Que no nos saquen la alegría de ir a la cancha

Grondona acusó recibo y la medida de hacer ingresar sólo a los socios en las dos primeras fechas es una consecuencia de lo que viene anunciando el diario Hoy

Hay decisiones en la vida de las personas que marcan una realidad: Julio Humberto Grondona definió como medida preventiva  que en las dos primeras fechas del torneo Inicial 2013, que dará comienzo mañana, sólo puedan concurrir los socios de los clubes. 

Esta determinación no hace más que darle la razón a lo que este diario viene publicando, en relación a la convivencia existente entre la clase dirigencial corrupta y los comerciantes de la violencia caratulados como barrabravas. 

Estos últimos son usados por los primeros como fuerza de choque para aprobar los balances en las diferentes asambleas, cuando los números de las instituciones aparecen al rojo vivo producto de los negociados que se realizan entre gallos y medianoche. 

Los barras siempre se han manejado con la anuencia de la clase dirigencial, que durante años intentó tapar los enormes agujeros que dejaron en los clubes a través de medidas de extorsión y violencia. 

Si bien la determinación de impedir que los hinchas que no sean socios puedan concurrir a las canchas en las dos primeras fechas es otra prueba piloto, puede interpretarse también como la punta de lanza a una solución que todavía parece lejana. 

Como les pidió el Papa Francisco a los jóvenes, en el fútbol hay que “hacer el lío” bien entendido. Es decir, alentar con fervor al equipo, sin caer en desmanes ni actos de violencia hacia el prójimo. 

El color, la alegría y la pasión es lo último que debe perder el pueblo futbolero, que ante la preocupante situación económica que atraviesa el país encuentra en los partidos una válvula de escape a los problemas cotidianos. 

El promedio de la violencia

Agosto comienza en un clima de violencia atroz, generado a partir del accionar de delincuentes impunes (barrabravas) favorecidos por la pasividad o complicidad de los dirigentes de los clubes. En este marco, la violencia en el fútbol argentino ya ha dejado siete muertes en 2013, lo que marca un promedio de una víctima fatal por mes. 

El primer caso se dio el 25 de enero, cuando Nicolás Pacheco (32 años), periodista partidario de Racing, apareció muerto en la pileta de la sede del club. Tres barras de la Academia están apuntados como los autores materiales del crimen.

A fines de febrero, la interna feroz de la barra de Tigre se cobró la vida de Adrián Velázquez (40) antes del partido frente a River Plate.

En marzo, la barbarie se dio en La Plata, a metros de la cancha de Gimnasia, donde Julio Biscay (31) recibió un balazo en el tórax, en el marco de una interna de la barra. Biscay llegó sin vida al policlínico San Martín. El lamentable episodio se dio antes del inicio del encuentro entre el Lobo y Chicago.

En abril, en tanto, Diego Bogado (36), hincha de Vélez que tenía relación con la barra del club, apareció muerto en la herrería del estadio José Amalfitani tras un partido de Copa Libertadores. 

Ya en junio, Javier Gerez (42), hincha cercano a la barra de Lanús, murió tras recibir un balazo de goma a corta distancia, en medio de la represión policial que tuvo lugar en el acceso al estadio Único, minutos antes del choque entre el Grana y Estudiantes.

El 22 de julio, la barra de Boca dio forma a una jornada sangrienta en las inmediaciones de la cancha de San Lorenzo, donde la facción de la barra oficial (que lidera Mauro Martín desde la cárcel) se enfrentó a tiros con la banda de Lomas y Lugano (que lidera Rafael Di Zeo desde las sombras). Este duelo dejó como saldo dos muertos: Marcelo Carnivale (33) y Ángel Díaz (44).