que llovían sobre su humanidad bendecida por el éxito y la Gloria, saludó con los brazos abiertos a Verón y pisó el campo de juego del estadio Centenario decidido a escribir un capítulo dorado en la historia de Estudiantes y en la suya personal. Fue llamado a ser el salvador de ese equipo que llegó a los ponchazos a la definición del torneo Apertura y que no lo había podido contar de entrada por una falta de recuperación en la rehabilitación de la rodilla derecha a la que fue operado en marzo de ese 2010. 

Lejos de cualquier rencor del pasado, el Rorro ganó de cabeza en el corazón del área tras un córner de Leandro Benítez para romper con el arco hasta ese entonces impenetrable de Campestrini de Arsenal. Y no conforme con ello, selló su obra y terminó de silenciar las apresuradas críticas que habían calificado su llegada al club como un fracaso con un cabezazo de espaldas al arco que terminó de enmudecer el estadio Centenario de Quilmes y sepultó las esperanzas de Vélez, casualmente el su exclub. 

Noticias Relacionadas