A 22 años del trágico accidente: cómo fueron las últimas horas de Rodrigo Bueno

El cantante había terminado una larga jornada tras la grabación de un programa de televisión, una cena junto a sus amigos y un show en La Plata.

Rodrigo había brindado el que sería su último espectáculo en City Bell, localidad de La Plata. El show duró dos horas y según dijeron varias personas tiempo después, fue una noche memorable. A la salida del boliche, el mánager le sugirió que dejara manejar a otra persona. Rodrigo contestó: “No, voy manejando yo, quedate tranquilo que está todo bien”, esbozando una sonrisa. La ­madrugada avanzaba acompañada de una llovizna ligera.

Rodrigo “El Potro” Bueno era un artista consolidado en el mundo del espectáculo. Para junio del 2000, con tan solo 27 años, se había convertido en el personaje del momento. Su cara inundaba los programas de televisión y las tapas de las revistas. En las fiestas y sobre el escenario, desplegaba un encanto y simpatía particulares que lo distinguían en cualquier lugar que estuviera. Aquella trágica noche de junio, todo aquello quedaría atrás para siempre.

Hace 22 años, con su carrera en pleno ascenso, Rodrigo encontró la muerte cerca de las 3.30 de la madrugada, mientras volvía de dar un show en una bailanta de City Bell. La noticia acaparó la atención de todos los medios de comunicación, cuya audiencia estaba pendiente de saber más. “Fractura de cráneo con hemorragia cerebral”, repetían una y otra vez en la TV.

Los noticieros no repararon en mostrar el cuerpo de Rodrigo, que yacía tendido sobre la autopista regada de sangre, junto a la camioneta Explorer roja completamente abollada. A medida que la información seguía llegando, se supo que en el accidente también había muerto Fernando Olmedo, hijo del reconocido y célebre actor, Alberto Olmedo. En el mismo vehículo viajaban Patricia Pacheco, expareja del cantante, y el pequeño hijo de ambos, Ramiro, quien en aquel entonces tenía tan solo tres años. También los acompañaban Cachi Pereyra, uno de los asistentes del músico, y el Negro Moreno, productor musical.

Entre el dolor y la incertidumbre que atravesaba a sus seres queridos y los miles de fanáticos, comenzaron a escribirse las especulaciones y las diferentes versiones sobre la tragedia.

Una vida A 2000

A 2000, así se llamó el disco que sacó hacia fines de 1999. Fue un éxito rotundo que lo empujó a tener una temporada de verano explosiva. Cada noche conllevaba un show, tal como contó durante las tantas entrevistas que dio en aquella época. Alcanzó las 49 presentaciones en 9 días, en distintos puntos de la Costa Atlántica y otros puntos turísticos de la Argentina.

Abril fue testigo de una serie de conciertos que con el pasar del tiempo se consideraron históricos. Fueron 13 espectáculos consecutivos en un Luna Park que estallaba con la presencia del cantante cordobés sobre un ring a modo de escenario que se había montado especialmente para la ocasión.

Cuando cumplió los 27 años, el 24 de mayo, mencionó la posibilidad de retirarse. Dijo que estaba pensando en bajar un cambio, mientras que, a la par, su imagen se multiplicaba por todos lados y su música sonaba en cada fiesta, programas de radio y televisión.

Comenzaba junio. Viajó a Cuba, donde se encontró con Diego Maradona, a quien le dedicó la canción que hoy es un clásico de la música popular argentina: La mano de Dios. Además, aprovechó para descansar unos días junto a su novia, Alejandra Romero.

La misma Romero declaró ante los medios, una semana después de la muerte de Rodrigo, que por aquellos días en los que se encontraban en la playa, el artista presentía que le estaba por ocurrir algo malo.

“Ro sabía lo que le iba a pasar”, relató Alejandra durante una entrevista en un medio gráfico de alcance nacional. Además, contó que durante una de las noches que pasaron en Cuba junto al astro del fútbol y su mánager, Guillermo Coppola, Rodrigo protagonizó una situación muy extraña mientras se encontraban bailando en una discoteca llamada Macumba.

“Habíamos bailado como nunca, porque a Ro le encantaba bailar salsa”, recordó la joven y añadió que en un momento se alejó de su novio. Un rato después, lo vio en la barra y lo notó pensativo. Se acercó hacia él. El cordobés se puso a llorar desconsoladamente. “Agarrá la cartera, ¡nos vamos!, me dijo. En ese momento la cara de Ro transmitía terror. Le pregunté qué pasaba y me dijo: Me voy a morir”.

“Ese día además me dijo: A mí me van a matar. ¿Viste el tipo que estaba ahí con traje? Le dije que no. Pero él ya se había sentido observado por un hombre grandote que lo había seguido hasta el baño. También me contó que ese tipo era argentino y que lo amenazó”, agregó.

Al regreso de Cuba, el Potro retomó sus obligaciones laborales entre shows, entrevistas y los preparativos para la grabación de un comercial.

La última noche

Según relataron las personas cercanas, Rodrigo se mantuvo tranquilo a pesar de la rutina ajetreada que mantuvo el viernes 23 de junio. Había sido un día cargado en su agenda: estaba recientemente llegado desde Ushuaia, en donde realizó presentaciones y se hizo un tiempo para esquiar.

