Que sí, que no... y al final no se corrió por la negativa de los jóckeys

Por GALOPóN

Después del mediodía de ayer, donde un huevo se hacía frito en la palma de una mano, se iba dirimir si había carreras o no en el teatro del turf del Barrio Hipódromo. Los jinetes se sacaron el uniforme de jóckeys y se colocaron las pilchas de gremialistas. Mientras, en el otro rincón esperaba agazapado la Comisión de Carreras, que se desenvolvía nerviosa tratando de lograr quórum como si se tratara de una sesión legislativa, para cumplir con la realización de las 11 carreras del programa de ayer.

Contaban los porotos y parecía que la carrera inicial se largaba. Pero rápidos de reflejos, por eso son jóckeys, los reclamantes se fueron desde el portón donde se habían autoconvocados hasta el cuarto de jóckeys para explicarle “los motivos” de por qué no tenían que correr a los que querían correr.

Pero faltaba el comunicado oficial, que se demoraba, mientras la pista, el principal reclamo, era regada una y otra vez por tres camiones regadores, que pasaban en correcta fila como si se tratara de un desfile militar. En el debate a cielo abierto en la tribuna oficial entre Comisión de Carreras y los jóckeys, donde primó la desorganización, hablaban todos y escuchaban muy pocos. Incluso se vio a un jóckey muy exaltado que a punto estuvo de cambiar la fusta por guantes de box.

Volvieron los jóckeys a su cuarto y la Comisión a su despacho. Salió el escueto comunicado de la suspensión de la reunión, firmado por la Administración del Hipódromo, “en razón de la negativa de los jóckeys de conducir a los competidores que se les había asignado”. Y colorín colorado, “otro” cuento ha terminado… Ah, pero usted lector quiere saber cómo termina esto. Ni los protagonistas lo saben. El objetivo era que no haya carreras más por demostración de fuerza que otra cosa. Hoy habrá más noticias para este boletín, al mejor estilo Ariel Delgado.