José “Pepe” Gozalo, el mánager del cordobés, dijo que “Rodrigo estaba mejor que nunca. Con un estado de ánimo impresionante, chocho con los proyectos, inspiradísimo, feliz por la publicidad de una cerveza que planeaba filmar”. Así se expresó en una entrevista radial.

Poco tiempo antes, Rodrigo había puesto manos a la obra el viaje a La Plata que tenía que hacer esa noche. Lo organizó con su representante. Hizo hincapié en que quería ir en su camioneta para así poder llevar a su exmujer, Patricia, junto a su hijo Ramiro.

La primera parte de la noche constó en participar de la grabación de La Biblia y el calefón, el ciclo que conducía Jorge Guinzburg. El Potro fue puntual. Mantuvo una charla distendida con todos allí en el piso: las actrices Andrea Pietra y Georgina Barbarossa y el periodista Nacho Goano. Y, como solía suceder, hubo preguntas punzantes y chistes por parte del conductor. Rodrigo estaba cómodo y divirtiéndose junto al resto.

Al terminar la grabación, cerca de las 22, el músico fue a El Corralón, un restaurante al que suelen ir las celebridades del mundo del espectáculo y deportivo.

En ese lugar se encontró con Patricia, Ramiro, Gozalo y con el productor Pepe Parada. También estaba Fernando Olmedo, que en ese momento estaba comiendo con Parada y confesó que nunca había visto un recital en vivo del cordobés. De esa manera, Olmedo se integró al grupo que minutos después partiría hacia La Plata.

Poco tiempo después, el grupo emprendió viaje hacia la localidad de City Bell, en el partido de La Plata. La cita obligada se daría en el boliche Escándalo, en el que una multitud esperaba con ansias al ídolo de la música popular.

Los relatos de los miembros de la banda y del representante de Rodrigo dan cuenta de que la presentación fue sobresaliente. Pero en el medio del show irrumpió un ruido ensordecedor que sorprendió a todos los presentes y obligó a todos a parar la música. Todos allí empezaron a sentirse mal. ¿La causa? Alguien había detonado una bomba de gas lacrimógeno dentro del local bailable.

El representante José Gozalo durante una entrevista con un medio gráfico en la edición del 27 de junio del 2000: “Rodrigo hizo un show espectacular, de una hora y cuarenta. Pero si querés que te diga la verdad, la explosión de la bomba de gas lacrimógeno fue algo muy extraño. Todo el público empezó a lagrimear y Rodrigo ordenó parar la música. Se detuvo y dijo: ¡Ey, loco! ¿Por qué hacen eso? Así no se puede estar. ¿Por qué hacen eso?. Pero después siguió con muy buena onda y la gente quedó muy contenta”.

Un final inesperado

El show había terminado. Cerca de las 3 de la madrugada, Rodrigo y sus acompañantes volvieron a la camioneta para emprender el regreso. Los escoltaba otro vehículo en el que viajaba el resto de la banda junto al representante.

Los minutos que sucedieron luego, fueron materia de un análisis minucioso por parte de los medios en aquel momento. Entre las versiones que se barajaron, mencionaron una discusión que habrían mantenido Rodrigo y su exmujer, un enojo del músico con un automovilista que se le interpuso, y hasta la presencia de alcohol en sangre (las pericias hechas no lo pudieron confirmar).

Cachi Pereyra, uno de los que viajaban en el vehículo aquella noche, declaró durante una entrevista televisiva: “Estaba todo normal, como todos los viajes que hacíamos. Él venía hablando con Olmedo, la Pato venía adelante con el nene. Venía haciendo chistes con Olmedo, no hubo ningún problema dentro de la camioneta”. “Veníamos lo más bien. Lo único que le dijo Pato fue: Guarda, Ro, porque el otro le frenó adelante. No hubo nunca un manotazo al volante, ni ninguna discusión”, añadió.

Se acercaban las 3.30 de la madrugada. La camioneta Ford Explorer color rojo estaba atravesando la localidad de Berazategui sobre la autopista La Plata-Buenos Aires. Rodrigo rozó la camioneta Blazer de color blanco que conducía el empresario Alfredo Pesquera.

Los rumores que circularon sobre ese momento específico, tiempo después llegaron a un juicio oral en el que Pesquera fue acusado de homicidio culposo. Años después, la Justicia lo absolvió de culpa y cargo. El empresario murió en 2013.

Uno de los sobrevivientes, Pereyra, contó que viajaron tranquilos hasta que se cruzaron con la camioneta de Pesquera, que se les interpuso en el camino.

“Rodrigo le hizo luces para que se abriera y, cuando intentó pasar, la camioneta blanca cerró el camino. Entonces pegó el volantazo hacia la derecha y pegamos contra el guarda rail y empezamos a dar vueltas”, sostuvo durante una entrevista televisiva.

Las pericias arrojaron que el mítico cantante cordobés viajaba a una velocidad que iba entre los 120 y 130 kilómetros por hora.

La camioneta 4x4 volcó, dio vueltas sobre sí misma y se detuvo unos metros más adelante. Fernando Olmedo murió a causa de una fractura de tórax y traumatismos que afectaron la zona abdominal. El resto de los acompañantes sobrevivieron, aunque sufrieron diversos tipos de lesiones.

Rodrigo conducía la camioneta y no llevaba puesto el cinturón de seguridad. Al perder el control del vehículo, salió expulsado. Encontraron su cuerpo, ya sin vida, yaciendo sobre el pavimento humedecido por la llovizna, a 150 metros de la camioneta.

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